Anoche hablé con Yamaia, hacía muchíísimo tiempo que no nos echábamos una charleta tan larga como ésta, en la que casi vimos amanecer. Aquí hacía frío, en Berlín aún más pero, sin embargo, el calor de la conversación y del hogar que te aisla del frío, nos permitieron hablar sin parar hasta que nuestros ojos se vieron amenazados por el sueño más profundo. "Yo cada vez me aferro más al Peterpanismo", decía toda seria. "Estoy harta de las etiquetas, de los juicios previos, de que los demás te digan qué hacer, paso de las convenciones sociales", afirmaba rotunda.
Me daba la risa floja al recordar nuestros años en la universidad. Éramos un par de raritas con pocos complejos y mucha personalidad que en nada encajaban en aquel territorio abonado para pijos y curas en el que dos chavalucas de clase media, llenas de sueños y al margen de modas destacaban como un par de luciérnagas en una noche oscura.
Y aquí estamos. Logramos sobrevivir y mantenernos fieles a nuestra esencia sin dejarnos engullir por el consumismo y la superficialidad a la que nos arrastraba el mundo del periodismo. Quizá por eso no hemos triunfado, jejejjjeje. No del modo en que otros de nuestra quinta lo han hecho pero no nos importa. "¿Recuerdas por qué escogiste periodismo? Pues eso es lo que tiene que mantenerte viva, alerta, inconformista". Ésa es la clave, el inconformismo, el tener siempre nuevos sueños, nuevos retos, el no quedarse ancladas. Y desde luego de eso, nosotras sabemos un rato porque no echamos raíces ni a la de tres aunque, quién sabe, tal vez éste sea nuestro año....
A veces miramos a nuestro alrededor y sentimos cierta envidia de los demás. No tanto porque queramos tener lo mismo que ellos sino porque ansiamos sentir su satisfacción, su plenitud, experimentar la sensación de que has llegado a tu meta. Pero, entonces, la nube negra se aleja y te das cuenta de que luce el sol y no tienes ganas de quedarte sentada, de que, por el camino, has cambiado de sueños o se te han ocurrido otros mejores y la carrera ya no va a durar cinco kilómetros, sino diez y luego veinte, y treinta..
Empecé en este mundillo porque quería ser periodista deportiva, en aquella época me empapaba de voley, fútbol y baloncesto y creía que aquel era el horizonte que quería alcanzar. De repente, se cruzó en mi camino la radio y pasé de la prensa escrita y de los deportes para centrarme en la política municipal. ¡Qué aburrimiento! Ahí me di cuenta de que la tierruca se me quedaba pequeña, de que tanto estudiar idiomas había dejado una huella en mi que no podía obviar y supe que no quería quedarme allí, al calor confortable de lo conocido, del entorno de toda la vida. No es que lo detestase claro, pero no quería que fuera lo único. Quería más. Aquel siempre sería mi refugio pero necesitaba explorar el ancho mundo.
Tampoco es que haya sido una Willy Fog, hay mucha gente que ha viajado mucho más que yo. Sin ir más lejos Yamaia, que estudió periodismo para ser directora de cine y se ha largado a Berlín a perseguir su sueño (que ahora se centra en la fotografía cinematográfica), dejando atrás les vaques, les guajes y un trabajo fijo que no la inspiraba ni lo más mínimo. "A veces hay que darse cuenta de que no podemos vivir de lo que nos gusta y aceptar que, tal vez, tengamos que tener un trabajo que nos asfixia para disfrutar de un hobby que nos apasiona", decía anoche. No sé. Tal vez tenga razón pero ahora que mi trabajo me mata las neuronas y neutraliza mis sueños, pienso que no es lo que yo deseo aunque ahora me ayude para conseguir otras metas o sea un entretenimiento que me da independencia económica mientras doy tiempo a que mi destino me alcance por fin y me permita subir un nuevo peldaño. Y creo que esa es la auténtica clave, la de seguir teniendo ganas de alcanzar nuevas metas, de querer siempre más, de no detenerte nunca, de que esa sed de conocimiento y aventura, sea en la vertiente que sea, jamás te abandone porque, entonces, sin sueños, estarás perdido.
Esta semana me decía una chiquilla: "recuerda a Allah y Él te recordará". Y no le falta ni una pizca de razón. Tener esos sueños terrenales no es obstáculo para hacerlo de la forma que crees que es más correcta, siguiendo los dictados del dueño de este mundo que es quién, al final, nos dará la auténtica recompensa. Pero mientras ésta llega, podemos tratar de ser más felices, de tener una existencia más agradable, de procurarnos un entorno menos gris que legar a nuestros hijos. Porque todo lo que hagamos aquí cuenta. Porque una buena dunia nos abrirá las puertas del auténtico Paraíso.
Una vez, el profeta Muhammad (sws) dibujó tres líneas en la arena y dijo: "Éste es el ser humano (que tiene muchas esperanzas y planes para su vida terrenal). Mientras vive para cumplir esos sueños, la muerte le alcanza".