He hecho un pequeño descubrimiento. Es una tontería pero si esto pasa en algo tan nimio como unos subtítulos...
Viajo en transporte público y nos ponen una película. Ahora es obligatorio incluir los subtítulos y, necia de mí, soy incapaz de concentrarme exclusivamente en la peli y voy leyendo el texto, que también es en español, como si no entendiera el audio. Entonces me doy cuenta de que la traducción, el doblaje y el subtítulo van de por libre. Cambian nombres de comercios, acortan frases que resultan, supongo, demasiado largas para escribir, e incluso cambian expresiones y palabras que no coinciden en absoluto con el doblaje. Los sordos no se percatan de ello, ni los ciegos, ni tampoco yo si no estuviera obligada a ver los subtítulos sí o sí. Es una tontería pero si ni siquiera en una cosa tan simple como unos subtítulos se mantiene la esencia de la traducción, no pido la traducción literal sino una coincidencia exacta con el doblaje, entonces, ¿cómo podemos creer siquiera en la bondad de nada? ¿en la falta de maldad de nadie al cometer "ciertos errores"? Este periodo pre-electoral me está haciendo replantearme demasiadas cosas ¡y eso que todavía no estamos siendo bombardeados por los mensajes electorales!
No hay comentarios:
Publicar un comentario