Israel amenaza con atacar Irán ante la mirada impasible de la comunidad internacional, China y Rusia vetan la propuesta de la ONU de intervenir en Siria, el gobierno senegalés impide a Youssou N’Dour presentarse a unas elecciones presidenciales que, lamentablemente, huelen a pucherazo antes de que empiecen, pues Wade parece decidido a morir en el cargo... Parece que los musulmanes, sean de donde sean, siguen siendo vistos como ciudadanos de segunda, que no merecen la compasión ni la ayuda de nadie. No importa que Israel tenga armamento nuclear ni que Al Asad sea un cruel genocida que masacra a su pueblo, ni que Youssou N’Dour sea un acérrimo defensor de su país y haya invertido sus esfuerzos y ganancias en hacer más próspero Senegal. Nada importa.
Hace unos meses, en Londres, se celebró una conferencia mundial para la paz y la resistencia contra el extremismo. Más de 11.000 personas se reunieron en el Wembley Arena convocados por la organización islámica Minhaj-ul-Quran y en la que participaron representantes religiosos de todo el mundo.
Parece que no fue suficientemente masivo porque aquí no nos llegó ni un triste eco de tan singular encuentro, que muestra que no todos los musulmanes, ni tan siquiera la mayoría, son tan fieros, irracionales y desalmados como los pintan.
La declaración, entre otros puntos, reconoce la variedad de religiones, el derecho a la diferencia, el rechazo frontal a todo tipo de terrorismo (incluido el que se esconde bajo la bandera del Islam), la inviolabilidad de la vida humana, niega que el Islam y Occidente sean enemigos inevitables, aplauden la primavera árabe, piden la resolución del conflicto palestino, condenan el antisemitismo, solicitan mayor ayuda para África, piden a los gobiernos que se esfuercen por combatir el hambre, el analfabetismo y la guerra. Quien quiera leer la declaración completa, lo puede hacer en este enlace: http://www.londondeclaration.com/.
Hace unos meses, en Londres, se celebró una conferencia mundial para la paz y la resistencia contra el extremismo. Más de 11.000 personas se reunieron en el Wembley Arena convocados por la organización islámica Minhaj-ul-Quran y en la que participaron representantes religiosos de todo el mundo.
Parece que no fue suficientemente masivo porque aquí no nos llegó ni un triste eco de tan singular encuentro, que muestra que no todos los musulmanes, ni tan siquiera la mayoría, son tan fieros, irracionales y desalmados como los pintan.
La declaración, entre otros puntos, reconoce la variedad de religiones, el derecho a la diferencia, el rechazo frontal a todo tipo de terrorismo (incluido el que se esconde bajo la bandera del Islam), la inviolabilidad de la vida humana, niega que el Islam y Occidente sean enemigos inevitables, aplauden la primavera árabe, piden la resolución del conflicto palestino, condenan el antisemitismo, solicitan mayor ayuda para África, piden a los gobiernos que se esfuercen por combatir el hambre, el analfabetismo y la guerra. Quien quiera leer la declaración completa, lo puede hacer en este enlace: http://www.londondeclaration.com/.
Al hilo de esta declaración y con el deseo de que los prejuicios que nos inculcan a través de los medios y la política, puedan ser siquiera ligeramente contrarrestados, he querido compartir esta esperanzadora canción que cada vez que la escucho, me hace estremecer y soñar con que, entre todos, podamos crear un mundo mejor, libre de prejuicios y enfrentamientos absurdos.
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