miércoles, 9 de junio de 2010

La cueva polaca

Necesito escapar pero no sé hacia dónde. No me gusta mi vida pero no puedo hacer nada para cambiarla. Nada me ata, nada me gusta, nada me place. Tengo la necesidad de conocer gente, de relacionarme, pero no quiero, en mi fuero interno no lo necesito, sólo que vivir en la fría Polonia me obliga circunstancialmente. Llego a casa, me encierro en la cueva, no veo la luz del sol y aguardo impaciente a que las cosas cambien, a que vuelva a tener ganas de vacilar a la gente, de ser borde. Ni siquiera me molesto en hablar con nadie, ya no me interesan las polémicas, el silencio se ha convertido en mi compañero inseparable junto a la pesada apatía. Sigo subida a esta montaña rusa que cada vez cae más en picado. Ojalá fuera todo diferente pero nada depende de mi. Nada. Y no lo soporto.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Nacimos en y de una Cueva, vivimos en una Cueva (tierra, casa, trabajo), tenemos lo más apreciado de todas las criaturas, el cerebro, en una Cueva. Cuando deja de latir el corazón en su Cueva, desaparecemos para descansar en una Cueva,... y yo me pregunto ¿Qué tiene la Cueva? que nos atraye tanto...

Nubenegra dijo...

¡Vaya! Nunca me había planteado la vida de esa manera pero no te falta razón. La cuestión es que vivir en una cueva no está nada mal si sabes cómo manejarlo, cómo llevarlo y ser feliz. Ése es mi problema, quiero cambiar de cueva pero las circunstancias no son proclives a ello. Quiero compartir mi espacio, no quiero habitarla sola.

Esther dijo...

Siempre hay alternativas pero, a menudo, no tenemos el valor suficiente para dejar de aferrarnos a aquello que nos da una falsa seguridad. Si tienes claro cuál es el objetivo, al fin y al cabo todo aquello que le rodea, debe ser secundario. Algún día tendremos que aprender que no se puede tener todo, pero el género humano es así; cuando tienes una cosa, quieres abarcar otra y cuando tienes las dos; una tercera...

Nubenegra dijo...

Ya lo sé, siempre queremos más y más y yo, con mi insaciable inconformismo, soy un claro ejemplo de ello. Pero, sinceramente, siento que aquí no es que me falten cosas, es que no tengo nada de lo que quiero, de lo que necesito. Ya sé que todo debe ser secundario cuando tienes claro el objetivo pero cuando alcanzarlo se alarga cada vez más en el tiempo, la moral empieza a acusar el cansancio y la tristeza empieza a gobernar mi vida de una forma absolutamente incontrolable. Si por mi fuera, no sé dónde viviría pero no sería aquí, estaría en una ciudad con verdadera calidad de vida, en una casa con jardín, con un curro de corresponsal en algún sitio interesante, con tiempo para disfrutar de mi recua de niños megaexóticos, con mi fantástico chico a mi lado porque ya no quiere conocer a más gente, hacer más amigos, perder más el tiempo en un trabajo en el que paso seis horas diarias cruzada de brazos, porque sólo quiero estar feliz, tranquila, tener una barrigota de aquí a lima y romperme la cabeza pensando si seré una buena madre y todo eso, aún queda lejos y no depende de mi tenerlo así que....