
El pequeño panfleto, del tamaño de una fotografía, decía en negrita: ¡Dios tiene un plan para tu vida! En apenas unas líneas se destacaba la esencia del cristianismo, en este caso en su vertiente evangélica: que Dios es el Creador, que el pecado nos separa de él, que entraremos en su reino si nos arrepentimos, que Jesucristo es el camino... A mí nunca me terminó de convencer este discurso ya que lejos de resolver cuestiones me planteaba aún más dudas pero, sin embargo, me parece todo un acto de valentía que, en los tiempos que corren, aún haya gente dispuesta a enseñarle a los demás la profundidad de su creencia, la esencia del Creador, aún sabiendo que la única respuesta que obtendrán ante tal esfuerzo sea un gruñido mañanero o la más absoluta indiferencia.
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