Vale que no compita en una selección nacional y que, por lo tanto, el pequeño “espartano” no tenga la obligación de adherirse a los colores de una bandera pero es que cada vez que el muchacho abre la boca sube el pan. Dice que ser competitivo, ambicioso y tener éxito no es compatible con la humildad, debería echar un vistazo a su paisano Rafa Nadal y dejar de decir semejantes tonterías. ¿Que quiere seguir siendo así de soberbio? Perfecto, pero que no se escude en bobadas como que “ni siquiera Jesucristo que fue un hombre bondadoso gustó a todo el mundo”. ¿Pero cómo puede ser tan cretino? Lástima que a los 23 años, Lorenzo sea uno de esos campeones inaguantables a los que les puede el peso de su ego. Será mejor que tenga cuidado porque un exceso de tal “equipaje” puede hacerle caer de la moto y, entonces, el golpe será mucho más fuerte. Dice que tiene alma de espartano, sinceramente creo que Leónidas le hubiera echado de su magnífico ejército porque aunque este criajo está hecho para ganar, no está hecho para compartir la gloria y eso, en una guerra, establece la diferencia entre la vida y la muerte. Anoche, en la entrega de premios de Moto GP, el niñato se retrató así:
Ernest Riveras (RTVE): “después de Crivillé en 1999, por fin el nombre de otro piloto español vuelve a estar en lo más alto del podio de Moto GP”.
Jorge Lorenzo: “¿español?”.
E.R: “sí, sí, español”.
Ernest Riveras (RTVE): “después de Crivillé en 1999, por fin el nombre de otro piloto español vuelve a estar en lo más alto del podio de Moto GP”.
Jorge Lorenzo: “¿español?”.
E.R: “sí, sí, español”.
Pues nada, tontos tiene que haber en todas partes. A ver si para la próxima aprende de la humildad de grandes perdedores como: Pedrosa, Alonso, Gasol, Casillas o Nadal, que ejemplos patrios (o no) no le faltan al muchacho.
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