miércoles, 20 de agosto de 2008

Podemos

Sí, sí, podemos. Podemos superar nuestras fobias, evolucionar, dejar de dar la nota y, por fin, sentirnos orgullosos de nuestros colores, de nuestra bandera, de ser españoles sin que por eso nadie piense que somos unos fascistas, franquistas, nacionalistas o cualquier otra cosa. Yo sólo se quién fue Franco por los libros de historia porque cuando nací acabábamos de estrenar la democracia. A pesar de no haber vivido la dictadura, por alguna extraña razón a los de mi generación no se nos enseñó a querer a nuestro país, a ser patriotas sino que nos reímos del himno, denostamos la bandera e incluso, según las zonas, nos cuesta admitir que somos españoles. Creo que el sentirte parte de una región, de una autonomía, no tiene que implicar directamente renegar de tu nacionalidad que aunque a muchos les pese, en este Estado, nación, monarquía o como cada uno lo quiera llamar, es la española.

Evidentemente las diferencias entre los territorios son notables: comidas, costumbres, expresiones, lenguas y climas determinan nuestra forma de ser. Los cántabros nada tenemos que ver con los andaluces o, incluso, con los madrileños pero eso no quiere decir que no tengamos rasgos comunes. La lengua, la historia, la forma de divertirnos, nuestra hospitalidad para con los foráneos.... todo eso nos une aunque no lo queramos ver. Hasta hace bien poco llevar los colores de España en el móvil, en una pulsera o, simplemente, colocar una bandera en el balcón era considerado de fachas.

Sin embargo, ha sido el deporte el que ha logrado lo que parecía imposible: que nos sintamos orgullosos de nuestra nación, que queramos gritar a los cuatro vientos que somos españoles con el mismo entusiasmo que lo hacen: argentinos, brasileños, estadounidenses, franceses o británicos. Después de coronarnos campeones del mundo de baloncesto en Japón y con la flamante Eurocopa 2008 en nuestras manos, parece que por fin, enterramos nuestras fobias y sacamos pecho. Mires donde mires la gente se muestra orgullosa de ser española del mismo modo en que presumimos de ser cántabros cuando el Racing entra en Europa, de ser asturianos como Fernando Alonso o de ser mallorquines si hablamos de los éxitos de Nadal. Podemos fomentar nuestra identidad regional y sentirnos orgullosos de nuestro país. El deporte nos ha mostrado el camino. Podemos.