domingo, 11 de septiembre de 2011

11-S, el día que cambió todo

Hoy se cumplen diez años de la caída de las Torres Gemelas y recuerdo como si fuera ayer lo que hacía en el preciso momento en el que una estupefacta Ana Blanco iba narrando al son de las imágenes que llegaban en directo. Acabo de ver de nuevo el vídeo y no puedo por menos que reafirmarme en mi convicción de que aquel día asistimos a la mayor superproducción hollywooodiense. Los aviones que chocan, las torres que se ennegrecen en su parte superior como consecuencia de las llamas y la espectacular caída de los edificios más emblemáticos de Nueva York en una puesta en escena que le costó la vida a más de 3.000 personas. El Coloso en Llamas, aquella peli de Steve Mcqueen que hemos visto en la tele hasta la saciedad, no caía a pesar de ser pasto de las llamas y, sin embargo, en pleno siglo XXI las dos torres se derrumbaban sin dejar siquiera el armazón en pie. Lo que sucedió a partir de ahí forma parte de nuestra historia más reciente pero también más cruel: los bomberos y policías muertos por el polvo tóxico; los enfermos protagonistas de Sicko (Michael Moore) que sufren las consecuencias de su proximidad a la zona cero y que nunca recibieron ayuda del Estado; Guantánamo; la psicosis en los aeropuertos; la islamofobia mundial; la caza de Bin Laden; Afganistán y un largo etcétera constituyen el legado de un atentado que, aún hoy, sigue siendo una gran mentira. Éste fue el punto de inflexión para que el cowboy tejano hiciese a cara descubierta lo que hacía años que hacía en la sombra: manejar el mundo como si fuera su propio tablero de ajedrez. El 11-S fue el punto de partida de un juego en el que todos los participantes pertenecían al mismo bando: senadores, congresistas, militares, poder económico, servicios de inteligencia... Ellos pusieron a los malos, los crearon, los inventaron y luego se lanzaron a darles caza mientras el resto del mundo asistía impresionado a una situación global de pánico y terror que dura hasta nuestros días. Hace unos meses el malo malísimo, Gerónimo, fue eliminado. Hoy, gracias a América, podemos vivir tranquilos. Una vez más, Hollywood creó al monstruo y acabó con él. No importa que no hayan comprado tickets para el próximo taquillazo. Se está cociendo aunque no sepamos dónde ni cómo. Pero no duden que, una vez más, asistiremos al estreno como invitados de lujo. The end.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

The world is a stage

Nubenegra dijo...

Of course it is but I am unwilling to believe it. In the depth of my heart I still believe that the world can be a better place, that good feelings are stronger and easier to find all around the world.

Anónimo dijo...

¿El islamismo radical no tiene culpa nunca de nada? Espero un sí o un no, gracias.

Nubenegra dijo...

Yo no he dicho nada semejante. Claro que hay un islamismo radical que se dedica a matar o imponer su critero a todo aquel que no comparte su particular visión del mundo. Miremos a los talibanes en Afganistán, que cerraron las escuelas e impusieron el burka. Sólo digo que las cosas no son tan sencillas como nos las venden: ni los buenos son tan buenos ni los malos tan malos. Para ser más tajante: claro que el islamismo radical también tiene la culpa.