martes, 3 de noviembre de 2009

La verdad oculta de Hollywood

Después de muchas charlas con Murphy y de un exhaustivo análisis de las vidas ajenas que me rodean he dado por fin con la respuesta al misterio: tenían razón quienes apuntaban a una conspiración judeo-masónica sólo que lo hacían en la dirección incorrecta. Tras varias décadas de celuloide se esconde el gran objetivo de políticos y productores que no es la de entretener o ganar dinero a espuertas con los bajos costes que proporcionan los efectos especiales, no. Lo que se pretende, el motivo que subyace, no es otro que el de bombardearnos hasta la saciedad con una realidad que no existe para que todos empleemos desesperadamente parte de nuestra vida en encontrar ese Grial, en hallar lo verdaderamente importante mientras dejamos que ellos se ocupen de lo único que les importa: el poder. No existe el príncipe de la Bella Durmiente, ese único hombre capaz de hacerla despertar de su centenario sueño; tampoco ese Príncipe Valiente enamorado locamente de su princesa Aleta de las Islas Brumosas; no hay ningún Richard Gere capaz de perder la cabeza por alguien como Julia Roberts; ni tan siquiera es cierto que Superman pudiera fijarse en Lois Lane. No. La realidad es más cruda, más fea, más triste, la realidad es que Meryl Streep encontró el amor del gran Clint Eastwood cuando ya nada era posible; que ‘Indi’ deja a la chica abandonada cuando vuelve de ‘La última cruzada’; que Superman necesita a otra kryptoniana para ser feliz –aunque su planeta explotó y él fue el único superviviente-; que Arturo jamás consiguió que Ginebra lo amara a él en lugar de a Lanzarote. La verdad es que por su culpa, S. entró en una crisis existencial y tiró su vida por la borda; N. decidió casarse por amor sin analizar ninguna otra cosa más; B. lo analizó todo y aún así apostó fuerte y K. se tira con paracaídas y un enemigo invisible trata de evitar que aterrice. Lo único cierto es que nos necesitamos pero no nos comprendemos, que los peros son menos pero más grandes, que ellos son más cobardes, que nosotras somos más entusiastas, que ellos tienen la razón pero nosotras daríamos la vida presente y la futura por perseguir ese sueño que, a pesar de todo, creemos ciegamente que es posible y nadie logrará desanimarnos o convencernos de lo contrario. La verdad es que nosotros somos los únicos capaces de materializar nuestros sueños, de boicotear nuestras vidas. La verdad es que si nos lo proponemos, podemos hacer que un ejército de magos adolescentes salve a los Muggles de la esclavitud.

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