Yo no soy de ésas que desde pequeña tenía claro que quería ser periodista y hacía sus pinitos como reportera desde que gateaba. En algún momento de mi vida, estudiando BUP, decidí que quería ser periodista y nada más. Desde entonces, siempre he tenido claro que ésta era la profesión a la que quería dedicarme costara lo que costara. Lo cierto es que desde los inicios lo tuve bastante fácil, encontré trabajo en la emisora de radio de mi ciudad y allí estuve dos años aprendiendo mucho en una empresa seria y con unos compañeros estupendos. Después de esto, una sustitución por maternidad en una agencia de noticias, un trabajo en un gabinete de prensa y el paro. Ocho interminables meses de inactividad buscando por todas partes, enviando currículums a todos los lugares del país, a emisoras, televisiones, periódicos y nada. Justo cuando se me terminaba la prestación del INEM y empezaba a pensar que tendría que buscarme la vida de otra cosa, mi vida cambió. Mil kilómetros de distanciay podría seguir con mi sueño de ser periodista. No me lo pensé ni un minuto y de un día para otro dejé mi vida, mi familia, mi tierra, todo, para dedicarme a lo mío. Ahora trato de pensar en positivo: me dedico a lo mío, tengo para mantenerme sin ayuda paterna y estoy aprendiendo mucho. Sí, mucho. Bueno y malo. Quizá más malo que bueno. Estoy aprendiendo que el periodismo tiene los días contados, que no importa si sabes o no sabes escribir, si has estudiado la carrera o si tienes ilusión porque las empresas de comunicación están llenas de incompetentes, porque están en manos de gente que no sólo no tiene ni idea sino que, además, tampoco disfrutan del periodismo y tienen una empresa de éstas como podrían tener una zapatería.Siempre se dice que los periodistas somos el colectivo con menos conciencia de grupo y que menos lucha por lo suyo y creo que es verdad. Yo también me incluyo en ese saco. Podría dejar el trabajo y permitir que otros ineptos (auténticos) ocupen un puesto que tampoco es nada del otro jueves pero que es mío y que debe ser ocupado por alguien con una formación adecuada pero no me da la gana. No pienso volverme a casa con el rabo entre las piernas sintiéndome una fracasada aunque aquí nadie valore mi trabajo y tenga que darme ánimos yo sola para continuar luchando, junto a mis compañeros, contra una marea muy fuerte. Así, que visto lo visto, y sabiendo que siempre seré una de esas mileuristas que no podrá hipotecarse nunca (estando cada vez más cerca la treintena) y teniendo conciencia de que la muerte del periodismo será culpa nuestra y de quienes, cada día, se aprovechan de nuestras ganas de trabajar y de nuestra ilusión, porque esta situación acaba con la ilusión del más optimista, tan sólo me queda quejarme y gritar que tenemos que hacer algo, que esto no puede continuar así, que los medios no pueden estar en manos de cualquiera y que son las asociaciones de la prensa, quienes deben impulsar ese cambio. A pesar de todo, seguiré luchando por mi sueño, hasta que no me queden fuerzas, hasta que terminen por completo con mis ganas de hacer algo por el periodismo, por aportar mi granito de arena para que este mundo sea un poco mejor cuando me haya ido, pero creo que esta ilusión y estas ganas no continuarán eternamente si sigo tropezándome con lo peor de este mundillo por el camino.....
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