miércoles, 28 de agosto de 2013

El objetivo era la independencia


Anteayer fue el Día de los Héroes en Namibia. El 26 de agosto de 1966, en el norte, cerca de la frontera con Angola, el ejército paramilitar de la SWAPO se alzó en armas en contra los colonos para clamar por la independencia del país, a la sazón bajo control sudafricano con una denominación tan impersonal como África del Suroeste. Un año antes, en 1965, el primer grupo  del SWALA (South West Africa Liberation Army) abandona el campo de entrenamiento en Tanzania y se desplaza a Zambia. Desde ahí se introducen en el norte de Namibia y comienzan a construir todo tipo de estructuras con fines defensivos. Ya en 1966, los primeros soldados de la SWAPO completan su entrenamiento militar en Tanzania. Comienza la lucha. 45 miembros destacados de la SWAPO son detenidos y enviados a la prisión de Robben Island (Ciudad  El Cabo), donde también estuvieron retenidos otros líderes de la lucha anti-apartheid como Mandela. Aún tardarán casi 30 años en obtener su ansiada independencia.

El actual presidente, Hifikepunye Pohamba, que cederá el puesto a su Primer Ministro a comienzos del año próximo, fue uno de los héroes de aquella guerra y cumplió estos días 78 años, para lo cual todos los periódicos del país insertaron felicitaciones institucionales. Visto desde fuera resulta curioso e incluso cómico ver las páginas de los diarios llenas de referencias a este buen señor y de felicitaciones de toda índole por su cumpleaños. Sin embargo, si atendemos a su participación en la liberación del país (Namibia es independiente desde 1990), a la transición de poder pacífica (y aceptada por la población) que tendrá lugar el próximo otoño namibio (se da la circunstancia de que el actual presidente es miembro de la principal tribu del país y que su sucesor pertenece a otra tribu minoritaria) y a sus denodados esfuerzos por librarse de la huella colonial (está cambiando los nombres africáans y germanófilos de las ciudades por otros más acordes con la esencia namibia nativa) tal vez no resulte tan absurdo desearle la bendición de Dios por los favores prestados a la patria. 

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