miércoles, 19 de julio de 2017

La mafia del Estado

Soy de las que cree firmemente en las fuerzas de seguridad y de las que camina tranquila por España sabiendo que, si lo necesitara, podría recurrir a cualquiera de ellas, o a la mismísima justicia, con tooodas sus pegas, y sentirme segura, protegida. Siempre me ha enorgullecido ver que el nuestro es un país por el que puedes caminar seguro, sabiendo que la policía está para protegerte, que no te va a pedir dinero a cambio de su ayuda ni va a estar metida en ninguna cosa sucia que ponga en peligro su labor ante la ciudadanía. Hasta que te topas con el gran poder, claro. Entonces, lo increíble comienza a suceder a un ritmo tal que incluso te planteas si te habrás cambiado de país sin darte cuenta.
Aquí las cosas funcionan, y funcionan bien. Los funcionarios, los trabajadores de la Administración son grandes profesionales que cobran un salario y no esperan que este se vea incrementado con las "aportaciones voluntarias" de los ciudadanos en el ejercicio de sus trabajos. Si salimos un poco de casa y vemos como funciona todo en algunos países árabes o de América... entonces, hasta el español más renegado tiene que reconocer que aquí vivimos de verdad en eso que se llama Estado del Bienestar y que pese a sus múltiples fallos, este es un lugar en el que se puede vivir tranquilo, sin miedo a que te maten por una minucia y, desde luego, sin miedo a toparte con un agente de la ley que haga de todo menos cumplir la legislación que, en teoría defiende. Eso para el común de los mortales, el españolito de a pie, el que tiene un trabajo normal, profesional liberal o no, pero sin grandes implicaciones políticas o económicas porque entonces....
Entonces, surgen los accidentes, los suicidios inesperados, los robos con violencia, las muertes naturales en personas totalmente sanas... aunque tampoco podemos olvidar las vergonzosas inhabilitaciones de miembros de la carrera judicial por ejercer su función con la máxima independencia. Es ahí cuando a uno le entran ganas de echarse a temblar.
Hoy ha muerto Miguel Blesa. Uno que sabía demasiado. Aparentemente se ha suicidado con un arma larga, así, sin más. En medio del desayuno se ha levantado un momento para aparcar bien el coche, porque, aun estando dentro de una finca privada, debía estar a punto de caducarle el tique del aparcamiento. Por el camino, ha pensado, "¿qué pinto yo en la cárcel, con lo bien que estoy de caza con mis amigos?" y entonces, ha cogido una escopeta y se ha pegado un tiro en el pecho, porque además de corrupto y encubridor, el caballero tenía un siniestro gusto por saber qué sentiría al perder la vida poco a poco si fallaba el tiro y tenía que esperar a morir desangrado.
Antes han sido otros muchos y los que te rondaré, morena. 
Pero no es esta la única víctima colateral de la 'Cosa Nuestra' también tenemos a los jueces Garzón y Silva, inhabilitados por ser demasiado respondones e independientes. Porque para estar "en la pomada" no es necesario ser competente sino, fundamentalmente, tener unas tragaderas inagotables y estar dispuesto a mirar a otro lado cuando sea necesario. Me pregunto qué pasará ahora con Granados e Ignacio González, o incluso cuál será el próximo movimiento de Aguirre porque si la lideresa hablara.... sin duda haría una purga en el partido del copón y estaría mucho más cerca de ser ella la que manejara los hilos de un grupo que no es que esté afectado por la corrupción sino que es corrupto en sí mismo. 
Me acuerdo de las películas y me pregunto si todos estos muertos tan oportunos, murieron sin dejar las cosas atadas "por si les sucediera algo". Todavía no tenemos ningún cable de Wikileaks en el que se saquen los trapos sucios que callaban Barberá y otros que han corrido su misma suerte. Me pregunto si Blesa habría pensado en algo de esto o si ese será el motivo por el que Bárcenas sigue aún paseando su cabellera plateada por ahí.
La gente tiene miedo a los podemitas, por si nos convertimos en esa Venezuela que vemos en televisión pero ahora somos una especie de Sicilia con decorado escandinavo que nos hace pensar que el sistema funciona y que las muertes accidentales, inesperadas y oportunas son solo eso. Bendita casualidad.