lunes, 28 de mayo de 2012

Asteriscos y puntos finales

Me levanto tantas mañanas intentando convencerme de que dejarse guiar por el corazón es una pérdida de tiempo que a veces creo que voy a enloquecer. Veo a tanta gente que va a lo suyo, saca su calculadora y actúa sin importarle nada, que hay momentos en que les envidio por ser capaces de abstraerse de su corazón y aplicar tan sólo la razón para obtener lo que quieren. Pero lo cierto es que no me cambiaría por ellos, moriré pensando que están equivocados, que tal vez tengan un cierto éxito pero que jamás serán tan felices como quien sigue a su corazón dondequiera que éste le guíe porque tal vez esté ciego, tal vez ignore los riesgos pero el resultado final, dure lo que dure, siempre habrá merecido la pena. Si Dios hubiera querido que actuásemos sólo por la razón, nadie sufriría por ser distinto a los demás, por que su lógica le diría que lo más inteligente sería mimetizarse con el ambiente, pasar desapercibido, ser uno más y, entonces, la Historia se hubiera escrito de forma diferente. Pero ahí están ellos: quienes luchan por sus creencias, por su identidad, por su raza, por sus derechos, por la vida, por sus hijos, por obtener la felicidad, por alcanzar un paraíso que te gritan que no existe. Lo mío nunca han sido los puntos finales. Puntos y aparte a millones, pero siempre enlazados, siempre conectados, siempre continuos, coherentes. Tal vez por eso nunca haya dejado de escribir, sobre lo que sea, tal vez por eso sea incapaz de resignarme, tal vez por eso lucho contra viento y marea por lo que creo, caiga quien caiga. El truco está en fragmentar la realidad, en tratar de alcanzar soluciones parciales para atajar un problema que parece inmenso pero que, visto en pequeños trozos, es un obstáculo más que abarcable.
A pesar de la tormenta sigo aquí, no importa cuanto tarde en avistar tierra, ni que el farero haya decidido tomarse un descanso aprovechando que no hay pesca ni salen barcos a faenar. Estoy en una balsa, tengo agua y día a día supero las naúseas que me produce el olor a pescado fresco, sé que voy a sobrevivir, sé que esta historia no termina aquí, sé que el asterisco tiene una nota al pie de la página, una nota que dice: "confía en tu corazón". Ahora no veo el faro y tengo miedo de que caiga la noche, sin embargo, tengo mis aliados, sé que alguno le recordará al farero que tiene una misión, que un día, en el momento más inesperado, le pillarán con la guardia baja y le recordarán que el mar es su vida y él, en lugar de salir corriendo o cambiar de tema, se quedará en silencio, dejando que esos que ahora le arropan le digan cuánto se ha equivocado, le hagan ver que, aunque lo niegue, se ahoga en tierra firme, echa de menos el rumor de las olas y necesita su brújula. Tal vez ellos no sean fareros, ni sepan cuán dura puede ser la mar, sin embargo, saben leer la nostalgia en sus ojos, la duda en sus actos, la obstinación en su pensamiento, y le dirán, si les deja, que la única medicina posible para alcanzar la felicidad es volver al faro, aún a riesgo de que un día, un iracundo maremoto, aliado con un potente tsunami, eche abajo la torre con él dentro. Por todo ello, sé que todo irá bien, que la noche sólo durará un ratito, que luego lucirá el sol de nuevo y que, de pronto, un día, el farero regresará, encenderá la luz, me verá en el horizonte y vendrá a rescatarme. Sólo es cuestión de paciencia. Él sólo tiene que cumplir su palabra. No tengo miedo a la aparente contundencia de sus números, mi arma es infinitamente más poderosa, tengo fe en que sobreviviré, en que todo irá como deseo. No hay punto final, sólo unos puntos suspensivos, tras los cuales, la historia se tornará más potente, más emocionante, más llena de vida con un giro inesperado que le hará hincar la rodilla cual caballero andante.

viernes, 18 de mayo de 2012

Rumores

Estoy haciendo un interesante curso de una red municipal llamada Xarxa Antirumors que pretende formar a los ciudadanos, pertenezcan o no al tejido asociativo, en materia de interculturalidad. Básicamente, se trata de enseñarnos a desmontar los estereotipos que tenemos y a facilitarnos las herramientas adecuadas para desmontar todas esas visiones negativas que tenemos de los demás (no sólo de los extranjeros sino de los miembros de otros grupos de edad, de otros colectivos de trabajadores, a los procedentes de otras provincias) y tratar de influir en nuestro círculo más cercano para que cambien esas imágenes por otras que se ajusten a la realidad y nos permitan enriquecernos de la diversidad de quienes no tienen la misma edad, la misma lengua, el mismo color de piel o la misma extracción social que nosotros.
En la jornada de ayer, tuvimos una intensa sesión de cuatro horas con Lola López, antropóloga coordinadora del Centro de Estudios Africanos, que impartió una excelente charla en la que desgranó la esencia de nuestro pensamiento, haciéndonos ver hasta qué punto nuestro pensamiento está condicionado desde nuestra más tierna infancia por una serie de patrones de conducta que nos transmiten nuestras madres y que luego desarrollamos en sociedad.
Hablábamos, por ejemplo, de España. Nosotros, obviamente, nos vemos como el sur de Europa y consideramos a todo lo que viene de África como subdesarrollado, analfabeto, un lastre, una amenaza para nuestro sistema de bienestar, etc. Sin embargo, si echásemos un vistazo más al norte, veríamos que todo eso que achacamos a los africanos, es lo que dicen de nosotros los avanzadísimos y rubísimos nórdicos y centroeuropeos. Para ellos, somos los PIGS (Portugal, Italy, Greece and Spain), vamos, los cerdos, los parásitos, los que amenazan el sistema de bienestar europeo, los que viven de las ayudas de Alemania, los que se benefician de su sistema sanitario sin apenas aportar una pequeña parte de lo que reciben a cambio y los que son más vagos que unos chicharros. ¿Os suena? Es exactamente lo mismo que nosotros decimos, por ejemplo, de los marroquíes o de los latinoamericanos. Sin embargo... no se nos ocurre pensar que alguien pueda decir algo semejante de nosotros, Nosotros, que somos tan civilizados, tan europeos, tan modernos, tan avanzados, tan occidentales.
López explicaba que el fin de los estereotipos no es otro que el de proporcionarnos sensación de seguridad al enfrentarnos a un universo tan inabarcable como es la diversidad cultural. Necesitamos encasillar a la gente, etiquetarla, para saber a lo que nos enfrentamos, de ese modo, podremos establecer mecanismos de autodefensa ante la amenaza que supone una persona que tiene un esquema mental y una escala de valores totalmente diferentes a los míos.
Y es que es ahí, precisamente, donde echa raíces el imperialismo occidental, en el miedo a la diferencia. Los medios, la política, la economía.... todo se sostiene en base a la universalización, si eliminamos la diversidad, la discrepancia, la nota discordante, el rebaño será infinitamente más sencillo de gobernar. Por ese motivo nos esforzamos tanto en "integrar" a los demás, por eso nos molesta que sean diferentes, porque no sabemos qué hacer ante personas con estructuras de pensamiento que nada tienen que ver con la nuestra. Vivimos una permanente falsa sensación de libertad que está enraizada en nuestro nivel mítico más profundo y que nos lleva a pensar que somos absolutamente libres para decidir cuando, en realidad, el hecho es que no es que decidamos libremente no salir en ropa interior a la calle aunque tengamos mucho calor sino que "ni siquiera lo pensamos luego no lo deseamos y por tanto no lo hacemos y como no lo hacemos, nadie nos lo impide por lo que, entonces, somos libres". La esencia del silogismo. Éste es uno de mis favoritos:

Imagínate un pedazo de queso suizo, de aquellos bien llenos de agujeros.
Cuanto más queso, más agujeros.
Cada agujero ocupa el lugar en el que habría queso.
Así, cuantos más agujeros, menos queso.
Cuanto más queso, más agujeros y cuantos más agujeros menos queso.
Conclusión: Cuanto más queso menos queso.


domingo, 13 de mayo de 2012

Sabemos sólo lo que quieren que sepamos


No me gusta nada el rollo pijo sociata que llevan los actores en España. No sé. No me lo creo. Me parece más oportunismo que sinceridad. Algo así como la preocupación de Clooney por Darfur. Queda muy bien en la foto pero ellos siguen viviendo rodeados de lujo y excesos y... bueno, tampoco es que tengan que vivir debajo de un puente pero...
Bueno, el caso, es que a pesar de todo ello, no puedo por menos que estar de acuerdo con este vídeo en el que se reclama el derecho de los familiares a recuperar a sus muertos. Y es que Daniel Estulin tiene razón. El otro día escuché una entrevista suya (http://www.danielestulin.com/etiquetas/onda-cero-donosti/) a propósito de su último libro El Instituto Tavistock en el que explica cómo a través de este centro, creado por Rockefeller tras la segunda guerra mundial y cuyo objetivo es el control mental, se ha lavado el cerebro de las tres últimas generaciones sin que nadie haya siquiera protestado. Como ejemplo ponía a Cuéntame de la que decía que "no muestra la realidad de la época, la historia, sino que se centra en tonterías del tipo chico ama a chica". Según explicaba Estulin, autor del afamado Club Bilderberg, el control ejercido por el poder a través de la telebasura permite controlar a la masa sin necesidad de utilizar la opresión de los dictadores. "Tavistock busca métodos con los que manipular a la masa explotando su ideología. Primero creando numerosos grupos sociales y después poniéndolos en situaciones competitivas: raza contra raza, etc. Subdividiendo más y más hasta hacer grupos muy pequeños, de este modo, se vuelve a la soberanía mundial más infantil, más amoral [...] Y esto hace más fácil el control de las personas. Las personas sin una moral definida son más fáciles de dominar".
A algunos les puede parecer exagerado que un instituto pueda ser el causante de proyectos de ingeniería social como: el movimiento hippy, Vietnam o los papeles del Pentágono, que según Estulin, "fueron planificados de antemano" pero... si atendemos a la falta de información, a la manipulación de la Historia o a la educación sesgada que se ofrece en los colegios.... todo empieza a encajar. Desde "el río Ebro nace en un lugar desconocido entre las montañas" que ofrecían algunos libros de primaria de Uriolistán hace ya más de una década hasta el hecho de que nunca se llegue, en la asignatura de Historia, a dar el franquismo. Y eso que entre medias nos saltamos Al-Andalus y las dos repúblicas. Yo, que he tenido la suerte de no padecer ningún drama familiar a propósito de la Guerra Civil, soy una completa ignorante al respecto, mientras que en Uriolistán es bastante usual encontrarse a gente que, de una u otra forma, la sufrieron, bien fuera con muertos o con exilios. Por eso, cuando veo el oscurantismo que rodea a la Guerra Civil, pienso que tal vez tengan razón quienes prefieren no remover el pasado para no abrir de nuevo las heridas de las dos Españas pero cuando pienso que el PSOE, heredero del bando republicano, ha puesto tantas trabas y ha mandado a Garzón al exilio, pienso que tal vez, no sea todo tan fácil como un simple dos más dos. Sea como fuere ya va siendo hora de que abramos los ojos y dejemos de ser simples marionetas al servicio de unos pocos. Como dice Estulin, apaguemos la televisión, salgamos del círculo de la manipulación mediante la sed de conocimiento, la investigación y la crítica constante. Solo así podamos, tal vez, no solo cerrar por fin las heridas sino evitar tropezar dos veces con la misma piedra.