lunes, 21 de abril de 2014

Las hormigas astronautas


El trabajo en equipo es la base de la sociedad de las hormigas.
Es curioso como ya desde pequeños, nos configuran el pensamiento para aceptar, por un lado, que Dios existe, tal y como nos explican en la clase de religión, y, a la vez, que procedemos del mono según señala la teoría enunciada por Darwin hace 150 años y que sigue siendo una teoría incapaz de ser demostrada. Aprendemos bien la lección, la volcamos en los exámenes y luego, el resto de nuestra vida seguimos con esa doble visión del mundo (absolutamente incompatible) sin que nuestro cerebro haga cortocircuito.
Nos bombardean tanto con descubrimientos en Atapuerca, en África y en miles de sitios más, que terminamos por creernos una historia que no tiene ni pies ni cabeza ni ha podido ser demostrada nunca. La teoría de Darwin es tan cierta como si alguien hubiera enunciado una teoría de origen alienígena que tuviera aún interrogantes que no sabemos cómo resolver. Pero no importa. Nos alienan hasta tal punto que ni nos planteamos lo absurdo de este conocimiento, y mucho menos intentamos investigar por nuestra parte. Estamos demasiado ocupados perdiendo el tiempo en salir, comprar un coche, ir de vacaciones, estudiar o, simplemente, sobrevivir.
A veces, uno tiene la oportunidad de conocer otros pensamientos y la aprovecha para profundizar un poco, ver que le convence más y cambiar de perspectiva, aunque lo mejor es no gritarla a los cuatro vientos, no vaya a ser que te encierren.
Yo, lo siento, no acabo de comprender cómo de una misma célula se puede evolucionar en una variedad tan tremenda de especies y que luego cada una siga su curso como si nada y nadie se plantee que esto no tiene ni pies ni cabeza. Es como si de un mismo sobre de semillas de tomate salieran además lechugas, berenjenas y calabazas. No es posible. O alguien mezcló las semillas de estos vegetales en un mismo sobre o, simplemente, no es posible. De dos perros sale otro perro no un gato. Pero, en fin, Darwin ha tenido una publicidad mucho más efectiva que Dios. Será porque los beneficios económicos son mayores.
El caso es que hoy he comenzado la lectura de un libro llamado 'El milagro de la hormiga', escrito por un turco que desafía el darwinismo con el arma más poderosa que existe: Dios.

Interior de un hormiguero. Hay galerías para almacenar la
comida, para albergar a la reina, para poner los huevos...
Explica con detalle, y a la luz del Corán, la sofisticada organización de las hormigas, creando una sociedad perfecta en la que cada uno cumple su papel y esto hace que se creen hormigueros, se haga acopio de comida para toda la colonia y el grupo sobreviva porque, como siempre, es más fácil sobrevivir si trabajamos todos juntos que si cada uno va a lo suyo. Para nosotros, tan sumamente sofisticados e inteligentes, una hormiga es tan insignificante que no puede enseñarnos absolutamente nada. Por mucho que se explique que hay hormigas exploradoras encargadas de buscar nuevas ubicaciones para el hormiguero, que los hormigueros pueden tener una longitud de kilómetros bajo tierra, que se organizan en galerías, que otras hormigas son las que traen la comida que alimenta a todo el grupo y que, incluso, hay hormigas "porteras" que guardan la entrada del hormiguero para que no entre ningún extraño, por mucho que nos lo expliquen, nos sigue entrando la risa y pasamos del asunto.

En el centro, entre la vegetación, un hormiguero (Erongo, Namibia).
Pues bien, no sólo las hormigas tienen una sofisticación tal que sería la envidia de la sociedad humana si supiéramos cómo funciona, sino que este desarrollo, esta sincronía en los trabajos de la colonia (que tiene millones de miembros) no puede haber surgido de la nada, por generación espontánea. Eso es tan absurdo como decir que un grupo de personas, sin coordinación alguna, puede desempeñar la tarea que se proponga. Pues no. Del caos no surge el orden. Cuando no hay un director de orquesta, puede haber músicos capaces de acompasar sus sonidos pero habrá otros tantos que desafinen porque no entran en el momento adecuado. Sin embargo, nos gusta más el darwinismo ¿por qué? Porque no podemos soportar la idea de no ser dueños de nosotros mismos, de no saber qué hacemos aquí, de no poder hablar con Dios y escuchar su respuesta como escuchamos a la gente que nos rodea. Porque no nos gustan las reglas, ni los exámenes, porque queremos conseguir el paraíso haciendo lo que nos da la gana, sin dar explicaciones, sin trazar límites.
La realidad es que no somos tan libres como nos pensamos, ni tenemos un pensamiento tan original porque esa "originalidad" se parece sospechosamente a la originalidad de otros cientos de miles que se creen tan exclusivos como nosotros. Y lo somos. Exclusivos. No hay otro como nosotros, no hay dos idénticamente iguales. Hasta los gemelos idénticos tienen diferencias, aunque éstas sean sólo las huellas dactilares. El hecho es que somos únicos. Que Dios nos ha hecho diferentes entre nosotros pero que todos tenemos que someternos a las reglas del juego porque el "sistema" es mucho más poderoso que nosotros y aquí no hay Estrasburgo que valga para intentar cambiarlo. 
Teniendo todo esto en cuenta habrá quien siga pensando que no digo más que tonterías. La posibilidad de aumentar nuestro conocimiento siempre está ahí, así que sólo toca investigar un poco, a ver qué descubrimos.
Por lo pronto, yo he descubierto algo que no he visto en la prensa española: la NASA ha puesto a 800 hormigas en órbita para estudiar su sofisticada organización y cómo se adaptan a medios aparentemente "hostiles" para seguir trabajando en equipo. Con este sorprendente estudio, que será monitorizado en todo momento, los investigadores estadounidenses pretenden aplicar las técnicas de las hormigas en la tecnología espacial, creando así robots que actúen como las hormigas y que permitan obtener los mejores resultados en la exploración del espacio. Para el común de los mortales, lo de las hormigas es una tontería pero, aunque no nos lo cuenten, parece que estos bichitos no son tan primarios como nos creemos...

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