sábado, 26 de septiembre de 2009

Góticas en La Moncloa




Me da igual que alguien piense que soy una retrógrada pero es que viendo la foto de arriba lo primero que me sale es una urticaria tremenda. Pero ¿quién es el asesor de imagen de Zapatero? ¿estaba echándose la siesta cuando las horteras de sus retoños decidieron acudir a una audiencia pública vestidas de góticas? ¿realmente es consciente “Cejitas” de que es el presidente de un país y, por lo tanto, ni él ni su familia pueden hacer lo que les da la gana? Tomará decisiones más o menos acertadas pero a ver quién es el valiente que con semejante atentado contra el buen gusto, el protocolo y la urbanidad aplaude la vestimenta de las adolescentes inquilinas de La Moncloa.

domingo, 20 de septiembre de 2009

Somos la 'Ñ'



Nunca fui una gran fan de Sergio Scariolo, su exceso de gomina hace que me rechinen los dientes cuando lo veo en pantalla. Pero los hay peores: el montenegrino Ivanovic siempre parece dispuesto a matar a quién le lleve la contraria; la cara de uva pasa de Aíto tampoco me ha inspirado nunca mucha simpatía; al igual que la mala leche concentrada en el pequeño cuerpo de Manel Comas o la hiriente apatía de Luis Casimiro. Pero volvamos a Scariolo. Digo que nunca ha sido de mis favoritos pero tampoco pensé que ficharlo como seleccionador nacional iba a resultar tan desastroso. Porque a estas alturas del campeonato y después de ver la paliza que le dimos a una invicta y estupefacta Francia o la superioridad con la que dejamos ayer por el camino a los griegos, tengo claro que la actuación de España no es casual. Hicimos un pre-europeo soberbio y hemos estado a punto de hacer las maletas (y eso que “el único resultado posible es el oro”) después de cuajar encuentros de vergüenza. Al principio pensé que nos había podido la presión, que la plantilla estaba cansada. Ya en el partido de Lituania tuve claro que los tiros apuntaban a otro lado pero 20 puntos de humillación sobre los galos, los griegos y hasta los serbios (estamos en el tercer cuarto)… Eso no es casualidad, ni mala suerte. Eso es que el vestuario no quiere a Scariolo y han querido dejarlo bien claro: el equipo gana o pierde independientemente del entrenador, porque ellos son los verdaderos protagonistas. Este tipo de actitudes no me suelen gustar, pero viendo al grupo: compacto, bien avenido, con mucho compañerismo, sin egos ni estrellas tengo mucho más claro que la FEB se equivocó al maltratar a Pepu, al obligarlo a marchar. Porque él fue el artífice de la ‘Ñ’, porque supo hacer de un grupo de jugadores, una única pieza perfecta capaz de ganarlo todo. Quizá porque el espíritu de Pepu sigue presente, porque tenemos la mejor selección de baloncesto de nuestra historia y porque la afición se ha volcado con este deporte más que nunca, haya que hacer caso al equipo y despedir a Scariolo tan pronto como regresemos a España con el oro en el cuello. Porque sería un grandísimo error permitir que esta selección, a la que aún le quedan algunos años, iniciara su descenso deportivo por una mala elección federativa.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Marujas y trenes, descanso imposible

Hay días en los que el transporte público me mata. Aunque soy una conductora vocacional lo cierto es que en la capital del reino, en la que los servicios públicos de transporte te llevan a todas partes por poco dinero y a todas horas, me he acostumbrado a utilizar el Cercanías, el metro y hasta el autobús y lo llevo bastante bien. Hasta que viene alguien y te estropea el día, claro. En líneas generales soy bastante sociable pero cuando me da por la asocialidad.... entonces está todo perdido. Todo me molesta y perturba mi paz interior y eso me da mucha rabia. Iba yo tranquilamente escuchando la radio y sumida en mis pensamientos a las 7.15 de la mañana en el tren que me lleva al trabajo cuando, en la segunda parada, se suben dos de esas personas que rezuman empatía por todos los poros de la piel. ¡Pero qué manía tiene la gente con ponerse a hablar a unas horas tan tempranas, cuando todos nos esforzamos por disfrutar de unos minutos más de sueño antes de afrontar el largo día! Las dos féminas, taytantos, con escasa vida interior y poco respeto por el personal, comienzan a charlar a voz en grito no de los agujeros negros, no; ni tampoco del gasto sanitario de Obama; ni de la victoria de España en el Eurobasket; ni siquiera de la crisis, no. Perturban mi tranquilidad para hablar del trabajo, para criticar a los compañeros y para calentar motores para lo que será el tema de conversación de sus próximas ocho horas hasta que vuelvan a subirse al tren a la hora de comer y le fastidien la siesta a todos los que vuelvan a Madrid después de un agotador día de trabajo. Por primera vez en mi vida, me levanto, me cambio de sitio y, a pesar de ello y de los cascos, ¡sigo oyendo sus voces! ¡Si hubiera derecho de admisión en el transporte público nos libraríamos de estas marujas y de los niñatos con la música del móvil a todo trapo! Igual habría que crear una plataforma ciudadana promoviendo esto...

lunes, 14 de septiembre de 2009

Oriente y Occidente

El sábado fui al Teatro de Madrid para disfrutar de una tarde de ballet con una obra maravillosa de William Shakespeare: Romeo y Julieta. Hacía días que veía las calles de la ciudad empapeladas con carteles anunciando la representación y no quise perdérmela. Nunca había ido al ballet y tampoco conocía a la compañía, el Ballet de la Ópera de El Cairo. Fiel a mis prejuicios pensé que tal vez no me gustaría, que lo mismo ofrecían una representación alternativa que no guardase rigor con el texto original y, cómo no, me equivoqué. Apenas un centenar de personas acudimos a la cita en un recinto inmenso en el que los artistas no podían recibir la calidez de tan escaso público. Sin embargo, mereció la pena. Fue estupendo ver a una veintena de bailarines rusos y egipcios representando, sólo con la fuerza de la interpretación de su danza, una de las obras más importantes del teatro mundial. Lástima que la música no fuera en directo porque hubiera sido la guinda espléndida para tan bello espectáculo. Pero sin duda lo más impactante fue ver a un Romeo y a una Julieta con rasgos árabes metiéndose en la piel de estos amantes del Medievo. Mientras los veía representar con gran dramatismo las escenas finales de la obra, no pude por menos que pensar que, como siempre, tratamos a los que no son como nosotros de forma injusta obviando lo bueno y resaltando lo malo. Nadie se preocupa de si en Egipto hay interés o no por el arte, por los textos clásicos occidentales, pero todos nos encargamos rápidamente de resaltar las malas noticias que de allí nos llegan: los enfrentamientos armados, el terrorismo o la severidad de las costumbres. Sin embargo, no todo está tan perdido como queremos pensar, no son tan salvajes como los líderes mundiales se empeñan en destacar (no en vano los egipcios fueron durante siglos una de las civilizaciones más importantes de la historia, la que nos dejó tesoros como las pirámides) no somos tan diferentes si tanto unos como otros sabemos apreciar la belleza de personajes tan bien trazados como los de Romeo y Julieta. ¿Será que el mundo no está tan acabado? ¿Qué no está todo perdido? ¿Qué aún es posible un mundo en el que quepamos todos?

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Una mamá en apuros

Al final dejaré de ir al cine porque últimamente tengo un ojo.... Primero fue la decepción de ‘Watchmen’-aunque mis amigos frikis digan que es la mejor adaptación al cine de un cómic yo sigo pensando que los diálogos tenían algunas frases absurdas y que la escena del culo del Dr Manhattan flotando sobre el suelo de Marte en plan zen es un atentado contra el buen gusto-, luego fue el bodrio de HaHarry PoPotter que no había por donde cogerlo a pesar de ser una ávida lectora de los libros de J.K. Rowling y ahora le ha tocado el turno a ‘Una mamá en apuros’. Vale, sí, no podía esperar un peliculón de un título como ése pero supuse que Uma Thurman podría ser una garantía y me equivoqué. “Cinta independiente de la directora y guionista novel Catherine Dieckmann”, ¡ja! Menudo paquete. Es que no se salva nada. Constantemente se ven los micros o ‘jirafas’ asomando por la parte alta de la pantalla. Los diálogos son pobres, la historia está contada de una forma que no engancha y que resulta superficial y Uma tiene un aspecto tan sucio que hasta resulta desagradable verla. Eso sí, sirve para rayar al personal que no veas. La acción transcurre en Nueva York en un agobiante mini piso del centro en el que vive un matrimonio con sus dos hijos pequeños y en el que todo es caos y estrés. Ella era escritora pero desde que decidió tener a los niños su vida ha cambiado hasta tal punto que su yo ha desaparecido enterrado bajo su faceta de madre y esposa y no tiene tiempo para sí misma. Como digo la historia no está bien contada porque el guión es malo y los planos son de relleno y no dicen nada. Eso sí, se refleja una realidad, un miedo que acecha a las mujeres como yo –no me gusta sacar la vena feminista pero negar lo evidente no tiene sentido- pero esta directora novel apadrinada por Thurman no tiene el talento suficiente para contar una historia que deje huella en el espectador, aunque sólo sea durante unas horas.

La crisis de los 30

Café Barbieri. Otoño de 2008. Tres jóvenes toman café mientras hablan del trabajo, de la vida y de la crisis de los 30. Empanada y la Charra son pseudo hippies. La primera no está segura de saber qué es, dice que lleva en crisis toda la vida; la segunda acaba de cumplirlos y ha pasado una temporada complicada. Cumplir años no siempre es fácil. No se trata de una reflexión de pijas preocupadas por sus arrugas, se trata de salir viva de una realidad a la que no sabemos cómo enfrentarnos.Verano de 2009. Llevo vaticinando el fin de mi grupo de amigos diez años temiendo que nuestros caminos se separen definitivamente a pesar de haber compartido momentos tan felices e importantes. Hasta ahora la suerte nos ha sido favorable pero la crisis de los 30 nos acecha. El Niño Meón, Xana, Chomsky, Hyoga y Almendra comparten, de uno u otro modo, mis preocupaciones. Incluso Empanada ha sucumbido a la crisis. Todos nos encontramos ahora ante el abismo de las decisiones vitales. Estamos solos, sin un manual que nos enseñe a elegir el camino definitivo y ninguno puede tomar decisiones por los otros. El Niño Meón dice que no está preparado para asumir responsabilidades, que necesita cinco o diez años más; Xana se enfrenta a un viaje que puede cambiarle de tal modo que no sabe si cuando regrese su vida habrá seguido su camino sin esperarla; Chomsky vive atormentado porque quiere tener hijos y su situación no es precisamente la mejor para conseguirlo; Hyoga vive sin preocupaciones pero ha descubierto que no está hecho para el mundo laboral e invierte su tiempo en la creación audiovisual arrastrando consigo a todo el grupo; Almendra había decidido ser madre soltera si seguía sola a los 32 y parece que no va a tener que tomar una decisión tan drástica y yo... Yo tengo la cabeza a punto de estallar. Absorbo mis preocupaciones y las de los que me rodean, para qué escatimar. Sólo necesito una señal, mejor dos para estar segura, que me indique el camino a seguir, que me abra el cielo en estos días tan nublados. Sólo quiero seguir con mi vida más o menos como hasta ahora. No tener que renunciar a nada para ser feliz. Ser capaz de compaginar mi trabajo, mi ocio y mis amigos con la creación de una familia y no morir en el intento. Todos salvo Hyoga –afortunado él- hemos vivido en primera persona el dolor de la ruptura, la frustración de quien lo da todo y aún así no es suficiente. Queremos seguir adelante pero no sabemos cómo. No queremos fracasar de nuevo, no tenemos tiempo ni ganas y tampoco lo merecemos. El problema es que sólo Hiro Nakamura y Peter Petrelli son capaces de viajar en el tiempo, conocer el futuro y actuar en consecuencia. Pero no todos están agobiados por las mismas razones o tan siquiera preocupados. Tornadiza, Tamargochi y la pequeña Serrada viven sin estos tormentos, con un optimismo que a todos los demás nos falta. El Príncipe se agobia porque a sus 31 años cree que empieza a ser viejo para ser padre y apremia a la Princesa que aún tiene mucho que hacer antes de ser madre y la Holandesa Errante pasó de la nada al todo con sólo hacer la maleta y cambiar de país. Después de cinco años de continua felicidad empieza a preocuparse porque tiene la vida demasiado encarrilada y siente algo de vértigo. Está claro que ninguno estamos contentos con lo que tenemos pero estos dos últimos no se arrepienten de sus decisiones aunque a veces se agobien. Los demás estamos a las puertas del Bosque Prohibido, sabemos que muchos peligros nos acechan, que hay criaturas mágicas como Aragog que pueden celebrar un banquete a nuestra costa pero si tenemos una pizca de suerte lograremos atravesar la frondosidad de este singular paraje y alcanzar nuestro propio jardín, nuestro soñado Rivendel. Se podría pensar en organizar una expedición, en avanzar todos juntos pero esa alternativa no existe. Cada uno debe averiguar la forma de conseguir su objetivo y lo que para unos resulta infalible, para otros puede no proporcionar ningún resultado. A pesar de lo solitario de la misión, sigo esperando que Campanilla aparezca a lo lejos e ilumine parte de la senda para no perderme en el bosque.