miércoles, 2 de agosto de 2017

Reciclarse o morir

A veces, en la vida, uno echa la mirada atrás y piensa en las profesiones que imaginaba para sí mismo en la infancia y se ríe porque para nada encajan con su situación actual o con sus gustos de adulto. Sin embargo, otras veces, uno mantiene esos intereses que desarrolla más o menos en función del momento vital en el que se encuentre.
Cuando tuve que decidir qué carrera estudiar, mis opciones fueron cuatro: Historia, Derecho, Periodismo y Traducción. Las dos primeras eran mis soluciones de emergencia, las únicas que me gustaban en la universidad de mi provincia. Periodismo era la que más me tiraba en aquel momento y Traducción le seguía muy de cerca. Al final, convencí a mis padres de que enviarme fuera no era una locura así que estudié lo que quise y trabajé en ello durante once años. Después, aparqué mi profesión para desarrollar mi vida personal y, cuando quise volver al ruedo, me encontré con que mi empresa no tenía prisa por reincorporarme. Mientras tanto, y desde mucho tiempo antes, decidí explorar mi otra pasión: los idiomas. Comencé con cositas pequeñas como correctora de textos y poco a poco me fui adentrando en el mundo de la traducción de una forma más o menos profesional. 
Entre la decepción que ha provocado en mi una profesión, la de periodista, llena de intereses y engaños en la que el interés general apenas tiene relevancia; las dificultades para retornar a mi puesto y la maternidad y las prioridades que he establecido al respecto, trabajar como traductora freelance, desde mi casa y conforme a mis propios horarios, me pareció una opción de lo más tentadora.
Han sido varios los trabajos realizados, en distintos ámbitos e idiomas, pero los que más repercusión pública pueden tener son aquellos que ya están disponibles para el mercado global. Se trata de las traducciones literarias llevadas a cabo de la mano de Babelcube.
La experiencia ha sido estupenda y tengo ganas de repetir aunque el aspecto económico no entra en la ecuación pues el sistema de trabajo de esta editorial online es la de cobrar solo en función de las ventas, lo que puede llegar a ser una forma de trabajar gratis. Como los trabajos los eliges tú y todo queda claro desde el principio, no hay engaño posible aunque es verdad que te queda un sabor un poco agridulce cuando ves que te has esmerado una barbaridad en un proyecto que puede que no tenga ningún beneficio económico para ti. Sin embargo, nunca se sabe donde te puede salir un buen cliente así que....
Mi primer libro publicado ha sido de un autor de reconocidísimo prestigio: Antoine de Saint Exupéry. Piloto de guerra es un libro narrado en primera persona, real como la vida misma y, por esta misma razón, sobrecogedor en ciertos momentos en los que la lectura te sumerge en la dureza de la Segunda Guerra Mundial.