viernes, 11 de febrero de 2011

Mubarak se aferra al poder

Es curioso cómo los dictadores se aferran al poder aún cuando ya no queda nada que hacer. Cuando todo está decidido. Más de tres millones de personas se reúnen cada día en la llamada plaza de la Liberación, en El Cairo, para reclamar un trato digno. Miles de ellos duermen allí cada noche desde hace tres semanas y, sin embargo, el viejo Mubarak, todavía confía en mantenerse en el poder hasta las elecciones de septiembre. De este modo desoye las protestas y se niega a ver a esos cientos de miles de personas que, un viernes más, rezan juntas a Alá para que les ayude en esta pacífica lucha. De momento, el Ejército se mantiene al margen en una postura tibia que queda muy lejos de la emocionante defensa que hizo su homólogo en Túnez, dando la cara por el pueblo ante el dictador y su guardia personal. La situación se torna complicada si atendemos a las informaciones que vierten los medios occidentales que no confían en una solución sin derramamiento de sangre y que claman por una intervención internacional que aclare la situación de una vez por todas. Sin embargo, los egipcios no quieren que ni EEUU ni nadie les salve, no quieren deber un enésimo favor a un extranjero y claman por una solución local porque ya se sabe que los problemas domésticos es mejor solucionarlos en casa.

3 comentarios:

Nubenegra dijo...

Allaaaahu akbar, allaaaahu akbar!
Si antes escribo sobre las incombustibles ansias de poder de Mubarak.... ¡Por fin! Suleyman, el vicepresidente egipcio, acaba de anunciar que lo han conseguido, que el pueblo ha echado a Mubarak. Ahora el Ejército será el encargado de mantener el orden. Lo que sucederá sólo Dios lo sabe, pero los países árabes acaban de darnos una lección de humildad que no deberíamos pasar por alto. ¡¡¡La revolución sin violencia es posible!!!!!

Anónimo dijo...

Qué rapidez la de la Nubenegra vikinga! Pensaba darle yo el toque de alerta para que actualizara el post ... y a la que uno se da cuenta ... pam!

Nubenegra dijo...

jejeje, gracias. Ésta es mi pequeña ventana al mundo, gracias a ella apaciguo mi vena periodística y me siento partícipe de este momento histórico que presencio a través de la tele. Por eso intento actualizarme.