viernes, 13 de febrero de 2009

La marciana

Tengo una marciana en casa. Sí, lo sé. Suena genial. Seguro que muchos se imaginarán a una especie de Alf: feo pero gracioso que siempre está soltando chascarrillos. La mía es fea pero es más bien un híbrido entre ET cuando se enferma –rostro redondo y plano, grisáceo, donde sólo destacan los enormes ojos- y Roger, el alienígena que comparte techo con la familia protagonista de American Dad. Y de la simpatía ni hablamos porque, como se dice en algunos sitios, es más sosa que un nabo.

Aún no he descubierto de qué planeta procede pero estoy en ello. Desde luego no es una extraterrestre al estilo de Kim Basinger porque, si no recuerdo mal, ésta sólo se alimentaba de pilas y la mía es omnívora aunque siente predilección por las frutas y las verduras.

Apareció un día de repente, en casa, buscando un techo bajo el que cobijarse. En aquel momento la posibilidad de convertirnos en una ONG recolectora de almas desamparadas nos pareció tan buena idea que la acogimos en nuestro seno con los brazos abiertos, rozando casi la euforia. Pero pronto nos percatamos de que aquel ser con aspecto femenino no era precisamente un ser humano.....

Desde luego, en el planeta del que procede disponen de una tecnología de lo más avanzada puesto que su aspecto físico es absolutamente normal. Sus conocimientos del idioma también le permiten pasar desapercibida entre los humanos aunque, si la observas con detenimiento, su forma de actuar denota su origen extraterrestre. No camina, se desplaza levitando a dos centímetros del suelo por lo que aparece y desaparece en cualquier punto de la casa cuando menos te lo esperas. Ingiere cantidades industriales de palomitas y le fascina la televisión. De hecho, cuando se sienta ante la caja tonta sufre espasmos frecuentes como si respondiera a algún mensaje oculto. No le gusta la gente, es completamente asocial. Creo que ese es su punto más vulnerable, si algún día me planteo deshacerme de ella llenaré la casa de gente hasta que reviente su sistema nervioso y se desintegre.
Si fuera más divertida, ingeniosa o, simplemente, inteligente estaría deseando que me abdujera para convertirme en una de los suyos por una temporada ¡qué emocionante sería vivir en un planeta diferente! Pero, no sé, viéndola empiezo a pensar que todas esas historias sobre marcianos que siempre hemos visto en el cine son mejores en el celuloide que en realidad así que seguiré siendo terrícola hasta que encuentre una oferta mejor.

No hay comentarios: