lunes, 16 de febrero de 2009

Precaución, piscina sin agua

Pasen y vean, damas y caballeros, por primera vez en la historia de los Juegos Para No Olímpicos hemos sido testigos directos de una fractura abierta de cráneo con traumatismo severo cuyo resultado no ha sido la muerte inmediata. Para aquellos que se incorporen en estos momentos a nuestra retransmisión procedemos ahora a hacer un breve relato de los hechos.
"El sol y la emoción del amor casi terminaron hoy con la vida de la joven nadadora vikinga Astrid Gaarder que se precipitó a la piscina desde el décimo piso del hotel WinterGarten. Todo comenzó cuando la joven, liberada temporalmente de su nube negra, paseaba por la azotea del hotel en el que se encontraba pensando en lo humano y lo divino. Al mirar hacia abajo a observar una nueva perspectiva del complejo turístico en el que se encontraba, vio a un apuesto socorrista que miraba hacia arriba con cierto interés. No se sabe muy bien por qué, ella pensó que la miraba a ella y comenzó a hacer monerías varias para comprobar si el galán continuaba mirando o si ni siquiera se había percatado de su presencia en la azotea. Pero ahí seguía, mirando, sin moverse. Entonces ella empézó a hacer gestos indicándole que si quería darse un baño con ella y como empezara a ver los mismos gestos repetidos en el joven socorrista, comenzó a subir la emoción por el estómago. Saltaba ella, saltaba él, agitaba la mano ella, lo hacía él, después de un par de minutos de absurdos gestos ella tomo una decisión: marcarse un triple salto mortal con doble pirueta al revés y sorteo de obstáculos incluido (en todos los balcones había ropa de playa colgada). Después de unos segundos que parecían días llegó a la piscina y lejos de encontrarse al apuesto socorrista en un colchón hinchable bien untadito de crema y con una piña colada en las manos, se abrió la cabeza en dos porque no había ni gota de agua y ahora se recupera (no sin dificultad) de su convalecencia".
¿Qué pasó? Pues que la muy idiota no se acordó de que justo ese día había un interesantísimo eclipse de sol que en aquel preciso instante tenía lugar sobre su cabeza y no se percató de que el pobre socorrista, fanático de dicho fenómeno astronómico, no se movió de su sitio a pesar del enjambre de avispas que se colocó sobre su cabeza y del que estuvo unos minutos intentando zafarse con tremendos aspavientos. Cuando llegaron los servicios de emergencias la joven sólo alcanzó a pronunciar unas palabras antes de perder el conocimiento: "¡Viva la emoción del amor!". Seguiremos informando de la evolución de su estado que, por el momento, nos atrevemos a aventurar que es realmente crítico.

viernes, 13 de febrero de 2009

La marciana

Tengo una marciana en casa. Sí, lo sé. Suena genial. Seguro que muchos se imaginarán a una especie de Alf: feo pero gracioso que siempre está soltando chascarrillos. La mía es fea pero es más bien un híbrido entre ET cuando se enferma –rostro redondo y plano, grisáceo, donde sólo destacan los enormes ojos- y Roger, el alienígena que comparte techo con la familia protagonista de American Dad. Y de la simpatía ni hablamos porque, como se dice en algunos sitios, es más sosa que un nabo.

Aún no he descubierto de qué planeta procede pero estoy en ello. Desde luego no es una extraterrestre al estilo de Kim Basinger porque, si no recuerdo mal, ésta sólo se alimentaba de pilas y la mía es omnívora aunque siente predilección por las frutas y las verduras.

Apareció un día de repente, en casa, buscando un techo bajo el que cobijarse. En aquel momento la posibilidad de convertirnos en una ONG recolectora de almas desamparadas nos pareció tan buena idea que la acogimos en nuestro seno con los brazos abiertos, rozando casi la euforia. Pero pronto nos percatamos de que aquel ser con aspecto femenino no era precisamente un ser humano.....

Desde luego, en el planeta del que procede disponen de una tecnología de lo más avanzada puesto que su aspecto físico es absolutamente normal. Sus conocimientos del idioma también le permiten pasar desapercibida entre los humanos aunque, si la observas con detenimiento, su forma de actuar denota su origen extraterrestre. No camina, se desplaza levitando a dos centímetros del suelo por lo que aparece y desaparece en cualquier punto de la casa cuando menos te lo esperas. Ingiere cantidades industriales de palomitas y le fascina la televisión. De hecho, cuando se sienta ante la caja tonta sufre espasmos frecuentes como si respondiera a algún mensaje oculto. No le gusta la gente, es completamente asocial. Creo que ese es su punto más vulnerable, si algún día me planteo deshacerme de ella llenaré la casa de gente hasta que reviente su sistema nervioso y se desintegre.
Si fuera más divertida, ingeniosa o, simplemente, inteligente estaría deseando que me abdujera para convertirme en una de los suyos por una temporada ¡qué emocionante sería vivir en un planeta diferente! Pero, no sé, viéndola empiezo a pensar que todas esas historias sobre marcianos que siempre hemos visto en el cine son mejores en el celuloide que en realidad así que seguiré siendo terrícola hasta que encuentre una oferta mejor.

lunes, 9 de febrero de 2009

Revilluca

Desde que Miguel Ángel Revilla fue nombrado Presidente del Gobierno de Cantabria allá por 2003 nuestra pequeña región ha salido del ostracismo de las autonomías para empezar a conocerse por el gran público. Puede parecer una tontería pero a estas alturas de la película son muchos los que desconocen que hay una autonomía llamada así y los que siguen hablando de la provincia de Santander, denominación que se perdió al alcanzar la independencia de Castilla y León en el año 1981.

En el panorama político y mediático actual hay dos tipos de comunidades autónomas, las de primera y las de segunda fila. En el primer grupo se encuadran algunas como: Madrid, Cataluña, Andalucía y País Vasco mientras que la mayoría de las regiones uniprovinciales y las dos Castillas, entre otras, se engloban en el segundo grupo. El de los absolutos desconocidos. ¿O acaso alguien recuerda el nombre del presidente de Castilla y León?

Cantabria siempre estuvo entre los segundos hasta que Revilla saltó a la fama en Crónicas Marcianas por sus comentarios sobre “el sable del rey Harald de Noruega”. Ése es nuestro presidente. Lo complicado es que no sé si me gusta o me avergüenza. Al principio me daba vergüenza ajena ver a ese hombrecillo con los pantalones remangados y los pies metidos en el agua ondeando la bandera de la trainera castreña o llegando en taxi a La Moncloa mientras todos los medios de comunicación se mofaban de tan singular personaje. Pero es que ahora ya no sé qué pensar. Desde luego la región y él mismo son más conocidas que antes y sinceramente creo que sus campechanas excentricidades constituyen la mejor campaña publicitaria que podíamos haber ideado pero ¿no se nos volverá en contra?

Esta mañana, los oyentes de ‘Anda ya’ en los 40 Principales han solicitado despertarlo y ahí que ha entrado al trapo nuestro presidente con la llamada del falso Zapatero. Todo simpatía y buen humor a pesar de que sólo eran las 8.30 horas. Eso, desde luego, dice mucho a favor de él. Seguro que nadie votaría nunca por despertar al sieso de Ibarretxe pero ¿acaso su cercanía no perjudicará su imagen haciéndolo menos “respetable”? Desde un punto de vista ideal, sin duda se trataría de un político que se acercaría bastante a la perfección si atendemos sólo al hecho de que es una persona que conoce al dedillo su región, su idiosincrasia, sus gentes y que es cercano a los votantes. Pero ¿se percibe así?

En el último derbi madrileño coincidí en un bar con un catalán que, al saber que era de Cantabria, se puso a alabar las características del presidente. Yo no sabía si reír o llorar al escucharle decir que lo admiraba y que creía que era un buen presidente para una región pequeña como la nuestra. Según él, un Revilluca sería impensable en una región como Cataluña “con una población demasiado numerosa como para entender que se puede tener un presidente que se sale de los encorsetamientos habituales”. No sé. A pesar de sus esfuerzos por resultar simpático no pude dejar de sentirme como una inmigrante de la región más cateta del norte de España. El caso es que luego, allá donde vayas la gente se acuerda del nombre de Revilla y todo el mundo esboza una sonrisa aunque mofa, lo que se dice mofa, no detecto mucha. Lo que está claro es que su particular forma de ser no pasa desapercibida y todo el mundo habla no sólo del asunto de los taxis sino también de nuestras anchoas, sobaos y orujos.

Pero, sin duda, lo que no se le puede echar en cara es que no sea defensor a ultranza de Cantabria, cada momento que tiene lo aprovecha para hacer campaña publicitaria y para pedir más y más para la región y eso siempre sin hacer el ridículo que hacen los nacionalistas que rechazan todo lo relacionado con España pero a los que todavía quiero ver yo rechazando su parte de los Presupuestos Generales del Estado. Lo que no es coherente es querer vivir independiente de tus padres pero exigiéndoles que te paguen el alquiler y cubran todos tus gastos.
Vaya, al final parece que lo tengo todo más claro de lo que pensaba. Tal vez no lo haya votado nunca pero igual no es tan malo tener a un presidente que pregona a los cuatro vientos que Cantabria le “pone” porque, al fin y al cabo, parece que cumple con la tarea que se le ha encomendado y honradamente. Hasta que El Mundo diga lo contrario.

viernes, 6 de febrero de 2009

Ateos versus cristianos

Las diferencias entre ateos y cristianos han pasado de la escena social a la publicitaria y es que ya se sabe que todo vale si se trata de obtener rédito económico. Hemos comenzado 2009 con una vuelta más de tuerca en lo que a publicidad se refiere puesto que los autobuses urbanos de algunas ciudades europeas se pasean rotulados con el siguiente mensaje: “Probablemente Dios no existe. Deja de preocuparte y disfruta de la vida”. La reacción no se ha hecho esperar así que algunos colectivos cristianos han lanzado el contraataque con otra campaña: “Dios si existe. Disfruta de la vida en Cristo”.

Y yo, que vivía feliz en la ignorancia me veo ahora en la obligación moral de decantarme por una de las opciones. Creer o no creer, ésa es la cuestión. O eso es, al menos, lo que creen muchos. Pero es que la religión no es un producto al que nos podamos suscribir sino una opción de vida que, desde luego, no está –o no debería- condicionada por la mayor o menor publicidad que se haga de ella. En mi caso, por mucho que me prometan no me van a convencer de nada ni voy a abrazar la fe como quien hace un gran descubrimiento.

Para mí, lo increíble es la polémica. ¿Acaso los que se irritan tanto piensan que van a perder seguidores? Casi nadie cambia de equipo de fútbol a lo largo de su vida ni deja de creer de la noche a la mañana así que ¿por qué tanto enfado? Tal y como yo lo veo, la propuesta de los ateos no es la de aumentar el número de apostasías sino la de hacerle ver a la gente que no podemos pasarnos la vida temiendo la furia divina. El problema de la Iglesia católica, y creo que de todas las religiones monoteístas, es que basan parte de su evangelización en el hecho de que sus fieles deben hacer cosas para agradar a Dios y deben evitar hacer otras –no sólo las que constituyen un delito– para no enfadar al Creador.

Lo único que los ateos que han promovido la campaña pretenden, a mi juicio, es quitar una losa de encima a la población que ha crecido reprimida desde el punto de vista emocional por la educación religiosa. A saber: no utilizar preservativos, aunque estos impidan el contagio de enfermedades venéreas; fornicar sólo con fines reproductores; el matrimonio es hasta la muerte; y alguna otra serie de imposiciones morales que no están al día con los tiempos en que vivimos.
Yo, sinceramente, no veo tanto drama en el mensaje. No afirma categóricamente que Dios no exista sino que abre la posibilidad a ello que no es lo mismo. Además, tan sólo invitan a disfrutar de la vida, lo que en tiempos de crisis, es una propuesta de lo más sana. ¿Debemos abrir ahora una brecha entre creyentes y no creyentes por ello?

Rutinas

Dicen que la rutina es la que acaba con los matrimonios pero no es sólo eso, acaba con las ilusiones, con las emociones, con el raciocinio y lleva, inevitablemente, a la muerte. A la muerte por aburrimiento o por los excesos cometidos por su causa. A mí me impresionó mucho la de Kurt Cobain. Yo estaba en plena adolescencia y él apenas tenía 27 años y había decidido poner fin a su vida ¿cómo era posible? ¿podía existir alguien sobre la faz de la Tierra que quisiera pasar a mejor vida teniéndolo todo en ésta? Parece que sí.

Nuestros padres pertenecen a esa generación que ya no sufrió las penurias de sus progenitores y que consideran que, en esta vida, tenerlo todo es más que suficiente para caer en los excesos que nos proporcionarán el billete directo al Edén. Por eso, vieron relativamente normal el abrupto final de este exitoso músico grunge que a principios de los 90 se hallaba en lo más alto de su carrera profesional. Sin embargo, lo que ellos no entienden es que la otra rutina, la de los pobres, es igualmente dañina.

Hablo de rutina por no hablar de esclavitud. Supongo que como somos libres de optar por apuntarnos al paro en lugar de sufrir las pésimas condiciones laborales en las que nos vemos inmersos la mayoría no se puede hablar de esclavos. Pero lo cierto es que el mundo global nos lleva a ello sin remedio. Somos meros títeres en manos de unas cuántas manos que manejan los hilos del mundo, llámense bancos, empresas de tecnología, gobiernos o empresarios. ¿Y qué hacemos nosotros? Enviar a nuestros sindicalistas de vacaciones a las Bahamas.

Y es que lo de ser jefe, es la mejor inversión que se me ocurre. Montas una empresa. De lo que sea. Inviertes en capital humano –con lo bonito que suena- y por el módico precio de siete euros la hora –menos de lo que cobra cualquier empleada doméstica- tienes atados a una silla a un centenar de pringados con un título universitario adornando la pared del salón. Lo único que falta es la pesada bola de acero atada al tobillo y el pico en la cuneta porque, por lo demás, es como estar en la cárcel: no ves la luz del sol más que a través de las ventanas; tienes horarios hasta para comer; no sabes a qué huele el aire, ni las nubes, ni qué se siente al notar la nieve sobre la cara....

Me estoy yendo del tema...

tienes que informar a cada instante de dónde estás; de lo que haces; es fundamental que parezca que estás ocupado para que no te carguen con los marrones de los demás; y, encima, tienes que tener cuidado de no darle la espalda más que a la pared porque los cuchillos vuelan. Pero, ¿qué tonterías estoy diciendo? Farruquito en la cárcel, con su tercer grado vive mejor que la mayoría de los que nunca hemos cometido un delito.

Y así se monta una empresa. ¿Para que putear a los tontos si por el mismo precio se puede tener a los listos? Así nadie te quitará ese puesto de jefe ganado a base de enchufes y no de méritos y los tendrás tan absolutamente anulados que ni siquiera tendrán fuerzas para rechistar porque la rutina es lo que tiene, que al igual que la obra, embrutece.
Después de una interminable semana aguantando a auténticos cabestros ya sean compañeros de trabajo, clientes o jefes y sufriendo indescriptibles dolores de cabeza aún hay alguien que tenga ganas de perder su tiempo libre en luchar por sus derechos? Sólo hay una respuesta: no. Con este panorama, lo único que nos queda es ligar en el trabajo así al menos la condena se nos hace más liviana. Y así cerramos el círculo: la rutina acaba con los matrimonios.

martes, 3 de febrero de 2009

La crisis y los sindicatos, la respuesta española

Con la que está cayendo por todas partes y nuestros queridos sindicalistas parecen estar de vacaciones en Australia, en Fidji o en alguno de esos paraísos en los que aún no se respiran aires de crisis. Desde luego, tanto mirar a Francia para según qué cosas y ahora que estos se han echado a la calle nosotros nos dedicamos a protestar por la situación de Gaza. Que está muy bien, entendámonos, pero que ahora no es precisamente lo que toca.

A lo largo de nuestra joven democracia –ahí va el giro que tanto les mola a los políticos- han sido varias las huelgas generales que han protagonizado los españoles tanto con González como con Aznar pero nunca hemos estado en una situación económica tan preocupante y, a la vez, tan tranquilos, como si esto le pasase a otros.

Y es que al final, resulta que Zapatero, a pesar de su manifiesta incompetencia, sabe mantener a su lado a los sindicatos –ni me planteo el cómo- y así, mantener callados a los casi tres millones de parados que viven en España de las arcas del Estado, hasta que se acaben. Será por su simpatía. O por sus cejas, tan graciosas. O porque le gusta el baloncesto. O porque es de León. O porque sus ojos azules nos invitan a pensar que es nuestro particular Obama. Quién sabe.

El índice de paro entre la población activa afecta ya a un 14% (en Francia a un 9%) pero parece que no importa, no todavía. En las ocasiones anteriores tan sólo fue necesario hablar de abaratar los despidos y de los contratos temporales y hala, todos a la calle. Ahora son millares las familias que tienen el agua al cuello y salimos a la calle para ir a la nieve, irnos al pueblo o manifestarnos contra la situación que se vive en Gaza.

Que conste que yo me incluyo pero eso no quita para que me indigne el hecho de que ese grupúsculo de sinvergüenzas llamados sindicalistas (que viven tan del cuento como los políticos pero, encima, haciéndonos creer que son de los nuestros) estén de brazos cruzados y no hayan abierto la boca aún para hacer el más mínimo comentario sobre la situación que para muchos se tornará dramática si tenemos que esperar a una remontada económica para el 2010.

Pero, en fin, como buena española que soy; yo como ni estoy parada, ni pertenezco a ningún sindicato ni tengo conciencia de clase obrera, no pienso hacer nada hasta que no me toque a mí, hasta que no sea yo la que viva en la calle, hasta que quizá, para algunos, sea demasiado tarde.