La estupidez humana alcanza unos límites que, muchas veces, escapan al conocimiento pero que rara vez se vislumbran si a uno le sobreviene la muerte sin haber salido del desierto. Todo hombre que se precie buscará con ahínco traspasar los límites del mundo que conoce y, para ello, nada mejor que dejar a un lado la avaricia del espíritu y emprender un viaje que le lleve, de un salto, a cruzar la línea invisible de la ignorancia. Sólo en ese instante tomará conciencia de la oscuridad en la que había vivido y su alma estallará de júbilo hasta dejarlo flotando en las nubes.
2 comentarios:
Oye, vamos a ver si nos relajamos en Barna. Un poco sólo. Sube al Parc Güell (corre, que quieren empezar a cobrar entrada) y pega unos gritos.
Besucos.
jajajjajaja. 24 horas cara a cara con Verónica me están matando y eso que apenas llevo aquí una semana, ¡me voy a volver loca!
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