El mundo se acaba, o eso parece a juzgar por las informaciones que vemos en televisión constantemente. El Islam está entrando en Europa con la firme intención de acabar con nuestro sistema de valores (¡viva el sexo, el dinero y la belleza exterior!) y con el objetivo único de que nuestro pensamiento crítico sea erradicado de nuestras cabezas. ¿O eso lo hace Telecinco?
La candidatura ibérica era la favorita pero el peso del petrorublo ha sido mucho más fuerte - ¿quién puede abstraerse de posibles ganancias en dinero negro a la par que fomentamos el deporte, patrocinado por marcas de cerveza y casas de apuestas?- y los campeones del mundo de fútbol han regresado a casa con el rabo entre las piernas porque el peso de España en el oscuro mundo global es el mismo que el de las islas Comores.Lo más trascendente de la actualidad española es la detención de siete senegaleses por su conexión con una célula de Al Qaeda. O sea, que trabajo de florero y no me entero de lo que pasa en mi despacho aunque todo el departamento comparte el mismo espacio, y resulta que unos pobres negritos que roban pasaportes para pasárselos a cuatro mafiosos y sobrevivir en nuestro país, son peligrosísimos terroristas con feas intenciones que atentarían contra nuestra seguridad. La era del chip subcutáneo está próxima a llegar. Todos somos Truman y no queremos darnos cuenta. El Gran Hermano nos vigila, nos idiotiza a través de la tele y una educación pública cada vez más deficiente que impiden el desarrollo de nuestro pensamiento crítico permitiéndonos vivir una catarsis que se limita a alimentar nuestras pasiones más bajas. Inyectándonos anhelos tan absurdos y primarios como acumular riqueza, fomentar la belleza externa metiéndonos por los ojos avances estéticos de cirugía apta para todos los bolsillos en cómodos plazos, acabar con la familia y fomentar el individualismo y el hedonismo. El trabajo está dando sus frutos: Belén Esteban es la princesa del pueblo; Telecinco se come a Cuatro; Laporta consigue cuatro diputados en sus primeras elecciones (para que luego digamos que los catalanes no tienen sentido del humor); salir, beber y drogarse son indicadores de adaptación social entre los jóvenes; tenemos el síndrome de Peter Pan; los matrimonios duran menos que un cubito de hielo en el alféizar de una ventana; somos incapaces de adquirir responsabilidades con nuestra familia, nuestro trabajo y con nosotros mismos y estamos allanándole el camino a todos aquellos que buscan hacer del ciudadano una marioneta a la que oprimir y esclavizar cual señor feudal. Y lo peor, es que les dejamos hacer sin ni siquiera darnos cuenta. Realmente, el mundo se acaba.
La candidatura ibérica era la favorita pero el peso del petrorublo ha sido mucho más fuerte - ¿quién puede abstraerse de posibles ganancias en dinero negro a la par que fomentamos el deporte, patrocinado por marcas de cerveza y casas de apuestas?- y los campeones del mundo de fútbol han regresado a casa con el rabo entre las piernas porque el peso de España en el oscuro mundo global es el mismo que el de las islas Comores.Lo más trascendente de la actualidad española es la detención de siete senegaleses por su conexión con una célula de Al Qaeda. O sea, que trabajo de florero y no me entero de lo que pasa en mi despacho aunque todo el departamento comparte el mismo espacio, y resulta que unos pobres negritos que roban pasaportes para pasárselos a cuatro mafiosos y sobrevivir en nuestro país, son peligrosísimos terroristas con feas intenciones que atentarían contra nuestra seguridad. La era del chip subcutáneo está próxima a llegar. Todos somos Truman y no queremos darnos cuenta. El Gran Hermano nos vigila, nos idiotiza a través de la tele y una educación pública cada vez más deficiente que impiden el desarrollo de nuestro pensamiento crítico permitiéndonos vivir una catarsis que se limita a alimentar nuestras pasiones más bajas. Inyectándonos anhelos tan absurdos y primarios como acumular riqueza, fomentar la belleza externa metiéndonos por los ojos avances estéticos de cirugía apta para todos los bolsillos en cómodos plazos, acabar con la familia y fomentar el individualismo y el hedonismo. El trabajo está dando sus frutos: Belén Esteban es la princesa del pueblo; Telecinco se come a Cuatro; Laporta consigue cuatro diputados en sus primeras elecciones (para que luego digamos que los catalanes no tienen sentido del humor); salir, beber y drogarse son indicadores de adaptación social entre los jóvenes; tenemos el síndrome de Peter Pan; los matrimonios duran menos que un cubito de hielo en el alféizar de una ventana; somos incapaces de adquirir responsabilidades con nuestra familia, nuestro trabajo y con nosotros mismos y estamos allanándole el camino a todos aquellos que buscan hacer del ciudadano una marioneta a la que oprimir y esclavizar cual señor feudal. Y lo peor, es que les dejamos hacer sin ni siquiera darnos cuenta. Realmente, el mundo se acaba.
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