Si hay algo que
nos iguala a todos y de lo que absolutamente nadie duda es de la muerte. Todos
tenemos ya nuestra fecha decretada, incluso la forma en que sucederá y nada ni
nadie podrá cambiarlo. Cientos de veces asistimos atónitos a sucesos
devastadores en los que hay personas que sobreviven incluso sin ningún rasguño
mientras que, otras, el más pequeño incidente le cuesta la vida a una persona
sin que nada pueda hacerse por evitarlo. Y es que ésa es la magia de la vida,
no importa los cálculos que hagamos porque no hay dos ecuaciones exactamente
iguales. Sin embargo, nos afanamos en vivir al margen de todo eso, creyendo que
el próximo minuto lo tenemos asegurado cuando, lo cierto, es que hoy estamos
más cerca de nuestra hora que ayer. Cuando el Ángel de la muerte recibe la
orden, nada podrá impedir que se cumpla.
El profeta
Salomón (la paz sea con él) tenía la capacidad de entender el lenguaje de los
animales y de controlar el viento, además de ser un profeta de Dios, tuvo un
vasto reino en el que hombres, genios y animales obedecían su justo mandato
pues era un hombre inteligente y temeroso de Alá. Se ha dicho que un día, un
hombre entró en la corte del rey, echó un vistazo a la gente que allí había y
salió. Cuando se disolvió la reunión, uno de los presentes se acercó al profeta
Salomón (la paz sea con él) y le preguntó si conocía a aquel extraño hombre. Él
respondió: "La persona que viste es el ángel de la muerte". El hombre
se quedó muy sorprendido y se preocupó. "¿Por qué se me quedó mirando como
si quisiera llevarse mi alma?. El hombre se asustó y le pidió a Salomón: "Tú
tienes poder sobre el viento. Pídele que me transporte a la India, así estaré
lejos de la muerte". Como se trataba de un creyente, el profeta accedió y
le concedió su deseo.
Unos
días más tarde, Salomón vio al ángel de la muerte y le preguntó por qué se
había quedado mirando a aquel hombre aquel día en concreto.
"¡Salomón!
-respondió el Ángel de la Muerte- Alá Subhana wa Taala me ordenó que tomara el
alma de aquel hombre en la India. Cuando le vi en tu presencia, no entendí cómo
podría llevar a cabo la orden de Alá pero, como se trataba de una orden divina,
fui a la India y encontré allí al hombre así que pude tomar su alma como Alá me
había ordenado".
"Dondequiera que os encontréis la muerte os alcanzará, aunque os
refugiaseis en fuertes infranqueables".
(Corán 4:78)
En otro hadiz se narra que Alá le reveló
al profeta Idris (Enoc): ‘Elevaré
para ti cada día el mismo número de buenas me h acciones que las de todos los hijos de
Adán'. Tal vez se refería sólo a las acciones de su época. Así
que Enoc quiso incrementar sus acciones. Cuando un amigo de entre los ángeles
vino a visitarle, Enoc le dijo: ‘Alá me ha revelado esto y esto, así que por
favor habla con el ángel de la muerte para que pueda incrementar mis acciones’.
Entonces, el ángel le llevó en sus alas y ascendió al cielo. Cuando atravesaban
el cuarto cielo, se encontraron con el ángel de la muerte que estaba
descendiendo. El ángel le habló sobre lo que Enoc le había hablado anteriormente.
El ángel de la muerte le dijo: ‘¿Dónde está Enoc?’. Respondió: ‘Está sobre mi
espalda’. El ángel de la muerte respondió: ‘Es increíble. Fui enviado para
apoderarme de su alma y se me dijo que lo encontraría en el cuarto cielo. No
dejaba de pensar, ¿cómo podría apoderarme de ella en el cuarto cielo si está en
la tierra?’. Luego, tomó su alma.
Si hay algo que
nos iguala a todos y de lo que absolutamente nadie duda es de la muerte. Todos
tenemos ya nuestra fecha decretada, incluso la forma en que sucederá y nada ni
nadie podrá cambiarlo. Cientos de veces asistimos atónitos a sucesos
devastadores en los que hay personas que sobreviven incluso sin ningún rasguño
mientras que, otras, el más pequeño incidente le cuesta la vida a una persona
sin que nada pueda hacerse por evitarlo. Y es que ésa es la magia de la vida,
no importa los cálculos que hagamos porque no hay dos ecuaciones exactamente
iguales. Sin embargo, nos afanamos en vivir al margen de todo eso, creyendo que
el próximo minuto lo tenemos asegurado cuando, lo cierto, es que hoy estamos
más cerca de nuestra hora que ayer. Cuando el Ángel de la muerte recibe la
orden, nada podrá impedir que se cumpla.
El profeta
Salomón (la paz sea con él) tenía la capacidad de entender el lenguaje de los
animales y de controlar el viento, además de ser un profeta de Dios, tuvo un
vasto reino en el que hombres, genios y animales obedecían su justo mandato
pues era un hombre inteligente y temeroso de Alá. Se ha dicho que un día, un
hombre entró en la corte del rey, echó un vistazo a la gente que allí había y
salió. Cuando se disolvió la reunión, uno de los presentes se acercó al profeta
Salomón (la paz sea con él) y le preguntó si conocía a aquel extraño hombre. Él
respondió: "La persona que viste es el ángel de la muerte". El hombre
se quedó muy sorprendido y se preocupó. "¿Por qué se me quedó mirando como
si quisiera llevarse mi alma?. El hombre se asustó y le pidió a Salomón: "Tú
tienes poder sobre el viento. Pídele que me transporte a la India, así estaré
lejos de la muerte". Como se trataba de un creyente, el profeta accedió y
le concedió su deseo.
Unos
días más tarde, Salomón vio al ángel de la muerte y le preguntó por qué se
había quedado mirando a aquel hombre aquel día en concreto.
"¡Salomón!
-respondió el Ángel de la Muerte- Alá Subhana wa Taala me ordenó que tomara el
alma de aquel hombre en la India. Cuando le vi en tu presencia, no entendí cómo
podría llevar a cabo la orden de Alá pero, como se trataba de una orden divina,
fui a la India y encontré allí al hombre así que pude tomar su alma como Alá me
había ordenado".
"Dondequiera que os encontréis la muerte os alcanzará, aunque os
refugiaseis en fuertes infranqueables".
(Corán 4:78)
En otro hadiz se narra que Alá le reveló al profeta Idris (Enoc): ‘Elevaré para ti cada día el mismo número de buenas me h acciones que las de todos los hijos de Adán'. Tal vez se refería sólo a las acciones de su época. Así que Enoc quiso incrementar sus acciones. Cuando un amigo de entre los ángeles vino a visitarle, Enoc le dijo: ‘Alá me ha revelado esto y esto, así que por favor habla con el ángel de la muerte para que pueda incrementar mis acciones’. Entonces, el ángel le llevó en sus alas y ascendió al cielo. Cuando atravesaban el cuarto cielo, se encontraron con el ángel de la muerte que estaba descendiendo. El ángel le habló sobre lo que Enoc le había hablado anteriormente. El ángel de la muerte le dijo: ‘¿Dónde está Enoc?’. Respondió: ‘Está sobre mi espalda’. El ángel de la muerte respondió: ‘Es increíble. Fui enviado para apoderarme de su alma y se me dijo que lo encontraría en el cuarto cielo. No dejaba de pensar, ¿cómo podría apoderarme de ella en el cuarto cielo si está en la tierra?’. Luego, tomó su alma.
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