miércoles, 2 de septiembre de 2009

La crisis de los 30

Café Barbieri. Otoño de 2008. Tres jóvenes toman café mientras hablan del trabajo, de la vida y de la crisis de los 30. Empanada y la Charra son pseudo hippies. La primera no está segura de saber qué es, dice que lleva en crisis toda la vida; la segunda acaba de cumplirlos y ha pasado una temporada complicada. Cumplir años no siempre es fácil. No se trata de una reflexión de pijas preocupadas por sus arrugas, se trata de salir viva de una realidad a la que no sabemos cómo enfrentarnos.Verano de 2009. Llevo vaticinando el fin de mi grupo de amigos diez años temiendo que nuestros caminos se separen definitivamente a pesar de haber compartido momentos tan felices e importantes. Hasta ahora la suerte nos ha sido favorable pero la crisis de los 30 nos acecha. El Niño Meón, Xana, Chomsky, Hyoga y Almendra comparten, de uno u otro modo, mis preocupaciones. Incluso Empanada ha sucumbido a la crisis. Todos nos encontramos ahora ante el abismo de las decisiones vitales. Estamos solos, sin un manual que nos enseñe a elegir el camino definitivo y ninguno puede tomar decisiones por los otros. El Niño Meón dice que no está preparado para asumir responsabilidades, que necesita cinco o diez años más; Xana se enfrenta a un viaje que puede cambiarle de tal modo que no sabe si cuando regrese su vida habrá seguido su camino sin esperarla; Chomsky vive atormentado porque quiere tener hijos y su situación no es precisamente la mejor para conseguirlo; Hyoga vive sin preocupaciones pero ha descubierto que no está hecho para el mundo laboral e invierte su tiempo en la creación audiovisual arrastrando consigo a todo el grupo; Almendra había decidido ser madre soltera si seguía sola a los 32 y parece que no va a tener que tomar una decisión tan drástica y yo... Yo tengo la cabeza a punto de estallar. Absorbo mis preocupaciones y las de los que me rodean, para qué escatimar. Sólo necesito una señal, mejor dos para estar segura, que me indique el camino a seguir, que me abra el cielo en estos días tan nublados. Sólo quiero seguir con mi vida más o menos como hasta ahora. No tener que renunciar a nada para ser feliz. Ser capaz de compaginar mi trabajo, mi ocio y mis amigos con la creación de una familia y no morir en el intento. Todos salvo Hyoga –afortunado él- hemos vivido en primera persona el dolor de la ruptura, la frustración de quien lo da todo y aún así no es suficiente. Queremos seguir adelante pero no sabemos cómo. No queremos fracasar de nuevo, no tenemos tiempo ni ganas y tampoco lo merecemos. El problema es que sólo Hiro Nakamura y Peter Petrelli son capaces de viajar en el tiempo, conocer el futuro y actuar en consecuencia. Pero no todos están agobiados por las mismas razones o tan siquiera preocupados. Tornadiza, Tamargochi y la pequeña Serrada viven sin estos tormentos, con un optimismo que a todos los demás nos falta. El Príncipe se agobia porque a sus 31 años cree que empieza a ser viejo para ser padre y apremia a la Princesa que aún tiene mucho que hacer antes de ser madre y la Holandesa Errante pasó de la nada al todo con sólo hacer la maleta y cambiar de país. Después de cinco años de continua felicidad empieza a preocuparse porque tiene la vida demasiado encarrilada y siente algo de vértigo. Está claro que ninguno estamos contentos con lo que tenemos pero estos dos últimos no se arrepienten de sus decisiones aunque a veces se agobien. Los demás estamos a las puertas del Bosque Prohibido, sabemos que muchos peligros nos acechan, que hay criaturas mágicas como Aragog que pueden celebrar un banquete a nuestra costa pero si tenemos una pizca de suerte lograremos atravesar la frondosidad de este singular paraje y alcanzar nuestro propio jardín, nuestro soñado Rivendel. Se podría pensar en organizar una expedición, en avanzar todos juntos pero esa alternativa no existe. Cada uno debe averiguar la forma de conseguir su objetivo y lo que para unos resulta infalible, para otros puede no proporcionar ningún resultado. A pesar de lo solitario de la misión, sigo esperando que Campanilla aparezca a lo lejos e ilumine parte de la senda para no perderme en el bosque.

2 comentarios:

Mario dijo...

Cómo mola! :-)

Nubenegra dijo...

para que veas que yo te tengo siempre en cuenta, no como tú.... por cierto, me temo que este año no voy a seguir con el doblaje ¿me darás por fin mi oportunidad o tendré que buscarme a otro amigo pseudo-director?