sábado, 19 de marzo de 2011

Hacer frente a las injusticias

Mi sentido de la justicia, de lo moralmente aceptable, de lo que está mal y no se puede consentir será mi cruz en esta vida, lo sé. Vivimos en un mundo, al menos el inmediato, el que me rodea, que no está preparado para hacer las cosas bien, porque hacerlas mal es menos cansado y nos reporta más beneficios. Y lo peor de todo es que, incluso aquellos que están de acuerdo contigo en que algo está mal, te aconsejan que mires a otro lado y soportes la injusticia estoicamente. ¡Ay, morena! Yo no estoy hecha para eso.
Puede que Ryanair no nos devuelva la pasta pero reclamaré por todas las vías posibles hasta agotarlas y cuando el último que tenga capacidad de decisión me mande a hacer gárgaras, sólo entonces, dejaré de escribir cartas reclamando que su reglamento no esté por encima de las normas de la aviación civil española. ¡A ver quién tiene más paciencia! A los 18 ya me enseñaron que el periodismo era una carrera de fondo así que, aquí estoy, a ratos corriendo, a ratos andando, a ratos con un flato que no me deja vivir, pero me da igual que llueva, que haya barro, que me caiga, que me hagan la zancadilla o que haga un sol abrasador, no abandono la carrera. ¡Con menuda se han topado!
Con la jefa pasa igual ¿que quiere hacerme la vida imposible? Lástima de vida vacía para buscarse un objetivo tan lamentable. ¿Qué hará durante las noches y los fines de semana, cuando no me ve la cara? Tiene que morirse del aburrimiento, pobrecilla... En fin, que una es irónica y paciente hasta que se cansa de estar callada y replica. Porque eso sí, como no estudié en colegio de monjas lo de estar con la boquita cerrada es algo que no tengo dominado. Ya sé que a veces es peor para mi pero, total, ella no va a parar de tratar de humillarme (porque gracias a Dios autoestima no me falta así que lo suyo son vanos, pero cansinos intentos de humillarme); no puede echarme del trabajo y yo soy una chicarrona del norte que no le teme a nada y que tiene un sentido de la justicia bastante férreo y desarrollado. ¿Quiere guerra? Yo no soy violenta y prefiero el diálogo, pero si me pegas una y otra vez, no esperes que me quede esperando la siguiente.... Se acabó el silencio. De momento toca replicar. Me da igual que mi madre diga que es mejor evitar los conflictos, yo no lo he buscado.
¿Y si todo el mundo hiciera lo mismo? ¿Qué sería de Miriam? ¿Qué pasaría con los oprimidos? ¿Qué tendrían que hacer los libios? ¿Y las mujeres maltratadas? ¿Y los inmigrantes discriminados? ¡Todos como en la India, naces en una casta y mueres en ella! Tenemos el mundo que nosotros consentimos y a mi éste, no me gusta. El cambio no empieza por las cosas grandes, sino por las pequeñas. Quizá no pueda cambiarlo todo pero no pienso dejar que mi entorno se pudra por dejar que gentuza como ésta actúe como si estuviera en su cortijo. Uno no puede ser revolucionario, ni tan siquiera educar a sus hijos como es debido, si el miedo a los líos, a los conflictos, a perder tu fantástica y cómoda vida de alienado social, te impide protestar y reclamar tus derechos. Yo, me niego. Allá los demás con su conciencia.

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