viernes, 18 de mayo de 2012

Rumores

Estoy haciendo un interesante curso de una red municipal llamada Xarxa Antirumors que pretende formar a los ciudadanos, pertenezcan o no al tejido asociativo, en materia de interculturalidad. Básicamente, se trata de enseñarnos a desmontar los estereotipos que tenemos y a facilitarnos las herramientas adecuadas para desmontar todas esas visiones negativas que tenemos de los demás (no sólo de los extranjeros sino de los miembros de otros grupos de edad, de otros colectivos de trabajadores, a los procedentes de otras provincias) y tratar de influir en nuestro círculo más cercano para que cambien esas imágenes por otras que se ajusten a la realidad y nos permitan enriquecernos de la diversidad de quienes no tienen la misma edad, la misma lengua, el mismo color de piel o la misma extracción social que nosotros.
En la jornada de ayer, tuvimos una intensa sesión de cuatro horas con Lola López, antropóloga coordinadora del Centro de Estudios Africanos, que impartió una excelente charla en la que desgranó la esencia de nuestro pensamiento, haciéndonos ver hasta qué punto nuestro pensamiento está condicionado desde nuestra más tierna infancia por una serie de patrones de conducta que nos transmiten nuestras madres y que luego desarrollamos en sociedad.
Hablábamos, por ejemplo, de España. Nosotros, obviamente, nos vemos como el sur de Europa y consideramos a todo lo que viene de África como subdesarrollado, analfabeto, un lastre, una amenaza para nuestro sistema de bienestar, etc. Sin embargo, si echásemos un vistazo más al norte, veríamos que todo eso que achacamos a los africanos, es lo que dicen de nosotros los avanzadísimos y rubísimos nórdicos y centroeuropeos. Para ellos, somos los PIGS (Portugal, Italy, Greece and Spain), vamos, los cerdos, los parásitos, los que amenazan el sistema de bienestar europeo, los que viven de las ayudas de Alemania, los que se benefician de su sistema sanitario sin apenas aportar una pequeña parte de lo que reciben a cambio y los que son más vagos que unos chicharros. ¿Os suena? Es exactamente lo mismo que nosotros decimos, por ejemplo, de los marroquíes o de los latinoamericanos. Sin embargo... no se nos ocurre pensar que alguien pueda decir algo semejante de nosotros, Nosotros, que somos tan civilizados, tan europeos, tan modernos, tan avanzados, tan occidentales.
López explicaba que el fin de los estereotipos no es otro que el de proporcionarnos sensación de seguridad al enfrentarnos a un universo tan inabarcable como es la diversidad cultural. Necesitamos encasillar a la gente, etiquetarla, para saber a lo que nos enfrentamos, de ese modo, podremos establecer mecanismos de autodefensa ante la amenaza que supone una persona que tiene un esquema mental y una escala de valores totalmente diferentes a los míos.
Y es que es ahí, precisamente, donde echa raíces el imperialismo occidental, en el miedo a la diferencia. Los medios, la política, la economía.... todo se sostiene en base a la universalización, si eliminamos la diversidad, la discrepancia, la nota discordante, el rebaño será infinitamente más sencillo de gobernar. Por ese motivo nos esforzamos tanto en "integrar" a los demás, por eso nos molesta que sean diferentes, porque no sabemos qué hacer ante personas con estructuras de pensamiento que nada tienen que ver con la nuestra. Vivimos una permanente falsa sensación de libertad que está enraizada en nuestro nivel mítico más profundo y que nos lleva a pensar que somos absolutamente libres para decidir cuando, en realidad, el hecho es que no es que decidamos libremente no salir en ropa interior a la calle aunque tengamos mucho calor sino que "ni siquiera lo pensamos luego no lo deseamos y por tanto no lo hacemos y como no lo hacemos, nadie nos lo impide por lo que, entonces, somos libres". La esencia del silogismo. Éste es uno de mis favoritos:

Imagínate un pedazo de queso suizo, de aquellos bien llenos de agujeros.
Cuanto más queso, más agujeros.
Cada agujero ocupa el lugar en el que habría queso.
Así, cuantos más agujeros, menos queso.
Cuanto más queso, más agujeros y cuantos más agujeros menos queso.
Conclusión: Cuanto más queso menos queso.


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