El oryx, una especie de antílope, es el animal más emblemático de Namibia, tanto, que incluso aparece en el reverso de los billetes de 100 dólares namibios. |
A pesar de que sólo llevo tres meses por aquí y aún no conozco nada de este país (la hora del turismo llegará pronto), lo que si puedo decir es que, como dice el dicho, "unos crían la fama y otros cardan la lana". ¿Es conocida Namibia en España? Estoy segura de que la mayoría de la gente no sabe ni siquiera que es un país. Y es que de África nos llega poco y casi siempre en forma de desgracias. Todo es hambre, guerra, dictadura y salvajismo pero no. Ya lo he dicho muchas veces, tenemos mucho que aprender de los africanos. Muchísimo. Pero hoy no hablaré de esto sino del África que no conocemos. Pensamos que Kenia y Tanzania son los destinos por excelencia de los safaris, que fuera de ellos no hay más que un puñado de indígenas hambrientos. Nada más lejos de la realidad. Hambre hay, claro, pero hay muuuucho más.
En Namibia, por ejemplo, hay dos desiertos: el Namib, que discurre paralelo a la costa, y el desierto del Kalahari que se localiza principalmente en Botswana pero que también ocupa parte de territorio namibio y sudafricano. La arena roja del Kalahari es frecuentemente retratada en las revistas internacionales de viajes pero nada se dice del Namib que, si bien no tiene una composición tan espectacular, tiene una ubicación que te deja boquiabierto. La costa atlántica está separada del desierto por la carretera que une Walvis Bay con Swakopmund.
Este desierto alberga las famosas Duna 45, en Sossusvlei, y Duna 7, apenas a diez kilómetros de mi casa y que aún no he tenido la oportunidad de visitar.
Pero no sólo el paisaje es maravilloso y apacible, lejos de cualquier marabunta turística, sino que la fauna es variada como no sospechaba.
Para empezar, la bahía de Walvis Bay alberga desde flamencos y pelícanos hasta delfines, focas y unas enormes y fascinantes medusas rojas.
Para empezar, la bahía de Walvis Bay alberga desde flamencos y pelícanos hasta delfines, focas y unas enormes y fascinantes medusas rojas.
Aunque la ciudad no tiene playa, ese honor se lo reserva Swakopmund, cualquiera que quiera disfrutar de una escapada naútica en busca de esta variedad animal tiene que venir a Walvis Bay. Aquí encontrará también algunos pequeños restaurantes de cara a la bahía en los que podrá degustar el magnífico pescado que se recoge en estas aguas y que, curiosamente, es casi imposible encontrar a la venta para su consumo doméstico.
Otra cosa increíblemente sorprendente es encontrar, de camino a la capital, Windhoek, animales a pie de carretera. De una carretera nacional, con un tráfico intenso para estar en el segundo país con menos densidad de población de la tierra y en la que los camiones (cargados de mercancías o que trabajan en las excavaciones mineras próximas) y los vehículos con las ruedas reventadas por el calor (en los casi 400 km que separan Windhoek de Walvis Bay, la temperatura puede pasar de los 19 a los 34 grados) son vecinos más que molestos para un animal salvaje. Bueno, pues sea como fuere, y teniendo en cuenta que no hay bosques ni montes cercanos, decenas, si no cientos, de monos y jabalíes pastan tranquilamente en el arcén impasibles ante el constante circular de vehículos. Los jabalíes ni se inmutan si detienes el coche a su lado para hacerles una foto; siguen pastando tan tranquilos. Los monos, sin embargo, se adentran entre la maleza (por llamarlo de alguna forma) para evitar que se les retrate.
¿Aún hay alguien que piense que no hay nada que ver en Namibia? Esto no ha hecho más que empezar...
Jabalí namibio (facóquero común), versión en carne y hueso de Pumba. |
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