lunes, 2 de mayo de 2011

La muerte de Bin Laden

Foto: www.elpais.es


Bin Laden ha muerto. Los servicios de inteligencia estadounidenses supieron en agosto que se escondía cerca de Islamabad pero ha sido ahora cuando han podido encontrarlo y, tras un tiroteo, matar al terrorista más buscado de la década. Apenas tres horas después del anuncio de Barack Obama todos los medios de comunicación del mundo se hacen eco de la noticia y publican la foto de ese rostro que tantas sobremesas se coló a través de nuestros televisores para recordarnos que no estaríamos nunca a salvo si este hombre continuaba suelto por el mundo. Los estadounidenses, fieles a su estilo yankee y patriótico, han salido a las calles de las principales ciudades para corear juntos el himno nacional tras escuchar las palabras de Barack Obama, mencionando constantemente a Dios y haciendo hincapié en el hecho de que el Islam no es el enemigo. Entonces pienso, ¿qué hubiera sucedido si ZP o cualquier otro dirigente español hubiera salido a anunciar el fin de ETA diciendo: “Que Dios bendiga España”? Sin duda, se hubieran lanzado a la calle miles de personas para protestar por un discurso tan españolista, muchos incluso lo tildarían de fascista y católico del más rancio abolengo. En ese punto, envidio el patriotismo exacerbado de los hijos de los Padres Fundadores. Pero volvamos a lo importante. Ha muerto Bin Laden y todos debemos congratularnos de que el monstruo creado por EEUU haya sido por fin abatido por EEUU. No digo que no sea un terrorista pero... No sé. Justo cuando todas las revueltas del mundo árabe se encuentran en plena ebullición, invitándonos a pensar que el mundo tal cual lo conocemos está a punto de desaparecer, EEUU resurge de las cenizas y recupera su poderío acabando con Bin Laden. Los analistas hablan de que no estamos a salvo, de que Al Qaeda seguirá con vida aún a pesar de la muerte de Bin Laden pero... yo, que he aprendido a pensar mal, creo que se ha elegido el momento con sumo cuidado, que, una vez localizado, la CIA se ha limitado a tenerlo bien controlado (en su mansión, cerca de la sede de los servicios secretos paquistaníes) a la espera del gran golpe de efecto, del momento adecuado, porque una gran noticia en un contexto inadecuado pierde efectividad.
Al Qaeda... Al Qaeda es, para mí, como el hombre del saco o como Papá Noel. No existe como tal, es una entelequia, una ilusión de la que participan los padres de todo el mundo que, comparten fecha, objetivo e ilusión pero que no están interconectados con el resto de padres del mundo para actuar. Al Qaeda es lo mismo. Es una etiqueta utilizada por muchos pero no tan poderosa como nos hacen creer, no tiene la estructura de mando de ETA, no hay un jefe que te mande a entrenarte a Colombia o te envíe a poner una bomba a Cádiz. Al Qaeda es un cajón de sastre, una marca sin cabeza visible, que aglutina a todos aquellos pirados que, por diversos motivos, se lanzan a la locura de la muerte indiscriminada, aprovechándose de la existencia de un fantasma tan grandioso. Y es que no es lo mismo que un musulmán mate porque sí a cuatro guiris que hacerlo igualmente y decir que perteneces a Al Qaeda en el Magreb Islámico. Así das más miedo, construyes un enemigo global que parece omnipresente y, a la vez, das una excusa a los servicios secretos de muchísimos países para interferir en los asuntos domésticos de ciertos países en aras de la defensa de los derechos de los civiles del “mundo libre”. Y eso, por desgracia, no beneficia a los ciudadanos árabes ni musulmanes.
Con este asesinato, o esta “baja necesaria”, EEUU recupera la confianza mundial en su papel de protector y garante de la seguridad en la Tierra. Tal vez el hecho de que la ONU haya retirado a sus observadores de Libia en las últimas horas haya sido uno de los motivos. ¿Será el ejército de EEUU el único capaz de detener a Gadafi?

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