El cateto cosmopolita es el último espécimen que he descubierto en Uriolistán. Se viste de traje rancio y barato. Este cateto cosmopolita se caracteriza por un ausente sentido del humor aderezado con una superioridad fruto de sus exhaustivos estudios sociológicos basados en el hecho de que, como buen cateto, nunca ha salido del pueblo aunque éste sea muy cosmopolita. A buen seguro, este memo del tres al cuarto sólo se relaciona con otros de su misma especie y condición lo que le confiere una autoridad indiscutible para hablar “con conocimiento de causa” de todos aquellos que venimos aquí a ganarnos el pan y no tenemos ninguna intención de cambiar de nacionalidad y menos aún cuando lanza perlas del tipo: “no puedes desear estar en ningún otro sitio, no hay nada mejor que esto, tu tierra está bien para ir de vacaciones pero es que nosotros somos la puerta de Europa”. Tal vez, pero, de ser mi puerta, sin duda invertiría en otro tipo de “seguratas” porque estos cancerberos no son precisamente el mejor reclamo turístico. Con su obtusa actitud lo único que hacen es reafirmar el estereotipo que se tiene de Uriolistán allende los mares y pueblos de la Tierra. Idiotas como éste, a veces, logran que se me atragante la comida. Si tuviera un cohete en la puerta lo pondría tan rápidamente en órbita...
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