martes, 24 de julio de 2012

Ramadán, el encierro de los demonios

Por fin empezó el Ramadán. Quinto día de ayuno de un mes especial para los musulmanes en el que, más que nunca, nuestras súplicas son atendidas. Una cosa que me encanta, aparte del hecho de compartir las comidas con otras musulmanas, es la sensación que te deja el hecho de no comer ni beber durante 17 horas. ¡Ahí es nada! Cierto es que hay momentos en que el hambre o la sed te acechan pero, ya véis, nadie se muere. Sin embargo, a cambio de tal sacrificio, y teniendo en cuenta que sigues trabajando y, por lo tanto, duermes menos de lo habitual, la recompensa se palpa desde el primer instante. Una paz te invade, es como si nada de lo que pasase te pudiera afectar, como si el tiempo se detuviera y tú estuvieses al margen de todas las maldades del mundo. En mi caso, no sólo siento una paz inmensa sino que siento que, a pesar de la debilidad, soy más fuerte que nunca. No sé si mi fe ha aumentado en los últimos meses hasta unos niveles que ni sospechaba pero lo cierto es que a pesar de las adversidades varias, siento una confianza que no puedo describir. Es como si supiera que Dios me escucha y tiene todos mis asuntos listos para resolverse a la vuelta de este mes. Decía el domingo el sheij Mahmoud que éste es un mes especial en el que Dios encierra a los genios, a los demonios, a esos seres destinados a susurrarnos y avivar nuestros más ocultos temores y que, por lo tanto, todo es posible en este mes ya que, libres de las influencias de estos demonios, somos más auténticos que nunca. Nada de lo que hagamos durante este mes puede atribuirse a nada ajeno a nosotros por lo que cualquier maldad que ejecutemos, por pequeña que sea, vendrá exclusivamente de nosotros. Igualmente, aquellos que durante el año ven encendidos sus miedos por los susurros de estos secuaces del Shaytan, se verán libres para tomar decisiones por sí mismos. Por fin verán un horizonte límpido y claro y serán capaces de actuar para alcanzar ese futuro que tanto ansían y que tanto miedo les da vivir. El mes de Ramadán es el mes de la pureza del alma, el mes en el que precisamente las privaciones de ciertos placeres durante las horas de luz hacen que tengamos más tiempo para reflexionar, que tengamos los sentidos más a punto, la mente más clara, centrada en lo que de verdad tiene que estar, en seguir el camino que nos lleve al Paraíso y nos evite el Infierno, en encontrar a la persona adecuada para hacerlo en compañía y, cuando la tengas, no dejarla escapar bajo ningún concepto. ¡Ramadan mubarak!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Siempr eme encanta como escribes, con tanto entusiasmo! Derrochas optimismo y buen rollo si es bueno o bien llegas a la fibra si estás reivindicando, y casi siempre en el orden correcto.. ajja eso es broma.
Ya hemos hablado de este tema, a mí me sigue pareciendo de una fuerza absoluta el hecho d epoder estar todo el día no solo sin comer, que vaya, sino sin beber! Y más siendo verano. Yo hoy, sin ir más lejos, me he levantado muerta de hambre, no me ha dado tiempo nada más que a tomar 2 vasos de leche y 3 palmeritas " de las tuyas" en todo el dia ( son las 16.18) y ya veo borroso, creo que como no vay a abuscar algo de fruta literalmente me desmayo. No sé si puedo echarle la culpa a los geniecillos, los demonios o simplemente al hambre pero tengo un humor ( y un poco de tristeza)porque de postre, es martes. No he parado un segundo en toda la mañana y no me ha dado tiempo ni ajeje me estas llamando, luego sigo