Sólo han pasado tres días y ya echo de menos Ramadán. Es como si los shayatin hubieran vuelto a sus puestos y yo siguiera exactamente igual de vulnerable que hace un mes. Durante 30 días, el mundo y sus problemas se detuvieron o, al menos, tuvieron menos efecto en mi. Tanta vida en comunidad, tantas actividades diarias hacen imposible que te sumerjas en la soledad de tus pensamientos y des rienda suelta a tus preocupaciones pero ahora... ahora vuelvo a sentir el eco de mis palabras, vuelvo a esperar respuestas, vuelvo a sentir que el mundo y yo giramos a diferentes velocidades y que algo debo hacer mal para que nada sea como deseo. Justo en el instante en que mis fuerzas flaquean hasta el extremo, situándome justo al borde del precipicio, recuerdo esta canción y mis temores se aplacan siquiera durante unos instantes. Es un consuelo saber que Allah todo lo sabe, que nada sucede sin que Él lo apruebe o sepa sus consecuencias, que ni uno sólo de nuestros pensamientos y sentimientos es exclusivamente nuestro pero no por ello dejo de esperar que algo suceda. Hasta entonces, fuerza y paciencia, mente fría y entereza.
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