Me levanto temprano con la necesidad de conocer los resultados definitivos de las elecciones autonómicas en Galicia y País Vasco, pero sobre todo en este último territorio. Enciendo la radio, noticias locales de Madrid. Aún debo esperar media hora hasta que, por fin, alcanzo un ejemplar abandonado en un asiento del tren: “Giro en el País Vasco y Galicia” destaca la portada de 20 minutos. Lo leo y no me lo creo. Tengo que hacer un esfuerzo para que no se me escape una lágrima traicionera por el rabillo del ojo.
Ni soy vasca ni gallega pero eso no impide que el cambio me emocione. Sobre todo en el País Vasco. No digo que el PNV tenga la culpa de lo que allí sucede pero si después de 29 años ETA sigue matando y la sociedad sigue estando dividida tal vez sea hora de cambiar. No importa en qué dirección. Lo importante es la ruptura, la innovación. Nuevas caras con nuevas ideas que, tal vez, traigan por fin la paz a un territorio en el que se es más feliz si no se habla de política, en el que tan sólo unos pocos pueden expresar sus opiniones ante una mayoría atemorizada por la extorsión, la amenaza, el asesinato.
La pelota está ahora en el tejado de Patxi López que parece tener carta blanca para pactar como el crea conveniente aunque eso no favorezca del todo los intereses de la dirección nacional. Los partidos no nacionalistas, a pesar de su color político, parecen estar dispuestos a formar un tripartito no nacionalista que aúne a los votantes de izquierdas y de derechas. Una utopía maravillosa para muchos que, para otros, puede quedar en agua de borrajas. Por delante queda todo un mes para que cada partido ofrezca sus servicios a un PSE que deberá tomar una decisión que, sin duda, puede ser histórica.
Ni soy vasca ni gallega pero eso no impide que el cambio me emocione. Sobre todo en el País Vasco. No digo que el PNV tenga la culpa de lo que allí sucede pero si después de 29 años ETA sigue matando y la sociedad sigue estando dividida tal vez sea hora de cambiar. No importa en qué dirección. Lo importante es la ruptura, la innovación. Nuevas caras con nuevas ideas que, tal vez, traigan por fin la paz a un territorio en el que se es más feliz si no se habla de política, en el que tan sólo unos pocos pueden expresar sus opiniones ante una mayoría atemorizada por la extorsión, la amenaza, el asesinato.
La pelota está ahora en el tejado de Patxi López que parece tener carta blanca para pactar como el crea conveniente aunque eso no favorezca del todo los intereses de la dirección nacional. Los partidos no nacionalistas, a pesar de su color político, parecen estar dispuestos a formar un tripartito no nacionalista que aúne a los votantes de izquierdas y de derechas. Una utopía maravillosa para muchos que, para otros, puede quedar en agua de borrajas. Por delante queda todo un mes para que cada partido ofrezca sus servicios a un PSE que deberá tomar una decisión que, sin duda, puede ser histórica.
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