Algo raro me pasa. Desde hace algún tiempo, soy un ser atormentado. A pesar de mi nube negra, mi visión de la vida trasciende los límites brumosos de este fenómeno atmosférico de tacto algodonáceo y soy capaz de ver más allá, tras la línea del horizonte que la mayoría de mi entorno establece como límite visual. Supongo que hasta ese punto el mundo parece manejable, permanece en nuestras manos, sin embargo, tras la línea imaginaria se presenta un mundo desconocido e invisible. Sin pretenderlo, muchas veces me veo ataviada con mis gafas de siete leguas, esas que tienen visión telescópica y me sumergen en un mundo lejano que, sin embargo, parece formar parte del espacio en que vivimos. Miro a mi alrededor, buscando una sonrisa cómplice que me diga que no soy la única perceptora de este gran descubrimiento pero nadie parece darse cuenta de lo que pasa. Todos parecen anestesiados por la realidad que nos rodea y yo me siento terriblemente sola. Quisiera gritar, zarandear a quien me esté haciendo esto pero realmente no sé a quién acudir. Siento que soy una excéntrica avistadora de ovnis que debe permanecer callada para no ser tachada de loca, para no ser encerrada. Pero lo cierto es que cada día que pasa me molesta más el conformismo, la incapacidad de la gente para luchar por lo que quiere, la incomprensión a la que se ven sometidos quienes se alejan de los convencionalismos, quienes ponen en tela de juicio todo aquello que nos venden por bueno e incontestable y que luego se destapa como oscuro e interesado. Siento que no puedo fiarme de nada ni de nadie, que debo poner todo en cuarentena a la espera de descubrir por mí misma la verdad de las cosas pero temo que este ansia de cuestionar todo me lleve a dudar incluso de las Leyes de la Gravitación Universal e, incluso, de mi propia existencia. ¿Y si todo fuera un sueño? ¿Y si vivo en el Limbo y me preocupo innecesariamente por las cosas? ¿Y si no soy tan invencible como creo? Muchos días me levanto deseando creer que el 11M fue tal cual, que Bin Laden tiene la culpa de todo, que Kennedy fue asesinado por un loco, que los gobiernos no matan a inocentes, que en la guerra sólo hay buenos y malos, que todos queremos un mundo mejor, que la situación de África no beneficia a Occidente, que los partidos de fútbol no se amañan, que ser inteligente y trabajador es suficiente para llegar a donde te propongas, que el amor es lo único que vale pero lo cierto es que no puedo. No puedo seguir pensando que todo es rosa, que todo es limpio y diáfano pero, afortunadamente, sigo creyendo que lo único por lo que merece la pena luchar es por el amor, por la bondad de la gente, por la salvación de las almas. A veces me agrada la sensación de creerme la única capaz de ver todo esto, de ser la heroína de mi propia historia pero, otras veces, como los héroes de los comics siento el peso abrumador de la soledad sobre mi y tengo ganas de dejarlo todo, de mimetizarme con la muchedumbre y simplemente dejarme llevar. Cuando estoy a punto de zambullirme en la más anodina de las existencias siento cerca el calor de mi piedra cucurbitácea y pienso: "soy la heroína del cuento y eso siempre conlleva soledad e incomprensión pero ése es el camino que has elegido, pequeña. Que la fuerza te acompañe".
viernes, 30 de julio de 2010
Vivir en la ignorancia
Algo raro me pasa. Desde hace algún tiempo, soy un ser atormentado. A pesar de mi nube negra, mi visión de la vida trasciende los límites brumosos de este fenómeno atmosférico de tacto algodonáceo y soy capaz de ver más allá, tras la línea del horizonte que la mayoría de mi entorno establece como límite visual. Supongo que hasta ese punto el mundo parece manejable, permanece en nuestras manos, sin embargo, tras la línea imaginaria se presenta un mundo desconocido e invisible. Sin pretenderlo, muchas veces me veo ataviada con mis gafas de siete leguas, esas que tienen visión telescópica y me sumergen en un mundo lejano que, sin embargo, parece formar parte del espacio en que vivimos. Miro a mi alrededor, buscando una sonrisa cómplice que me diga que no soy la única perceptora de este gran descubrimiento pero nadie parece darse cuenta de lo que pasa. Todos parecen anestesiados por la realidad que nos rodea y yo me siento terriblemente sola. Quisiera gritar, zarandear a quien me esté haciendo esto pero realmente no sé a quién acudir. Siento que soy una excéntrica avistadora de ovnis que debe permanecer callada para no ser tachada de loca, para no ser encerrada. Pero lo cierto es que cada día que pasa me molesta más el conformismo, la incapacidad de la gente para luchar por lo que quiere, la incomprensión a la que se ven sometidos quienes se alejan de los convencionalismos, quienes ponen en tela de juicio todo aquello que nos venden por bueno e incontestable y que luego se destapa como oscuro e interesado. Siento que no puedo fiarme de nada ni de nadie, que debo poner todo en cuarentena a la espera de descubrir por mí misma la verdad de las cosas pero temo que este ansia de cuestionar todo me lleve a dudar incluso de las Leyes de la Gravitación Universal e, incluso, de mi propia existencia. ¿Y si todo fuera un sueño? ¿Y si vivo en el Limbo y me preocupo innecesariamente por las cosas? ¿Y si no soy tan invencible como creo? Muchos días me levanto deseando creer que el 11M fue tal cual, que Bin Laden tiene la culpa de todo, que Kennedy fue asesinado por un loco, que los gobiernos no matan a inocentes, que en la guerra sólo hay buenos y malos, que todos queremos un mundo mejor, que la situación de África no beneficia a Occidente, que los partidos de fútbol no se amañan, que ser inteligente y trabajador es suficiente para llegar a donde te propongas, que el amor es lo único que vale pero lo cierto es que no puedo. No puedo seguir pensando que todo es rosa, que todo es limpio y diáfano pero, afortunadamente, sigo creyendo que lo único por lo que merece la pena luchar es por el amor, por la bondad de la gente, por la salvación de las almas. A veces me agrada la sensación de creerme la única capaz de ver todo esto, de ser la heroína de mi propia historia pero, otras veces, como los héroes de los comics siento el peso abrumador de la soledad sobre mi y tengo ganas de dejarlo todo, de mimetizarme con la muchedumbre y simplemente dejarme llevar. Cuando estoy a punto de zambullirme en la más anodina de las existencias siento cerca el calor de mi piedra cucurbitácea y pienso: "soy la heroína del cuento y eso siempre conlleva soledad e incomprensión pero ése es el camino que has elegido, pequeña. Que la fuerza te acompañe".
3 comentarios:
Un poco metafísica estás no?
Ya, la verdad es que sí pero es que últimamente estoy un poco desencantada con el mundo, con tanta hipocresía, con la superficialidad de la gente así que no hago más que darle vueltas a todo. Es un poco como cuando estábamos en Ceuta. La misma frustración que sentí al comprobar que "la convivencia de cuatro culturas" que nos vendía Antonio no era más que una "coexistencia" de personas distintas en un mismo territorio.
Convivencia y coexistencia van de la mano, no te pongas triste, que tengo taaanto trabajo que no me da tiempo a consolarte....clara
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