Esa sonrisa fingida y condescendiente, de perro viejo que se las sabe todas y te las da con queso siempre me ha resultado poco de fiar. Además, es el único político que no barre para casa, ni siquiera un poco, y ahora resulta ¿que defiende el modelo catalán de inmersión lingüística? Este tío no es muy listo, o es un jeta. O lo que sea. Pero no me gusta. En vez de hacerle la rosca a los catalanes y contar mentiras, podría mirar un poco más a aquellos que nos quedan más cerca, aunque ya ni recuerde de donde salió. Porque los vascos, muy nacionalistas también ellos, son bastante más listos y tolerantes. Tienen tres modelos educativos, tres itinerarios que conviven sin hacer ruido y sin que los más euskaldunes se quejen, así que malos no serán. Uno sólo en euskera, otro sólo en castellano y otro totalmente bilingüe, ¿lo más frecuente? Que un mismo colegio ofrezca las tres alternativas, para que no haya segregación por centros. Seguro que habrá quien piense que como el euskera es más difícil de aprender, no lo pueden imponer pero como el catalán es sencillo... Bueno, para un pakistaní o un árabe lo mismo da que me da lo mismo. En cualquier caso, me remito a una entrevista publicada esta semana en El País para hacer notar la incongruencia. Una jefa de estudios de un centro de Badalona, con mayoría abrumadora de niños inmigrantes, dice que nadie se ha quejado de que la lengua vehicular sea el catalán, que nadie ha demandado nunca el castellano y que la convivencia se vería alterada con esta polémica. A renglón seguido, la buena mujer reconoce que en el patio los niños hablan sus lenguas maternas o castellano y que "la situación (del catalán) es tan alarmante que tenemos que pedirles a los niños que nos hablen en catalán porque la inmensa mayoría lo hacen en castellano". ¿Acaso esta buena mujer no es capaz de entender el mensaje?
Camino por el Raval, el corazón extranjero de Barcelona, niños marroquíes, pakistaníes y filipinos salen de la escuela de la calle Tallers. Hablan en las lenguas de sus padres, pero cuando se dirigen a otro de distinta nacionalidad lo hacen, invariablemente, en castellano. No dejo de sorprenderme. ¿Cómo es posible que aprendan el catalán en el colegio, sus padres sean extranjeros cuya lengua materna no es el castellano y ellos hablen en español por la calle? No lo sé. Pero lo hacen. Algunos, incluso se dirigen a sus padres en esta última lengua. Supongo que no hay más ciego que el que no quiere ver. Dicen que la imposición es para no perder el catalán, "porque es la lengua del país" y para fomentar la integración. Si se pierde, es que no le interesa a nadie y que se aprende por obligación; la lengua del "país" es cooficial con otra que no goza de los mismos derechos y que hablan nada menos que 500 millones de personas -¡qué atraso!- y fomenta la integración no sé en donde. Supongo que no se ve con la misma cara de asco a un extranjero que habla catalán que a uno que no lo hace. "Porque la integración -dice mi amiga euskalduna por las cuatro "sakonas"- viene de la mano del castellano, aprender euskera o catalán es sólo para ganar puntos". Porque mira que si uno de estos pakis se muda a Madrid y se da cuenta de que tiene que empezar de cero...
Digan lo que digan, el castellano está totalmente marginado, tal vez tengan miedo a la competencia y lo cierto es que se saltan la ley con ello; porque si son cooficiales, deben ser exactamente iguales y los ciudadanos deberán poder hacer uso indistinto de ambas según sus preferencias. La realidad es que las administraciones públicas regionales y la enseñanza son sólo en catalán, aunque, obviamente, son todos bilingües. Pero esa no es la cuestión. La movida es que si quiero que mis hijos estudien en castellano tengo que pagar por llevarles a un centro privado y eso atenta contra el principio de igualdad que se recoge en la Constitución española, la que de momento, rige también aquí, aunque el candidato "escuche, haga y explique" lo que a él le de la realísima gana.
Camino por el Raval, el corazón extranjero de Barcelona, niños marroquíes, pakistaníes y filipinos salen de la escuela de la calle Tallers. Hablan en las lenguas de sus padres, pero cuando se dirigen a otro de distinta nacionalidad lo hacen, invariablemente, en castellano. No dejo de sorprenderme. ¿Cómo es posible que aprendan el catalán en el colegio, sus padres sean extranjeros cuya lengua materna no es el castellano y ellos hablen en español por la calle? No lo sé. Pero lo hacen. Algunos, incluso se dirigen a sus padres en esta última lengua. Supongo que no hay más ciego que el que no quiere ver. Dicen que la imposición es para no perder el catalán, "porque es la lengua del país" y para fomentar la integración. Si se pierde, es que no le interesa a nadie y que se aprende por obligación; la lengua del "país" es cooficial con otra que no goza de los mismos derechos y que hablan nada menos que 500 millones de personas -¡qué atraso!- y fomenta la integración no sé en donde. Supongo que no se ve con la misma cara de asco a un extranjero que habla catalán que a uno que no lo hace. "Porque la integración -dice mi amiga euskalduna por las cuatro "sakonas"- viene de la mano del castellano, aprender euskera o catalán es sólo para ganar puntos". Porque mira que si uno de estos pakis se muda a Madrid y se da cuenta de que tiene que empezar de cero...
Digan lo que digan, el castellano está totalmente marginado, tal vez tengan miedo a la competencia y lo cierto es que se saltan la ley con ello; porque si son cooficiales, deben ser exactamente iguales y los ciudadanos deberán poder hacer uso indistinto de ambas según sus preferencias. La realidad es que las administraciones públicas regionales y la enseñanza son sólo en catalán, aunque, obviamente, son todos bilingües. Pero esa no es la cuestión. La movida es que si quiero que mis hijos estudien en castellano tengo que pagar por llevarles a un centro privado y eso atenta contra el principio de igualdad que se recoge en la Constitución española, la que de momento, rige también aquí, aunque el candidato "escuche, haga y explique" lo que a él le de la realísima gana.