viernes, 13 de junio de 2008

Ser político para crear un mundo mejor

Las aspiraciones políticas de Nathan Petrelli se basan -afirma él- en su necesidad de contribuir a que el mundo sea un lugar mejor y más seguro para todos. Me gustaría pensar que los políticos de verdad -no los de ficción, como es el caso- se levantan cada mañana con esa máxima como 'leit motiv' pero lo cierto es que no creo, ni por un instante, que sea así.

Y es que, de serlo, ¿acaso nos tomarían el pelo diariamente como lo hacen? En mi mundo ideal desde luego que no. Hace más de seis meses que la crisis se deja notar en toda España pero el Gobierno se empeña en negar lo evidente, como si los ciudadanos fueran idiotas o creyeran aún en los Reyes Magos. Mientras, la oposición cumple con su papel y habla de crisis con la misma fuerza con que la negaría si estuviera en el poder. La candidatura de Madrid 2016, el "podemos" de la Eurocopa, la Expo Zaragoza 2008, lo malísimos que son los chinos con esa contaminación que va a acabar con todos los deportistas de élite del mundo en los Juegos Olímpicos de este verano, el culebrón Cristiano Ronaldo... cualquier cosa sirve para enmascarar la realidad, para que nos centremos en otros asuntos, para que no miremos ni nos interesemos por la inflación.

Al final, pasó lo que tenía que pasar. Llegó la huelga y cundió el pánico y eso que las reminiscencias de la guerra y la posguerra civil españolas ya son sólo eso, lejanas reminiscencias. Apenas una semana después y sin que, afortunadamente, el hambre haya llegado a nuestros hogares -no al menos por la huelga de transportistas, quién sabe si lo hará por la crisis- parece que todo está solucionado. ¿Y cuáles son las consecuencias? Sin duda, grandes pérdidas para los productores, menos ganancias para los intermediarios, pánico para parte de la ciudadanía y nada, absolutamente NADA, para la clase política. ¿O aún queda algún ingenuo que piense que los políticos se han preocupado por esto más allá de lo puramente egoísta?

A veces me cogería una mochila y me iría al fin del mundo, a vivir como un ermitaño pero luego pienso: "¡qué cansancio! ¡qué agujetas! ¡qué aburrimiento! Sola, sin nada que hacer ni nadie a quién criticar". Así que, por el momento prefiero seguir por aquí, comprobando cada día que la Política no esconde tan altos valores tras de sí como la ficción nos invita a pensar.