A veces es tan difícil nadar contracorriente que uno llega a pensar si no será mejor dejarse arrastrar y no tratar de cambiar lo imposible pero.... Cuando estás convencido de que lo que haces está bien, entonces, no hay obstáculo al que te enfrentes, que no te afanes en superar porque crees que el camino correcto es el que está siguiendo. Sin embargo es duro, nadie te comprende, te observan desde la orilla con la seguridad de quien va a ver un ahogamiento inevitable, aunque eso no quiere decir que se alegren de tu fracaso. Muchas veces son más los enemigos ficticios que nos creamos nosotros mismos que los reales, a pesar de que el entorno crea que te equivocas.
La semana pasada vi "El libro de Eli" y, de repente, mis fuerzas quedaron renovadas. El mundo, tal y como lo conocemos hoy se ha terminado: "Antes todo era diferente, teníamos más de lo que necesitábamos y no dábamos valor a lo verdaderamente importante", explica Eli a Solara en una de las secuencias.
En este mundo post-moderno, la Tierra es un lugar inhóspito lleno de ruinas por todas partes en el que el agua es un bien muy muy escaso. La vida humana no vale nada pero, sin embargo, se rechaza a todo aquel que se lanza al abismo del canibalismo ya que no hay cosechas, no hay animales y el comer es una aventura tan cotidiana como el mantenerse a salvo de los ladrones y asesinos de la carretera.
Eli es un hombre ciego que camina incesantemente hacia el oeste con un tesoro en su mochila: una Biblia. El malo de la peli -Gary Oldman- gobierna tiránicamente un pueblo del interior de Estados Unidos aunque emplea todo su tiempo en buscar esa Biblia que le ayudará a ampliar su poder: "El poder de las palabras que contiene ese libro es tan grande que nadie quedará indiferente", afirma.
Al final, resulta que consigue el libro pero está en braille y no lo puede leer. Eli, por su parte, llega por fin al oeste, a la isla de Alcatraz, donde se están recuperando todos los grandes clásicos de la literatura y dicta de memoria, versículo a versículo, la Biblia, antes de morir.
¿Moraleja? Cuando todo se acabe, de nada servirá la belleza, ni el dinero, ni la ropa, si no tienes la fuerza en tu interior que te guíe, que te ayude a soportar las dificultades.
El poder de la palabra divina es tal, que incluso los malos, que gobiernan despóticamente imponiendo su cruel y egoísta criterio, lo reconocen y lo buscan, aunque con fines espúreos que nada tienen que ver con su verdadera naturaleza. Pero ellos saben, que la palabra de Dios tiene una fortaleza tal que no es equiparable a la del mejor de los poetas.
En la imprenta de Alcatraz, la Biblia es el último de los libros sagrados que faltaba pues ya tienen un ejemplar del Corán. Denzel Washington pasa horas y horas dictando de memoria cada uno de los libros que componen la Biblia, vestido con una kandora blanca que le llega hasta los pies y siguiendo exactamente el mismo método que empleó el profeta Muhammad (saw) para dejar constancia por escrito de las revelaciones que le hizo el ángel Gabriel.