Me aburro y siento que desperdicio mi talento (;P) cuando enciendo la tele y veo lo que está sucediendo ahí afuera mientras paso las horas muertas ante un ordenador en un trabajo que no me aporta nada ni a mí ni a los demás. Desde aquí no cambiaré el mundo, está claro. Veo las nuevas reformas gramaticales y ortográficas de la RAE y siento que hasta una institución tan lenta como ésta avanza más que yo. No me gustan las nuevas reglas, así que no pienso aplicarlas. Me da igual que “solo” les guste más sin tilde, aunque sea diacrítica, yo seré como esas viejecillas que aún hoy siguen escribiendo substancia o substantivo. Tengo la esperanza de que dicha modificación sea tan poco exitosa como sicólogo o siquiatra, que son tan ajenas a mi educación lingüística que tengo que pronunciarlas en voz alta para saber qué significado encierran porque visualmente me resultan irreconocibles. Veo a Angels Barcelò en El Aaiún, cubriendo esa barbarie que el ejército marroquí está cometiendo con nuestros hermanos saharauis y me dan ganas de salir corriendo, al fin y al cabo, no necesito visado para entrar. España, como siempre, mira para otro lado aún a pesar de que la situación que atraviesan es todo culpa nuestra, culpa de la descolonización, de nuestras ansias expansionistas, de nuestra pobreza de espíritu, de nuestra falta total de moral cuando no hay rendimiento económico de por medio. Hoy, echo de menos mis días en El Estrecho, cuando, aunque no sirviera para mucho, las páginas del periódico local me servían para denunciar situaciones injustas y demasiado cotidianas. Hoy siento que la vida sigue y que yo no aporto nada.
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