viernes, 12 de septiembre de 2008

¿Integración?

Estos días, Pekín sigue concentrando la actividad deportiva mundial aunque el 80% de la población española -siendo generosos- lo ignore. Tras la excelente cobertura mediática que se le ha proporcionado a las Olimpiadas, los Juegos Paralímpicos están transcurriendo sin pena ni gloria y es que su presencia en los medios de comunicación de nuestro país es casi inexistente (sólo La 2 emite resúmenes diarios).

Frente a los 286 deportistas olímpicos que desplazó España están los 133 deportistas paralímpicos que representan estos días a nuestro país y que son los que verdaderamente hacen grande el nombre de España si atendemos a los resultados: en Atenas los olímpicos lograron 19 medallas mientras que los paralímpicos regresaron con 71 metales, ahí es nada. Con estos datos en la mano y sabiendo que desde Barcelona 92 los paralímpicos no han bajado de los 70 metales -una cifra con la que ni sueñan los olímpicos-, tal vez debamos preguntarnos si algún día seremos capaces de reconocer el mérito de estos deportistas que cada día nos demuestran que aún estamos a años luz de la plena integración de los discapacitados.

Si preguntamos a los programadores y jefes de informativos probablemente nos digan que el fútbol o las olimpiadas proporcionan muchos más ingresos e interesan más al público aún a pesar del enorme esfuerzo que puede suponer para una persona con discapacidad física disputar, por ejemplo, un partido de tenis. La Cadena SER entrevistó ayer a uno de nuestros medallistas, Pablo Cimadevila, un gallego que ha logrado el bronce en los 200 metros estilos de natación a pesar de estar postrado en una silla de ruedas. Muy amablemente atendió a la emisora y aprovechó esos minutos de gloria para quejarse de la escasa cobertura mediática que les dedican en España a pesar de que los aficionados chinos los tratan como verdaderos héroes y abarrotan cada día las instalaciones deportivas de Pekín sólo para verles.

Con este oportuno reproche recibido en directo como un jarro de agua fría por el locutor, cabe hacer una reflexión sobre el porqué de esta situación. Por un lado, creo que los periodistas jugamos un papel muy importante a la hora de normalizar ciertas realidades, y la discapacidad es una de ellas, pero está claro que no somos los únicos culpables. Porque, ¿cómo es posible que los propios Comités Olímpicos y Paralímpicos hagan distinciones entre deportistas? Cimadevila denunció ayer que un oro olímpico se paga en España a 94.000 euros mientras que el oro Paralímpico se cotiza a 9.000 euros. ¿No es esto el mundo al revés? Definitivamente, no somos tan listos ni vivimos en una sociedad tan avanzada como a veces nos creemos.

En Atenas, España obtuvo 19 medallas olímpicas y estábamos de lo más orgullosos mientras que donde realmente somos una potencia mundial -en los Juegos Paralímpicos- apenas si se hace una breve mención. Los datos de este año son 18 medallas olímpicas frente a 43 paralímpicas y eso que aún quedan 5 días de competición. Está visto que, a pesar de las dificultades, los paralímpicos son mejores. Tal vez sea el momento de comenzar a enmendar nuestros errores y reconocer, de una vez por todas, los méritos de aquellos que ni son olímpicos, ni juegan al fútbol porque hay muchos más deportes que merecen nuestra atención. Así lo reprochaba ayer Pablo Cimadevila: "importan más las estupideces que dice Maradona sobre Messi que el papel que pueda estar realizando España en Pekín en los Juegos Paralímpicos, es una pena".

miércoles, 20 de agosto de 2008

Podemos

Sí, sí, podemos. Podemos superar nuestras fobias, evolucionar, dejar de dar la nota y, por fin, sentirnos orgullosos de nuestros colores, de nuestra bandera, de ser españoles sin que por eso nadie piense que somos unos fascistas, franquistas, nacionalistas o cualquier otra cosa. Yo sólo se quién fue Franco por los libros de historia porque cuando nací acabábamos de estrenar la democracia. A pesar de no haber vivido la dictadura, por alguna extraña razón a los de mi generación no se nos enseñó a querer a nuestro país, a ser patriotas sino que nos reímos del himno, denostamos la bandera e incluso, según las zonas, nos cuesta admitir que somos españoles. Creo que el sentirte parte de una región, de una autonomía, no tiene que implicar directamente renegar de tu nacionalidad que aunque a muchos les pese, en este Estado, nación, monarquía o como cada uno lo quiera llamar, es la española.

Evidentemente las diferencias entre los territorios son notables: comidas, costumbres, expresiones, lenguas y climas determinan nuestra forma de ser. Los cántabros nada tenemos que ver con los andaluces o, incluso, con los madrileños pero eso no quiere decir que no tengamos rasgos comunes. La lengua, la historia, la forma de divertirnos, nuestra hospitalidad para con los foráneos.... todo eso nos une aunque no lo queramos ver. Hasta hace bien poco llevar los colores de España en el móvil, en una pulsera o, simplemente, colocar una bandera en el balcón era considerado de fachas.

Sin embargo, ha sido el deporte el que ha logrado lo que parecía imposible: que nos sintamos orgullosos de nuestra nación, que queramos gritar a los cuatro vientos que somos españoles con el mismo entusiasmo que lo hacen: argentinos, brasileños, estadounidenses, franceses o británicos. Después de coronarnos campeones del mundo de baloncesto en Japón y con la flamante Eurocopa 2008 en nuestras manos, parece que por fin, enterramos nuestras fobias y sacamos pecho. Mires donde mires la gente se muestra orgullosa de ser española del mismo modo en que presumimos de ser cántabros cuando el Racing entra en Europa, de ser asturianos como Fernando Alonso o de ser mallorquines si hablamos de los éxitos de Nadal. Podemos fomentar nuestra identidad regional y sentirnos orgullosos de nuestro país. El deporte nos ha mostrado el camino. Podemos.

domingo, 27 de julio de 2008

¿Los duros comienzos de Prats y Piqueras?

Leo ayer El Mundo y me encuentro con una suculenta página de relleno sobre "los duros comienzos como becarios" de grandes figuras de la comunicación como Pedro Piqueras, Antonio Lobato, Manolo Lama y Mara Torres. No sé si echarme a reír o directamente llorar.
¿Duros comienzos? Analicemos, por favor, de lo que hablan: llevaron muchos cafés, les tocó hacer muchas fotocopias; padecieron alguna que otra novatada o metieron la pata hasta el fondo en un directo. Aparte de eso, NADA. Lama entró en la SER y sigue allí después de 25 años. Durísimos comienzos. Mara Torres también, comenzó a trabajar un mes de julio, se quedó sin vacaciones pero estuvo 12 años en la radio, llegó a presentar Hablar por Hablar y ahora conduce uno de los mejores informativos de la televisión en España. ¡Qué duro!
Ya sé que ellos no tienen la culpa de que se escriba sobre sus inicios pero es que no sé si piensan que alguien puede, realmente, plantearse que eso puede calificarse como duros comienzos. Si algún día me hago famosa entonces sí que se va a saber realmente lo que es tener unos comienzos duros: con 28 años y pico llevo seis currando. He vivido en Cantabria, Ceuta y Madrid y a pesar de que tengo movilidad geográfica sigo sin encontrar un trabajo fijo y digno. He trabajado en sitios en los que he estado muy a gusto y en los que han estado contentos con mi trabajo pero da igual. Estuve ocho meses en paro, subiéndome por las paredes, envié 250 currículos (perfectamente archivados para no repetir envíos) y acabé en Ceuta trabajando doce días, descansando tres y sin cobrar pagas extraordinarias, aunque, eso sí, a cambio vivía en una ciudad bastante interesante periodísticamente y con playita. Pero a 1.000 kilómetros de mi casa.
Después de mil vueltas llegué por fin a la tierra de las oportunidades, Madrid. Un año de trabajo infernal y luego al paro de nuevo. Un trabajo de seis semanas y de nuevo estoy viendo el abismo. El del paro, claro. Tengo experiencia en radio, soltura y buena voz. Hablo idiomas y soy buena en mi trabajo. No soy lo que se llama "una tía cachonda" pero tampoco tengo que salir a la calle con una bolsa de papel en la cabeza. Soy simpática y estoy deseando que me manden a Pernambuco, a los Juegos Olímpicos o, simplemente, a la mierda siempre que tenga los gastos pagados, claro. Pero da igual. No hay trabajo. Las joyas que ofrecen por ahí son de 12.000 euros brutos al año por trabajar jornada completa, tener dedicación exclusiva, hablar chino, ruso y alemán y, encima, poner buena cara todas las mañanas.
Con 28 años y pico sigo sin tener ciudad de residencia fija, comparto piso y estoy de nuevo en el paro. ¿Realmente tengo que sentir pena por estos sufridos "becarios mediáticos"? No. Ninguna. Eso no son duros comienzos. Eso es enchufismo, tener padrino o tener una suerte increíble estando en el lugar adecuado en el momento preciso pero no son duros comienzos. Para comienzos duros los míos, que después de seis años siguen siendo "comienzos". Los míos y los de decenas de amigos: los que optan por cambiar de profesión; los que trabajan por 1.000 euros haciendo programas radiófónicos de noche; los que se quedan en el periódico de su pueblo cobrando una miseria y sin derecho de réplica porque a la mínima te vas a la calle o los que tienen que ver cómo el intruso de turno, sin tener formación ni una base lingüística ni gramatical, está trabajando a tu lado cobrando el triple sólo porque todo el mundo conoce a este tío que a lo máximo a lo que ha llegado ha sido a ser jefe de su escalera. ¿Duros comienzos? Por favor!!!!

viernes, 13 de junio de 2008

Ser político para crear un mundo mejor

Las aspiraciones políticas de Nathan Petrelli se basan -afirma él- en su necesidad de contribuir a que el mundo sea un lugar mejor y más seguro para todos. Me gustaría pensar que los políticos de verdad -no los de ficción, como es el caso- se levantan cada mañana con esa máxima como 'leit motiv' pero lo cierto es que no creo, ni por un instante, que sea así.

Y es que, de serlo, ¿acaso nos tomarían el pelo diariamente como lo hacen? En mi mundo ideal desde luego que no. Hace más de seis meses que la crisis se deja notar en toda España pero el Gobierno se empeña en negar lo evidente, como si los ciudadanos fueran idiotas o creyeran aún en los Reyes Magos. Mientras, la oposición cumple con su papel y habla de crisis con la misma fuerza con que la negaría si estuviera en el poder. La candidatura de Madrid 2016, el "podemos" de la Eurocopa, la Expo Zaragoza 2008, lo malísimos que son los chinos con esa contaminación que va a acabar con todos los deportistas de élite del mundo en los Juegos Olímpicos de este verano, el culebrón Cristiano Ronaldo... cualquier cosa sirve para enmascarar la realidad, para que nos centremos en otros asuntos, para que no miremos ni nos interesemos por la inflación.

Al final, pasó lo que tenía que pasar. Llegó la huelga y cundió el pánico y eso que las reminiscencias de la guerra y la posguerra civil españolas ya son sólo eso, lejanas reminiscencias. Apenas una semana después y sin que, afortunadamente, el hambre haya llegado a nuestros hogares -no al menos por la huelga de transportistas, quién sabe si lo hará por la crisis- parece que todo está solucionado. ¿Y cuáles son las consecuencias? Sin duda, grandes pérdidas para los productores, menos ganancias para los intermediarios, pánico para parte de la ciudadanía y nada, absolutamente NADA, para la clase política. ¿O aún queda algún ingenuo que piense que los políticos se han preocupado por esto más allá de lo puramente egoísta?

A veces me cogería una mochila y me iría al fin del mundo, a vivir como un ermitaño pero luego pienso: "¡qué cansancio! ¡qué agujetas! ¡qué aburrimiento! Sola, sin nada que hacer ni nadie a quién criticar". Así que, por el momento prefiero seguir por aquí, comprobando cada día que la Política no esconde tan altos valores tras de sí como la ficción nos invita a pensar.

lunes, 28 de abril de 2008

¿Para qué sirve la Universidad?

En mi caso está visto que para bien poco si nos fijamos en el fin último de estudiar una carrera: conseguir un trabajo adecuado a tu formación. Eso sí, aprendí, disfruté mucho y viví miles de cosas que, de haber detenido mis estudios al finalizar el bachillerato, nunca hubiera vivido. Sin embargo, en lo que se refiere al trabajo.....

El título en sí es bonito aunque aún no he encontrado un sitio en el que colgarlo. Sirve para estar orgulloso de haberlo sacado aunque ya hay quienes me han recriminado el haber pasado por allí: "claro, como tú has ido a la Universidad...", no sé, como si fuera un delito!! Pero vamos, que para lo demás...... haciendo un balance de estos últimos cinco años no puedo ver cosas muy positivas: mis padres se gastaron un pastón, yo puse mi granito de arena para sacar adelante los cursos y ya está. Tal cual.

Tan sólo en uno de mis cinco trabajos me han pedido que les muestre el título, el salario es un puto asco, he estado dos veces en el paro (eso sí, afortunadamente viviendo de los contribuyentes) y nada presagia que todo vaya a cambiar. Ya se sabe que en este país ser universitario, tener conocimientos de idiomas y aptitudes profesionales no son valores en alza que digamos así que, ya lo veo, pronto estaré peleándome por ser dependienta o cajera, mi sueño dorado.

Total, ¿algún político se preocupa DE VERDAD por los jóvenes? No. ¿Para qué? Con la de millones de viejos que tenemos ¿para qué preocuparnos de la juventud? Al fin y al cabo, en algún momento llegarán a la jubilación y ahí, y sólo ahí, nos preocuparemos de su existencia, les daremos cuatro viajecitos a Benidorm o a Galicia y, hale, tan contentos. Mientras, que se ahoguen con las hipotecas, que trabajen gratis como becarios y que no hagan demasiado ruido y para eso, que vivan con sus padres hasta que puedan vivir de sus hijos. Pero eso sí, que aprendan inglés desde los 3 años y que puedan negociar con el casero un reparto equitativo de esas irrisorias ayudas para el alquiler.