jueves, 1 de febrero de 2018

Atentar contra el honor

A veces me da vergüenza ser mujer en Europa. Otras, pienso que cada cual responderá por sus actos y que eso a mi no me tiene que afectar ni avergonzar ni nada pero...
El asunto de Tariq Ramadan me entristece mucho. Sé que Allah le protegerá y hará que florezca la verdad pero él y su familia tienen que estar pasando unos momentos muy difíciles por mucho que sepan la verdad y confíen en que Dios es Todopoderoso. Porque, al final, también ellos viven en esta sociedad, ven la tele y tienen que aguantar miradas, comentarios y quién sabe qué más. Dice Allah en el Corán:

"Y los que ofenden a los creyentes y a las creyentes sin que lo que dicen sea cierto, habrán cargado con una calumnia y un delito indudable" (Sura de los Coligados, 33:58).

Una de las cosas que ha traído consigo la "liberación de la mujer" y el "feminismo" es la "discriminación positiva" es decir, ante la duda, la mujer. Y esto, en el ámbito judicial es más que palpable. Hoy en día, la presunción de inocencia no es más que un enunciado vacío de significado, al menos, en la esfera social y mediática. La justicia nada puede hacer por evitar el juicio y linchamiento, inocente o malintencionado, de quien es acusado de abusar o agredir a una mujer. Y eso no es correcto. Porque, por desgracia, hay muchas mujeres, por supuesto no todas ni tan siquiera una mayoría, pero sí algunas, que mienten cuando dicen que su pareja, su jefe o su vecino ha abusado de ellas. Muchas veces se trata de mentiras para obtener la custodia de los hijos, otros para obtener indemnizaciones y otras más, simplemente, por fastidiar. En el caso de Tariq Ramadan, está claro que el objetivo es minar su credibilidad y, por ende, infligir un duro golpe a los musulmanes europeos porque él es un erudito, una persona que, a pesar de los múltiples intentos de sus "enemigos" (como él les llama), nunca ha sido pillada en ningún renuncio, ni siquiera cuando le han acusado de tener un doble discurso. Así que tener a un intelectual musulmán paseándose por platós de televisión, dando conferencias por todo el mundo y clases en las universidades más prestigiosas (incluyendo Oxford, de la que se ha tomado una excedencia para solventar este asunto) y que sea un hombre practicante, que no se mueva por dinero, ni por fama, ni por nada mundano, que vaya por ahí educando a los musulmanes europeos es algo malo, muy malo. Y el poder no se puede permitir que, de repente, la gente empiece a ver las bondades de una religión que promueve la tolerancia, el conocimiento, que rechaza la usura, el consumismo, el hedonismo de nuestra sociedad. No vaya a ser que se conviertan todos en masa y empiecen a ser una sociedad informada y exigente. Mejor que sigan teniendo el estigma de terroristas, que sigan siendo musulmanes culturales, que se sientan una minoría incapaz de reunir la fuerza necesaria para reivindicar sus derechos.
Las dos mujeres que más han intentado dañar la imagen de Tariq Ramadan (una de ellas es la que ha dado la cara con la denuncia) no son más que marionetas al servicio de intereses oscuros y, sobre todo, personas de dudosa reputación moral que solo buscan sacar beneficio mediático y económico de esta situación. Según publican varios medios franceses, Henda Ayari intentó en 2013 extorsionar a un hombre proponiéndole relaciones sexuales y amenazándole con denunciarle por violación si no lo hacía. Esto dice muy poco en favor suyo, la verdad. Y en el caso de Caroline Fourest, bueno, ella es una periodista y escritora francesa que se ha hecho famosa a base de criticar a Tariq Ramadan y cuya carrera no existe al margen de sus continuos esfuerzos por aparecer en los medios "destapando su cara oculta".


La cuestión es que cuando se ha enfrentado en un plató a él, ha quedado más que manifiesto que todo lo que dice son tonterías sin fundamento y con el único afán de obtener notoriedad y atentar contra el honor del profesor.
Claro que habrá hombres poderosos y de aparente moral intachable que oculten hechos vergonzosos y delictivos pero también es cierto que es muy fácil que la justicia admita cualquier denuncia en esta materia y que, de pronto, la maquinaria mediática se ponga en marcha para arruinar tu imagen y tu carrera. Sinceramente no creo que el profesor Ramadan haya cometido tales atrocidades que incluyen no solo violaciones sino agresiones físicas pero es que la reputación de sus acusadoras es tan sospechosa que no me merecen ni la más mínima credibilidad. Estoy segura de que, al final, Allah hará que florezca la verdad y protegerá a este hombre que tanto bien está haciendo a los musulmanes de todo el mundo y, sobre todo, a los que viven en Occidente. Sin embargo, mientras ese momento llega, el mal trago lo tiene que pasar. Que Allah le de paciencia y paz de espíritu, profesor. In sha Allah todo se aclare todo muy pronto.

2 comentarios:

Maribel dijo...

Assalamu aleikum.
Bueno... después de toda una parrafada se me ha borrado...
Ya no sé exactamente lo que había escrito.
Quería decir que hoy en día en muy fácil arruinar la vida de una persona inventándose lo que sea, sin tener que presentar pruebas para demostrar lo que se dice. Y además está de moda.
También decía que no sólo es una cuestión de la justicia, sino los medios de comuncación que hacen juicios paralelos condenando a las personas y ensuciando un nombre que luego no es tan fácil de limpiar, quedas "tocado".
Pero lo peor son las personas corrientes que se ponen a difundir rumores sin pararse a pensar en las consecuencias y sin dudar sobre si lo que se dice es verdad o no.

Nubenegra dijo...

Hace unos días discutí este mismo asunto con algunas hermanas. Te hubieras quedado de piedra al ver con qué firmeza exigían que él demostrara que nos las había violado. Por más que intenté llevar la conversación por derroteros teóricos, hablando de la ley y la justicia, ellas se lo llevaban al terreno emocional hablando de sentimientos y arrebatos de tomarse la justicia por su mano. Pero no había forma de que cejaran en su empeño de decir que si te acusan de algo tú eres quien tienes que demostrar que eres inocente. Yo les dije que la presunción de inocencia garantizaba exactamente lo contrario y que Dios mismo en el Corán, para evitar injusticias, exige que en el caso de adulterio se presenten cuatro testigos antes de condenar a nadie. Su respuesta fue "qué injusto". ¡Astagfiru Allah! El lavado de cerebro al que nos someten los medios es tal que hasta nuestra propia umma se ve afectada por ello. Que Allah nos ilumine y nos de sabiduría.