domingo, 18 de septiembre de 2011

Las conversaciones de la rosa

Esa sonrisa fingida y condescendiente, de perro viejo que se las sabe todas y te las da con queso siempre me ha resultado poco de fiar. Además, es el único político que no barre para casa, ni siquiera un poco, y ahora resulta ¿que defiende el modelo catalán de inmersión lingüística? Este tío no es muy listo, o es un jeta. O lo que sea. Pero no me gusta. En vez de hacerle la rosca a los catalanes y contar mentiras, podría mirar un poco más a aquellos que nos quedan más cerca, aunque ya ni recuerde de donde salió. Porque los vascos, muy nacionalistas también ellos, son bastante más listos y tolerantes. Tienen tres modelos educativos, tres itinerarios que conviven sin hacer ruido y sin que los más euskaldunes se quejen, así que malos no serán. Uno sólo en euskera, otro sólo en castellano y otro totalmente bilingüe, ¿lo más frecuente? Que un mismo colegio ofrezca las tres alternativas, para que no haya segregación por centros. Seguro que habrá quien piense que como el euskera es más difícil de aprender, no lo pueden imponer pero como el catalán es sencillo... Bueno, para un pakistaní o un árabe lo mismo da que me da lo mismo. En cualquier caso, me remito a una entrevista publicada esta semana en El País para hacer notar la incongruencia. Una jefa de estudios de un centro de Badalona, con mayoría abrumadora de niños inmigrantes, dice que nadie se ha quejado de que la lengua vehicular sea el catalán, que nadie ha demandado nunca el castellano y que la convivencia se vería alterada con esta polémica. A renglón seguido, la buena mujer reconoce que en el patio los niños hablan sus lenguas maternas o castellano y que "la situación (del catalán) es tan alarmante que tenemos que pedirles a los niños que nos hablen en catalán porque la inmensa mayoría lo hacen en castellano". ¿Acaso esta buena mujer no es capaz de entender el mensaje?
Camino por el Raval, el corazón extranjero de Barcelona, niños marroquíes, pakistaníes y filipinos salen de la escuela de la calle Tallers. Hablan en las lenguas de sus padres, pero cuando se dirigen a otro de distinta nacionalidad lo hacen, invariablemente, en castellano. No dejo de sorprenderme. ¿Cómo es posible que aprendan el catalán en el colegio, sus padres sean extranjeros cuya lengua materna no es el castellano y ellos hablen en español por la calle? No lo sé. Pero lo hacen. Algunos, incluso se dirigen a sus padres en esta última lengua. Supongo que no hay más ciego que el que no quiere ver. Dicen que la imposición es para no perder el catalán, "porque es la lengua del país" y para fomentar la integración. Si se pierde, es que no le interesa a nadie y que se aprende por obligación; la lengua del "país" es cooficial con otra que no goza de los mismos derechos y que hablan nada menos que 500 millones de personas -¡qué atraso!- y fomenta la integración no sé en donde. Supongo que no se ve con la misma cara de asco a un extranjero que habla catalán que a uno que no lo hace. "Porque la integración -dice mi amiga euskalduna por las cuatro "sakonas"- viene de la mano del castellano, aprender euskera o catalán es sólo para ganar puntos". Porque mira que si uno de estos pakis se muda a Madrid y se da cuenta de que tiene que empezar de cero...
Digan lo que digan, el castellano está totalmente marginado, tal vez tengan miedo a la competencia y lo cierto es que se saltan la ley con ello; porque si son cooficiales, deben ser exactamente iguales y los ciudadanos deberán poder hacer uso indistinto de ambas según sus preferencias. La realidad es que las administraciones públicas regionales y la enseñanza son sólo en catalán, aunque, obviamente, son todos bilingües. Pero esa no es la cuestión. La movida es que si quiero que mis hijos estudien en castellano tengo que pagar por llevarles a un centro privado y eso atenta contra el principio de igualdad que se recoge en la Constitución española, la que de momento, rige también aquí, aunque el candidato "escuche, haga y explique" lo que a él le de la realísima gana.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

La Libia del mañana

Un mar de sangre. Eso es lo que les ha costado a los libios conquistar su libertad, atisbar un horizonte en el que no aparezca el rostro del excéntrico y sanguinario Gadafi. Mientras, nosotros hemos asistido impasibles al desigual combate que se ha vivido en todo el mundo árabe. En Túnez y Egipto, por fortuna las cosas fueron rápidas y no se incurrió en guerra civil pero en Libia, Yemen y Siria.... ahí las cosas han sido bien distintas. Por algún motivo, parece que la sangre y el sufrimiento de unos pueblos no nos conmueve como la de otros ya que hemos entrado con toda nuestra artillería en Libia mientras que hemos abandonado a su suerte a sirios y yemeníes. Una historia que podría haber terminado en una tarde ha supuesto casi seis meses de ataques "aliados" (¡qué suave suena la guerra así adornada!), tal vez sea el tiempo que han tardado en acordar con los rebeldes el precio que deberían pagar por su libertad, esas suculentas concesiones petroleras que ha recibido Francia, por ejemplo. Sea como fuere, han pagado un precio muy alto por obtener el permiso de ser lo que quieren ser: un estado islámico "moderado". La etiqueta, para cualquier árabe, sobra. Pero no es a ellos a quien se dirige, sino a nosotros, para que no temamos que los libios, herederos del colonialismo italiano, de repente se vayan a volver unos salvajes por aplicar la Sha'ria. Y es que el término ha sido tantas veces utilizado por los fanáticos opresores que han gobernado en estos países que pensamos que eso es lo que promueve el Islam, que ése es el mundo que Dios quería para nosotros: las mujeres en casa, los hombres en el poder y los "infieles" bajo tierra. Turquía ha demostrado que es posible ser islamista y demócrata. La senda la continúa Libia. ¿Quién será el siguiente?

domingo, 11 de septiembre de 2011

11-S, el día que cambió todo

Hoy se cumplen diez años de la caída de las Torres Gemelas y recuerdo como si fuera ayer lo que hacía en el preciso momento en el que una estupefacta Ana Blanco iba narrando al son de las imágenes que llegaban en directo. Acabo de ver de nuevo el vídeo y no puedo por menos que reafirmarme en mi convicción de que aquel día asistimos a la mayor superproducción hollywooodiense. Los aviones que chocan, las torres que se ennegrecen en su parte superior como consecuencia de las llamas y la espectacular caída de los edificios más emblemáticos de Nueva York en una puesta en escena que le costó la vida a más de 3.000 personas. El Coloso en Llamas, aquella peli de Steve Mcqueen que hemos visto en la tele hasta la saciedad, no caía a pesar de ser pasto de las llamas y, sin embargo, en pleno siglo XXI las dos torres se derrumbaban sin dejar siquiera el armazón en pie. Lo que sucedió a partir de ahí forma parte de nuestra historia más reciente pero también más cruel: los bomberos y policías muertos por el polvo tóxico; los enfermos protagonistas de Sicko (Michael Moore) que sufren las consecuencias de su proximidad a la zona cero y que nunca recibieron ayuda del Estado; Guantánamo; la psicosis en los aeropuertos; la islamofobia mundial; la caza de Bin Laden; Afganistán y un largo etcétera constituyen el legado de un atentado que, aún hoy, sigue siendo una gran mentira. Éste fue el punto de inflexión para que el cowboy tejano hiciese a cara descubierta lo que hacía años que hacía en la sombra: manejar el mundo como si fuera su propio tablero de ajedrez. El 11-S fue el punto de partida de un juego en el que todos los participantes pertenecían al mismo bando: senadores, congresistas, militares, poder económico, servicios de inteligencia... Ellos pusieron a los malos, los crearon, los inventaron y luego se lanzaron a darles caza mientras el resto del mundo asistía impresionado a una situación global de pánico y terror que dura hasta nuestros días. Hace unos meses el malo malísimo, Gerónimo, fue eliminado. Hoy, gracias a América, podemos vivir tranquilos. Una vez más, Hollywood creó al monstruo y acabó con él. No importa que no hayan comprado tickets para el próximo taquillazo. Se está cociendo aunque no sepamos dónde ni cómo. Pero no duden que, una vez más, asistiremos al estreno como invitados de lujo. The end.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Palestina, una cuestión de blanco y negro

Ver el mundo sólo en bicolor tiene algunas ventajas en lo que a ser tajante en cuestiones importantes se refiere. Ya sé que, a veces, los matices cuentan mucho pero.... creo que casi siempre nos escudamos en ellos para no expresar en voz alta lo que tenemos claro en nuestro interior. Dentro de unos días se reúne la ONU para tratar "el problema palestino" y el engranaje israelí ya se ha puesto en marcha para recabar apoyos, llegando incluso a tocar a la puerta de la Moncloa, algo que no deja de sorprenderme habida cuenta de la escasa repercusión que tenemos en el resto del mundo por muy pro palestinos que seamos. El caso es que el señor Netanyahu quería asegurarse de que Israel tendría el soporte de España para rechazar la propuesta de adhesión de Palestina a las Naciones Unidas alegando que va contra los acuerdos de Oslo y que podría desencadenar una ola de violencia. Y yo me pregunto, ¿violencia por parte de quién?
Me temo que, al final, Israel se saldrá con la suya porque para ser cuatro y el del tambor, los judíos tienen muchísimo poder así que de nada valdrá el apoyo de los 140 países que ya se han manifestado a favor de los árabes. Pero, entonces, al final, más de lo mismo. Los acuerdos de Oslo no hablan ni de Jerusalén ni de los refugiados ni de los asentamientos judíos y, claro, eso le conviene que se mantenga intacto a los israelíes pero ¿qué pasa con los árabes? ¿lo que ellos quieren no cuenta? ¿Acaso no sufren mucho más las consecuencias del conflicto? Los refugiados malviven en los campamentos mientras los judíos juegan a ser héroes -cobrando salarios astronómicos- aceptando vivir enjaulados en territorio palestino sólo para fortalecer su presencia en el terreno. Y así seguirá todo, por mucho tiempo. Ya se encargarán ellos de que así sea.
El problema, como siempre, es que la política no es sólo lo que vemos, de hecho es justo lo que no vemos y de nada sirve que Obama quiera cambiar la situación porque es el poder económico el que realmente rige nuestros destinos y no es cuestión de tirar piedras sobre su propio tejado... Más de 40 años después del inicio de la ocupación, creo que los palestinos no van a tirar la toalla porque resistir es lo único que les queda, aunque todos les apoyemos de boquilla y nada más. Pero los judíos tampoco tienen nada mejor que hacer que tratar de asfixiarles. En Israel se vive muy bien a pesar del conflicto, se obvia la situación y la gente hace una vida occidental totalmente normal, nada de guerra constante en las calles. Esto suena al cuento de la Buena Pipa, que me contaba mi abuela de pequeña y nunca tenía fin.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

El "Eid" de Ramadan

Ayer hizo una semana que celebramos el Eid al fitr, el día que marca el final del mes de Ramadan, del ayuno y de la reflexión y que constituye una gran fiesta de hermandad para todos los musulmanes. Aprovechando las ventajas de mi trabajo me tomé el día libre y acepté la propuesta campestre de mi pequeña gran familia catalano-musulmana. Barbacoas, comida a tutiplén, coches cargados de niños y un día poco caluroso fueron los ingredientes principales de una jornada que se desarrolló a la sombra de los árboles que poblaban el merendero en el que nos instalamos. A lo tonto a lo tonto, nos juntamos 75 personas, contando a la legión de pitufos, de nacionalidades y rasgos muy diversos aunque con el Islam como denominador común.
La jornada transcurrió de la misma manera que cualquier otra reunión campestre de amigos salvo por las pequeñas interrupciones en las charlas y en los fogones para cumplir con las oraciones preceptivas. Fue la primera vez que recé al aire libre y debo decir que me encantó. Supongo que el hecho de ser los únicos en aquel paraje hizo que no me sintiera incómoda ante las miradas de gente ajena al grupo. La verdad es que me resultó incluso gracioso ver cómo, de repente, surgían alfombras, toallas y esterillas de los lugares más insospechados, para que pudiéramos estar cómodos. No deja de sorprenderme el hecho de que los niños, los más pequeños, aquellos que apenas comienzan a dar sus primeros pasos en firme, se aferran a sus padres y repiten sus movimientos con una naturalidad pasmosa y participan, siquiera por unos minutos, de la tranquilidad que acompaña a los momentos del rezo.
Fue un día realmente estupendo, una de esas jornadas en las que te debates entre rendirte al cansancio o continuar departiendo con los que aún no se han marchado. Sé que a muchos les parece que veo demasiados pajaritos últimamente pero es que es así como me siento. En realidad no es nada tan distinto, o tal vez sí, pero el hecho es que me siento bien, no es sólo que pase un rato ameno con gente que te hace sentirte querida sino que te olvidas por completo del reloj y disfrutas de una jornada en la que el aire parece diferente. Tal vez vivirlo sea la única forma de poder entender lo que trato de transmitir pero el hecho es que me siento bien, tanto que lo único que echo de menos es tener cerca a aquel con quien me gustaría compartirlo.