viernes, 30 de julio de 2010

Vivir en la ignorancia


Algo raro me pasa. Desde hace algún tiempo, soy un ser atormentado. A pesar de mi nube negra, mi visión de la vida trasciende los límites brumosos de este fenómeno atmosférico de tacto algodonáceo y soy capaz de ver más allá, tras la línea del horizonte que la mayoría de mi entorno establece como límite visual. Supongo que hasta ese punto el mundo parece manejable, permanece en nuestras manos, sin embargo, tras la línea imaginaria se presenta un mundo desconocido e invisible. Sin pretenderlo, muchas veces me veo ataviada con mis gafas de siete leguas, esas que tienen visión telescópica y me sumergen en un mundo lejano que, sin embargo, parece formar parte del espacio en que vivimos. Miro a mi alrededor, buscando una sonrisa cómplice que me diga que no soy la única perceptora de este gran descubrimiento pero nadie parece darse cuenta de lo que pasa. Todos parecen anestesiados por la realidad que nos rodea y yo me siento terriblemente sola. Quisiera gritar, zarandear a quien me esté haciendo esto pero realmente no sé a quién acudir. Siento que soy una excéntrica avistadora de ovnis que debe permanecer callada para no ser tachada de loca, para no ser encerrada. Pero lo cierto es que cada día que pasa me molesta más el conformismo, la incapacidad de la gente para luchar por lo que quiere, la incomprensión a la que se ven sometidos quienes se alejan de los convencionalismos, quienes ponen en tela de juicio todo aquello que nos venden por bueno e incontestable y que luego se destapa como oscuro e interesado. Siento que no puedo fiarme de nada ni de nadie, que debo poner todo en cuarentena a la espera de descubrir por mí misma la verdad de las cosas pero temo que este ansia de cuestionar todo me lleve a dudar incluso de las Leyes de la Gravitación Universal e, incluso, de mi propia existencia. ¿Y si todo fuera un sueño? ¿Y si vivo en el Limbo y me preocupo innecesariamente por las cosas? ¿Y si no soy tan invencible como creo? Muchos días me levanto deseando creer que el 11M fue tal cual, que Bin Laden tiene la culpa de todo, que Kennedy fue asesinado por un loco, que los gobiernos no matan a inocentes, que en la guerra sólo hay buenos y malos, que todos queremos un mundo mejor, que la situación de África no beneficia a Occidente, que los partidos de fútbol no se amañan, que ser inteligente y trabajador es suficiente para llegar a donde te propongas, que el amor es lo único que vale pero lo cierto es que no puedo. No puedo seguir pensando que todo es rosa, que todo es limpio y diáfano pero, afortunadamente, sigo creyendo que lo único por lo que merece la pena luchar es por el amor, por la bondad de la gente, por la salvación de las almas. A veces me agrada la sensación de creerme la única capaz de ver todo esto, de ser la heroína de mi propia historia pero, otras veces, como los héroes de los comics siento el peso abrumador de la soledad sobre mi y tengo ganas de dejarlo todo, de mimetizarme con la muchedumbre y simplemente dejarme llevar. Cuando estoy a punto de zambullirme en la más anodina de las existencias siento cerca el calor de mi piedra cucurbitácea y pienso: "soy la heroína del cuento y eso siempre conlleva soledad e incomprensión pero ése es el camino que has elegido, pequeña. Que la fuerza te acompañe".

lunes, 26 de julio de 2010

Promises

Descubrí este documental de forma casual, enredando en internet y descargando cosas al tun tun. Me pareció una idea magnífica, bien plasmada y esperanzadora a la par que desgarradora y utópica. Siete niños israelíes y palestinos son los protagonistas de una cinta en la que los pequeños aportan su particular punto de vista sobre el conflicto que afecta a sus familias desde hace casi tres generaciones. Es maravilloso ver que, a pesar del odio que les rodea, ellos son capaces de soñar con un mundo mejor y son conscientes de que en una guerra no hay vencedores ni vencidos porque todos pierden a seres queridos en el transcurso de este cruento enfrentamiento que dura ya 60 años. Los dos niños judíos ortodoxos, sin embargo, no muestran tal empatía y se aferran a la idea de que Dios les prometió a los judíos que Israel sería suyo "para siempre" por lo que resulta aterrador verles afirmar que ni tienen amigos árabes ni quieren tenerlos y que a veces sienten ganas de que todos ellos mueran para así "poder vivir en paz". Tan sólo tienen 12 años y ya muestran tal alienación con respecto al concepto de "los otros" que da miedo. Sin embargo, los gemelos judíos que participan en la cinta se muestran entusiasmados ante la posibilidad de conocer a los niños árabes que están siendo filmados y se aventuran a cruzar a los campamentos de refugiados para conocerlos. Ése es el aspecto positivo y alentador. Lamentablemente, parece que la ilusión de unos niños no es suficiente para terminar con un conflicto desigual y absurdo en el que el hombre se convierte en un depredador de los de su misma especie agarrándose desesperadamente a las escasas diferencias que separan a judíos y musulmanes por encima de los miles de millones de puntos en común que tienen por el mero hecho de ser hombres y amar intensamente la tierra por la que luchan hasta la muerte.

miércoles, 14 de julio de 2010

Vaya semanita


Cuando temía que yo era la única que nadaba contracorriente, encontré este genial vídeo de Vaya Semanita y supe que no estaba chalada. Menos mal que son sketches hechos por vascos sobre los vascos que si no, ya habría habido alguna denuncia por fomentar la risotada nacional a costa del costumbrismo de más rancio abolengo. ¡Qué fenómenos!

domingo, 11 de julio de 2010

¡EspaÑa! ¡EspaÑa!


Domingo, siete y media de la tarde. Las calles de Uriolistán están desiertas, será el calor. Camino por el entramado de uno de sus barrios más singulares, voy con la música y no me percato mucho de lo que sucede a mi alrededor. La poca gente con la que me cruzo me mira extrañada pero yo voy a lo mío. Empiezo a mosquearme ¿qué pasa? Vale, ya sé que canto mal pero no se me oye mucho así que... Me callo un rato pero nada, siguen mirándome. ¡Ah! Claro, es mi falda customizada; la llevo sobre unos pantalones negros que hacen que resalten aún más el rojo y el amarillo. Nadie parece saber qué significa ese trozo de tela pero tampoco parecen interesados en aprenderlo, es como si les molestara. Vale, ya sé que es una mezcla inusual de colores pero tampoco es que haga daño a la vista ¿no? En las ventanas cuelgan telas del mismo color pero con rayas verticales, ayer fue la manifestación contra la sentencia del Estatut, miles de millones de uriolistanos salieron a la calle pero nada, el Estado opresor sigue haciéndoles la vida imposible. Llego a Casa López. Apenas una veintena de parroquianos: unos punkies alemanes, las camareras venezolanas, dos moritos tomando café, cuatro uriolistanos que no celebran el gol de uno de los suyos (¡maldito traidor, vendido a la patria enemiga!) y unos cuantos despistados que, evidentemente, somos, como poco, nacidos al menos 300 km más allá. Soy la única con los colores rojo y amarillo pero aquí no me miran tan raro. Aquí casi todos celebran el gol aunque nadie se deja la voz en el asunto. Vuelvo a casa, me cruzo con algunos vestidos como yo pero la mayoría son latinoamericanos aunque también me encuentro con una italiana, unos pocos pijos de la burguesía castellana y algunos adolescentes, el resto sigue mirándome raro. Al doblar una esquina, tres moritos gritan: ¡Espania! ¡Espania! Definitivamente nuestros inmigrantes no se integran ¿cómo se les ocurre gritar semejante blasfemia? ¡Uf! A veces me olvido de que no estoy en España y se me hincha la vena pero supongo que viviendo en el extranjero no tengo porqué exigir a nadie que me acompañe en mi felicidad o conozca mis colores. En el tren las caras son aún más largas. Nadie dice nada, ¡sólo les faltaba! Pero no veo ni un sólo guiño de complicidad, ni una sonrisa, nada. Llego a mi parada. Al pasar junto al maquinista, éste me sonríe y alza el pulgar. ¡Por fin una cara amiga! Salgo a la calle, apenas una decena de personas anda por ahí suelta, se acerca la hora de Cenicienta y todos están bien recogiditos en sus hogares. A lo lejos oigo los pitidos de júbilo de algunos inconscientes, serán extranjeros, seguro. Llego a mi calle y una gigantesca bandera ondea en un mástil que porta un osado transeúnte, como es de noche cerrada y somos cuatro gatos no corre peligro su integridad física. Parece que aún falta mucho para el milagro y eso que medio equipo está formado por sus jugadores favoritos que si no... A través del teléfono me llegan los petardos de Cantabria, la afonía de mi hermano, los pitidos de los coches de Madrid... Definitivamente, vivo lejos de España.

viernes, 9 de julio de 2010

Tedio a la vistaaa

Me aburro soberanamente, sólo de pensar en continuar así, aquí, otro año y medio más, me dan ganas de cogerme la mochila e irme en plan ONG a África, donde seguro que tendría mucho más que hacer. No puedo con la inactividad, me mata, me quita las ganas de levantarme por las mañanas, sabiendo que el trabajo no es tal y que mi presencia es tan imprescindible como la de un jarrón. Esto sí que es periodismo de salón, periodismo del de corta y pega, periodismo institucional, del que está más cerca de las relaciones públicas que del “foco de la noticia”. Lo peor es que no tiene visos de cambiar. Para esto, mejor estaba ranciando en Suances y tomando rabas y mostos con mis hermanos. Ya sé que soy inconformista pero es que esto es el tedio personificado. ¡Menos mal que tenemos aire acondicionado!

jueves, 8 de julio de 2010

La Furia Roja

Fuente: Cuatro.com


Ahora lo tengo claro, el gran milagro español de este siglo XXI está a punto de tener lugar, no se trata sólo de que estemos a un pequeñísimo paso de convertirnos en campeones del mundo la primera vez que llegamos a la final de un Mundial de fútbol sino que el creciente españolismo puede traer al redil a los nacionalistas más exacerbados, jajajjaja.Medio en broma medio en serio creo que se está cociendo algo importante. Primero fue la pérdida del miedo a colgar banderas de España en las ventanas cuando alguno de nuestros deportistas escribía una nueva página de la historia: Nadal, Alonso, Pedrosa, los chicos de la ÑBA, la Eurocopa... y ahora resulta que la gente no tiene miedo de cantar eso de “yo soy español, español, español...” y lo más increíble es que en la Polonia del sur sucede también. Evidentemente no es comparable con la fiesta interminable de anoche en Madrid, donde aún a altas horas de la madrugada se oían miles de coches pitando por las calles por la victoria ante Alemania, pero lo cierto es que el hecho de que tantos jugadores del Barcelona vistan la camiseta de la ‘Roja’ hace que muchos se olviden de que defienden los colores “del Estado opresor” y se dejen llevar por la magia del fútbol que practican los de Vicente del Bosque. Tanto es así que el domingo el señor alcalde instalará, por primera vez en todo el Mundial, una pantalla gigante en la plaza de España para que todos aquellos que así lo deseen puedan compartir su alegría y su afición españolista. Ahora sólo queda la guinda del pastel: que marquemos ante la Naranja Mecánica y Casillas mantenga la portería a cero. ¡Podemos!

lunes, 5 de julio de 2010

Las madres canguro, una nueva África


La labor de los organismos internacionales no es tan importante si no cuenta con el apoyo de los países en los que actúan, es más, en realidad, lo único realmente necesario es que los Gobiernos locales se impliquen. Así lo ha demostrado Malawi que en los últimos años ha reducido considerablemente sus índices de hambruna y desnutrición mediante la aplicación de sus propias políticas educativas y de ayuda. Enseñan a la población las bondades de consumir una dieta variada así como de la importancia de darle el pecho a los lactantes. Gracias a estas medidas, el índice de niños con deficiencias en su desarrollo ha bajado del 35% al 15% en menos de una década. Y es que lo importante no es ir allí y llevarles toda la tecnología de la que disponemos, o aquella que se nos ha quedado obsoleta, para que se pongan a nuestro nivel de desarrollo en dos días sino que lo verdaderamente crucial es conseguir que estos pueblos avancen en la nutrición y la sanidad de su población para, posteriormente, conseguir unos niveles educativos suficientes que les permitan desarrollarse por sus propios medios. Habrá mucho que, lamentablemente, no sobrevivirán hasta que ese día llegue pero es importante que, una vez alcanzado cierto nivel de desarrollo, no se produzca un retroceso. Recuerdo ahora un reportaje que leí en una revista especializada sobre las madres canguros africanas, sobre la importancia del calor materno en la supervivencia de los bebés prematuros. Como no hay incubadoras, los médicos educan a las madres en un sistema natural y con altísimos índices de éxito: el de mantener a los bebés sujetos a su cuerpo, entre sus pechos, a la altura del corazón, para que se mantengan tranquilos al ritmo del corazón de sus madres y tengan, además, el calor y la estabilidad necesarios para conseguir ese desarrollo que en Occidente logramos mediante las incubadoras. Es tan reconfortante saber que la misma naturaleza nos proporciona las herramientas que necesitamos para sobrevivir, aunque vivas con lo puesto en un lugar remoto...