lunes, 1 de agosto de 2011

Ramadan mubarak



















Hoy es el primer día de Ramadán y, por fortuna, mi estreno no viene acompañado de las altas temperaturas que suelen sufrirse en agosto en Uriolistán. Suena el
adhan del atardecer, señal inequívoca de que, tras 17 horas de abstinencia, puedo por fin comer. Me cuesta levantarme de la cama. Aún tengo que hacerme un buen plan de sueño que me permita esquivar algunas horas de hambre y calor, cumplir con mi horario laboral y comer sin tener que pedir vacaciones para alterar por completo el ritmo. Es curioso como el síndrome de la penúltima hora ataca, haciendo que no pienses en otra cosa que no sea un vaso de agua o algo de comida, y te abandona justo en el momento en el que, pudiendo romper el ayuno, no tienes ninguna prisa por atracar la nevera y dejarla tiritando. Supongo que la mayoría de los que me conocen pensarían que estoy chalada por "imponerme restricciones cuando, por fin, hemos alcanzado altas cotas de libertad" pero no miento si digo que me encuentro de maravilla, felizmente agotada y ansiosa por ver cómo voy a ser capaz de llegar hasta el último día sin pinchar por el camino. Apenas sí he tenido tiempo de organizarme, aún arrastro algo de sueño y cansancio del viaje y comparto esta fiesta conmigo misma pero ya noto los efectos de tan singular celebración, que te permite alcanzar la paz y la tranquilidad mediante la privación y la consecuente agudización de los sentidos. No hace falta ser budista ni tener tendencias ascéticas inalcanzables para sentir ese cambio de actitud en uno mismo. Es como si te despojases de todo el lastre que te acompaña durante el año, de toda la superficialidad de la sociedad y sólo quedases tú a solas contigo y más vale que te guste la compañía porque es la única presencia humana que te acompañará en todos y cada uno de los segundos de tu vida. La verdad es que, a pesar de ser mi primera vez, tengo la determinación de concluirlo y hacerlo sin tomarme ninguna licencia por aquello de ser novata. Me encantaría que las circunstancias fueran más propicias y que este primer Ramadán, aunque no lo sea oficialmente, fuera uno de verdad, rodeada de familia con la que compartir un mes tan especial, y es que el Islam en soledad tiene menos sentido que una cena de Nochevieja con tortilla de patatas. Pero la realidad es la que es y mi ilusión por ayunar estos días es aún mayor que las ganas de vivirlo en el faro, mientras observamos el mar en calma. Si toca estar mar adentro, aunque no sea lo soñado, habrá que adaptarse a las circunstancias. Ramadan mubarak.

3 comentarios:

Marta dijo...

Ánimos!!!, y a ver que día compartimos el Iftar, si? Un Iftar en pleno Raval. Petons y feliz segundo día de Ramadán.

Gi dijo...

Vero! Te sigo desde la distancia nena. Que bueno leerte :D

Me encantó: "Es como si te despojases de todo el lastre que te acompaña durante el año, de toda la superficialidad de la sociedad y sólo quedases tú a solas contigo y más vale que te guste la compañía porque es la única presencia humana que te acompañará en todos y cada uno de los segundos de tu vida."

Proud of you! un abrazo fuerte.

Nubenegra dijo...

Giselle!!!!
Qué bueno saber de tí! ¿Cómo encontraste todo por allá? ¿Todo en su sitio? jejjeje Ojalá estuvieras por aquí para compartir una ruptura de ayuno de Ramadán, es realmente increíble. Me siento de maravilla aunque estoy con sueño todo el día. Desde que empezó, el 1 de agosto, he cenado sola dos veces. Tengo una vida social más agitada.... jejejjeje No te lo puedo describir con palabras pero tú sabes. ¿Imaginas mi cara, no? Todo muy bien por aquí. Disfruta del calorcito que cuando llegues a París vas a tener más días de lluvia que de sol. Ojalá nos veamos pronto.
Muchos, muchos besos