jueves, 27 de enero de 2011

El Nuevo Orden Mundial


Son muchos los que, desde hace años, vienen advirtiendo de los efectos nefastos hacia los que nos conduce este frenético ritmo de vida que lleva "el mundo desarrollado" a costa, por supuesto, de la opresión de los países del "Tercer Mundo". Pero aquí nadie escucha. Nos conformamos con tener algo de pasta para tomar unas cervezas y una bonita tarjeta de crédito que nos permita pagar, quién sabe cómo y cuándo, nuestras vacaciones anuales. Y lo demás no importa: la contaminación, la destrucción masiva de los bosques amazónicos, el deshielo de los polos, la hambruna, la desnutrición, la depresión, la infelicidad del hombre, la tiranía, ¿a quién le importa que casi 3/4 partes de la Tierra sufran nuestros desmanes? Sin embargo, aquí está, y de la forma más inesperada. Los árabes que tanto detestamos, esos que fueron ciudadanos de segunda cuando SUS países eran NUESTRAS colonias y que ahora no queremos ni ver en NUESTRO territorio, han alzado los puños para enfrentarse, con SUS vidas si es preciso, contra esa colección de dictadores que nos bailan el agua en los momentos adecuados y a los que, a cambio, dejamos que manejen sus países como si de su propio jardín se tratase. Hermanísimos, estudiosísimos, sapientísimos, humildísimos... cualquier adjetivo superlativo es aplicable para definir a esta sarta de déspotas que sólo son calificados como tales si nos llevan la contraria o no se pliegan a nuestras exigencias (Irán, Corea) y que, sin embargo, son aplaudidos y reverenciados con fervor si nos sonríen con cierta picardía (Arabia Saudí, China). Las protestas han empezado a la vuelta de la esquina, a las puertas de nuestra casa, pero es de esperar que sean seguidas por otros. Y es que el ejemplo de Samuel E'too cunde: "corro como un negro para vivir como un blanco". Tras años de opresión y sumisión a la vieja Europa y a la joven América (qué osadía la de apropiarse el nombre de todo el continente), la pobre África y la ignorada Asia han decidido que están hartas, saben que, aunque pobres, nos ganan por la mano porque son muchos más. Quizá ahora, por fin, el mundo se torne un lugar un poco más justo y habitable. Aunque sean muchos los que piensen que estamos abocados al desastre. Se acabó el estilo de vida Occidental (crecer a toda costa), toca reinventarse.

miércoles, 26 de enero de 2011

¡Dios tiene un plan para tu vida!

Este pequeño hombrecillo, que reparte hojas amarillas, estaba hace unos días en pleno centro de la ciudad abordando a quienes pasaban junto a él al salir a la superficie desde el suburbano. Le hice una foto disimuladamente con el móvil y aunque no se le reconoce, sí que logré retener el instante en el que, sin perder la sonrisa, prometía el paraíso a quien quisiera escucharlo. Obviamente todo el mundo lo ignoraba. En España no estamos acostumbrados a este tipo de pastoreo callejero, a que alguien nos inste, en plena calle, a replantearnos nuestra vida. Demasiado ocupados, demasiado importantes que diría El Principito.
El pequeño panfleto, del tamaño de una fotografía, decía en negrita: ¡Dios tiene un plan para tu vida! En apenas unas líneas se destacaba la esencia del cristianismo, en este caso en su vertiente evangélica: que Dios es el Creador, que el pecado nos separa de él, que entraremos en su reino si nos arrepentimos, que Jesucristo es el camino... A mí nunca me terminó de convencer este discurso ya que lejos de resolver cuestiones me planteaba aún más dudas pero, sin embargo, me parece todo un acto de valentía que, en los tiempos que corren, aún haya gente dispuesta a enseñarle a los demás la profundidad de su creencia, la esencia del Creador, aún sabiendo que la única respuesta que obtendrán ante tal esfuerzo sea un gruñido mañanero o la más absoluta indiferencia.

El Islam no es lo que crees


Bajo este sugerente título se presentaba ayer un libro en Casa Asia. Esperando encontrar un discurso interesante y, después de haber escuchado algunos elogios hacia su autor, me acerqué al lugar señalado. Creo que nunca en mi vida había presenciado una presentación literaria tan poco elegante y tan vacía de contenido. Su autor, un musulmán converso, tuvo la osadía de decir que nadie (ni arabistas, ni traductores, ni conversos europeos, ¡ni tan siquiera Tariq Ramadan!) había sido capaz hasta ahora de "reflejar con pasión" lo que el Islam supone para la mayoría suní que la practica. Vamos, que en 1400 años de historia, él era el único capaz de captar la esencia de lo que es esta religión y, además, plasmarlo en un libro. Tanto es así, que se jactaba de no tener ninguna referencia bibliográfica, "porque ninguna merece la pena, ya sea de afamados musulmanes alemanes, franceses, saudíes, egipcios", y de que su libro no era sino una recopilación del sentir de los musulmanes de la calle, de quienes vivían apasionadamente su religión. No daba crédito. En algunos puntos estuve de acuerdo, como en el hecho de que la terminología teológica islámica está definida en base a la teología cristiana y, por lo tanto, es errónea puesto que dota de una dimensión similar a conceptos que nada tienen que ver. Pero, tener la caradura de decir que los libros escritos hasta ahora, excepto el suyo, no habían sabido transmitir la esencia del Islam, ni aunque sus autores fueran musulmanes, me pareció el colmo de la soberbia y de la falta de humildad, dos cualidades poco islámicas, por cierto. Con esta idea como eje, sus vanos y aburridos intentos por hacer que la gente comprendiese lo que es el Islam no sirvieron para nada. Todo un desperdicio para alguien capaz llenar una sala captando la atención de 150 no musulmanes.

jueves, 13 de enero de 2011

La revuelta del Magreb

Dice mi profe de árabe, tunecino, que lo de las revueltas en su país y en Argelia no afecta para nada al turismo, que esa recomendación del Ministerio de Asuntos Exteriores para no viajar allí es absurda porque no se trata de una guerra sino de un movimiento civil espontáneo. "En Túnez nadie se muere de hambre, todo el mundo tiene un techo bajo el que cobijarse, la gente no pasa frío y todo el mundo tiene no sólo el derecho sino la obligación de estudiar y ahí reside el problema. Hay una juventud con una altísima formación académica que no tiene trabajo y esos son los que, desesperados, han mostrado su impotencia con estas revueltas callejeras". Tras esta afirmación, vino el debate. "En España tampoco hay trabajo y no reaccionamos así, es que todo está fatal". Pero no, no es lo mismo. Nosotros estamos acomodados, protegidos por el paraguas de nuestros padres, que nos dan dinero para irnos de fiesta el fin de semana ¡e incluso para irnos de vacaciones! Dice el profe que Túnez se salva porque está prohibido tener más de tres hijos así que las familias son cortas pero eso no sucede en Marruecos y Argelia por lo que es probable que, si no es hoy, será mañana, cientos de jóvenes disconformes con sus gobiernos se líen la manta a la cabeza y salgan a la calle a gritar que no están contentos, que sus políticos no lo hacen bien, que es necesario promover un cambio. Y entonces, los países de Europa, mirarán con preocupación a estos integristas islámico-revolucionarios que pueden suponer una amenaza para nuestro Estado del Bienestar y mirarán hacia otro lado cuando los gobiernos locales sofoquen las protestas a palos porque así se evitará el mal mayor, la invasión. Empiezo a estar tan cansada de nuestra doble moral... En Sudán, estamos a la espera del resultado del referéndum secesionista que aplaudiremos porque los cristianos del Sur tienen un territorio rico en el que Occidente puede obtener tajada. Si ocurriera lo mismo en Palestina, hace tiempo que hubiéramos intervenido para poner freno a los abusos de Israel. Y luego está Kosovo, aceptado por unos y rechazado por otros para que los prorrusos no se enfaden y nos agüen la fiesta.
Hoy el presidente tunecino ha anunciado que no se presentará a la reelección en 2014, después de 23 años en el poder, pero ése es un horizonte lejano para quien está desesperado por labrarse un futuro y crear su propia familia. Las protestas continúan tomando las principales calles de la capital.

miércoles, 12 de enero de 2011

El Secreto


Está claro que en esta vida uno no puede tomar decisiones basándose en el que dirán de la gente, haciendo caso omiso de lo que verdaderamente quiere o siente para que nadie lo tache de raro pero es que la cosa tiene tela. Estamos en un momento de la historia de Occidente en el que lo más cool es ser de izquierdas y laico, así que quienes no se encuentren en ese saco, mejor se guardan sus opiniones o sufrirán en sus carnes, cuanto menos, la estupefacción colectiva. Al mismo tiempo, proliferan nuevas ¿tendencias? ¿religiones? ¿espiritualidades? Realmente no sé qué nombre tienen pero lo cierto es que todo ciudadano que se precie debe practicar yoga o taichi, hacer meditación, creer en las energías cósmicas, decorar su casa conforme a los principios zen o leerse El Secreto, un panfleto insoportable que recopila inefables testimonios de telepredicadores del tres al cuarto. Creer en Dios no sólo no está de moda sino que es algo tan superado, como plantearse si la Tierra es plana, bueno, eso dicen. El problema, como siempre, es que cuando el mundo camina hacia un lado, yo siento la imperiosa necesidad de caminar justo en la dirección contraria. ¿Cómo es posible que haya tanto libro de autoayuda entre los bestsellers de la literatura actual? Realmente estamos más perdidos de lo que parece. Todos esos libros hacen especial hincapié en la individualidad. Pongamos que el fin es bueno, ser felices sin hacer daño a nadie, pero ¿y el medio? ¿es el adecuado? Este tipo de filosofías baratas no hacen sino fomentar el hedonismo, la satisfacción inmediata de los placeres sin esfuerzo alguno y ahí radica la clave del éxito de ventas. Pero, ¿por qué creemos que podemos ser felices si sonreímos todas las mañanas al vecino o al jefe y no podemos creer que fuimos creados y que estamos aquí porque Dios lo ha decidido así? Ya sé que es fácil creer que estamos solos en el universo, que nos hemos hecho a nosotros mismos y que no necesitamos a nadie pero esto se acerca peligrosamente al “divide y vencerás”. El problema es que no sabemos a quién nos enfrentamos y, mientras se muestra ante nosotros, consigue que creamos hasta en las cosas más peregrinas con tal de apartarnos de la religión. Porque, dicen muchos, la religión es manipulación y, digo yo, ¿acaso el consumismo exacerbado en el que nos encontramos inmersos no es una forma de manipularnos? Tener euros para gastar en cosas que no necesitamos obviamente no nos hace más felices (véanse las estadísticas de suicidios o, simplemente, de consumo de drogas y antidepresivos). Entonces, ¿por qué nos cuesta menos acercarnos a algo artificial y desconocido que profundizar en el conocimiento de una supuesta “mentira” que dura varios miles de años y nadie ha sido capaz de demostrar que es falsa? A veces no entiendo nada.

domingo, 9 de enero de 2011

Navidad, Navidad, dulce Navidad

El día de Reyes fui a la Cabalgata de Barcelona, para empaparme de las costumbres locales. Me quedé perpleja al ver a la gente subida en escaleras de mano para ver pasar las carrozas. Comenzamos bien con el espíritu navideño... Luego llegó el turno de las carrozas. Un par de medios de comunicación; otra con el payaso de Micolor, una barra de pegamento y ¡el detergente Dixan! Pajes con ropas de las mil y una noches y con gigantescos abanicos chinos; unos reyes que parecían sacados del museo de cera; y los pajes de Baltasar... ¡ay! esos fueron los mejores, una panda de rastafaris jamaicanos haciendo percusión. Las carrozas eran realmente espectaculares pero más propias de carnaval que de una procesión navideña. Y que luego se nos llene la boca hablando del espíritu navideño... ¡Pero si no hay familia que se junte que no termine discutiendo! Sin embargo, eso sí, no perdamos la tradición de comprar. Aunque no necesitemos nada.

domingo, 2 de enero de 2011

El talento de Aaster Iskoh



Hubo un tiempo en el que Aaster Iskoh no supo si donar su mente a la economía o a la docencia. Testigo de sus continuos quebraderos de cabeza, rezaba en silencio para que eligiese el camino adecuado, aquel que le permitiese llevar a cabo sus sueños conforme a su intachable ética y que, a la vez, ayudase a cambiar el mundo de la forma que su amueblado cerebro estaba destinado a hacerlo. De repente, un día, de la forma más banal, supo qué senda debía seguir: "La economía no es para mí, está llena de necios muy poderosos con los que es imposible razonar". Contuve mi alegría pero no pude evitar confesarle: "eres lo suficientemente inteligente y estás adecuadamente preparado como para dedicarte a la economía o a la enseñanza pero tienes unos principios tan férreos, tan irrenunciables, que terminarías por ahogarte en la inmoralidad del sistema capitalista, lo tuyo es, sin duda, la enseñanza". Y de veras lo creo. Soñadores como él, que tienen ganado el sueño de los Justos, nunca llegarán a lo más alto si no es desde el ámbito de la cultura, de la enseñanza, de la ciencia, de las artes, de cualquier camino que se aleje de aquellos a los que los zotes y los trepas tienen el paso más allanado cuantos menos principios tienen. Tal vez no pueda dirigir un país, hablar otro idioma aparte del español está claro que aquí es un handicap; pero desde el ámbito académico, siempre tendrá la posibilidad de dejar con la boca abierta a quien le escuche, como el señor Sampedro. Y así, tal vez, sólo tal vez, ayude a cambiar el sistema desde la base, removiendo las conciencias de quienes pasan por un aula dispuestos a aprender lo máximo posible para cambiar un mundo individualista hasta el extremo. El que quiera dinero, fama y poder, que elija el otro camino.

Breve historia de EEUU


Está claro que ni todo lo que aparece en televisión es mentira o una manipulación ni todo lo que se cuelga libremente en internet está al margen de intereses pero cuando la gente ni siquiera da opción a pensar que no todo el mundo piensa como él, que puede tener una percepción equivocada de la historia y que pertenecer al bando de los yankis no siempre es la mejor opción, entonces, me entra el miedo y pienso que estoy sola en mi lucha contra la falta de ética de la gente y de las sociedades. El vídeo, del incómodo Michael Moore.