miércoles, 28 de enero de 2015

The Newsroom

Disponible online en seriales.us

Si pudiera volver atrás no estudiaría otra cosa pero lo cierto es que el oficio de periodista no es, ni de lejos, como soñaba. La mayoría de los medios de comunicación, a excepción quizá de los más grandes, obvia por completo las reglas del juego, cada uno va a lo suyo y nadie sabe en lo que trabaja el vecino. El único momento en el que se aúnan esfuerzos es en la cobertura electoral o ante una catástrofe. El resto del tiempo, cada uno se busca la vida como puede, los jefes no tienen idea de lo que hacen, todo es improvisado, no hay tiempo para la investigación y la mayoría de las noticias proceden de notas de prensa previas que no hacen sino responder a los intereses del emisor de turno. Tal vez por eso, por matar el gusanillo, me ha enganchado esta serie que no ha llegado a nuestras pantallas y que dudo que lo haga. El argumento es sencillo: una estrella de la televisión por cable acomodada en su faceta de busto parlante y complaciente protagoniza toda una revolución en el medio tras el fichaje de una productora que le hará despertar su faceta más reivindicativa e inconformista. Así, comienza a criticar a todo aquel que lo hace mal: no importa que sean demócratas o republicanos, peces gordos financieros o importantes anunciantes del canal, se acabó el lavar los trapos sucios en casa y criticar sólo a la oposición. La independencia empieza a ser la seña de identidad del informativo nocturno y ahí..... ahí empiezan los problemas.
Basta encender la televisión o leer la portada de un periódico para ver que eso es una utopía que no está al alcance de los medios de comunicación de masas. Las críticas siempre esconden intereses ocultos y no hay escándalo que una gran empresa no pueda tapar con una pequeña inversión en publicidad en los medios. De este modo, el espectador se encuentra absolutamente a merced de los medios salvo que su inquietud por un determinado tema le lleve a profundizar y a buscar en otras fuentes y para eso, es más que recomendable que uno sepa otro idioma aparte del patrio.

Enemigo a batir: los musulmanes

Eso es precisamente lo que pasa hoy en día con los musulmanes. Si azotan a una adúltera en Irán se silencia el que el hombre con el que cometió adulterio también ha sido azotado; si un musulmán pone una bomba todos los musulmanes somos terroristas, sin embargo, si un neonazi mata a media docena de personas en plena calle no se nos ocurre pensar que todos los alemanes son así. Ahora es el momento del Islam. La actual crisis de valores hace que mucha gente esté interesada en saber más sobre esta religión por lo que el ateísmo militante, el consumismo, el adulterio, la alienación del hombre, valores todos sobre los que se basa nuestra actual economía de mercado, ve peligrar su gallina de los huevos de oro. Hay que hacer algo, hay que evitar que la gente piense, que deje de actuar irracionalmente, que sea feliz, que no sienta odio, que no sienta unas tremendas ganas de ser libre y actuar en consecuencia (es decir, sin importar lo que pase después). Así que será mejor que les prevengamos de que ésta es una religión terriblemente peligrosa que no engendra más que mujeres sumisas y terroristas deseosos de acabar con nosotros sólo por que no somos como ellos. Y ya se sabe que quien golpea primero, golpea dos veces.
Lo increíble es que nadie se para a reflexionar sobre las tonterías que se pueden decir al respecto en la cobertura de una noticia siendo la más grande de ellas que ser musulmán es sinónimo de radicalismo y yihadismo. Si el peligro fuera tal, teniendo en cuenta que casi uno de cada cuatro habitantes del planeta es musulmán (aunque aquí nos parezca que somos unos pocos), la exterminación de todos los no musulmanes saldría bien barata, tres o cuatro fiambres por creyente y se acabó el problema. Sin embargo, la realidad es que aunque haya unos pocos radicales, la inmensa mayoría de los musulmanes es pacífico. Pero eso no es noticia, por supuesto. Como tampoco lo es que la gente se lleve bien con los musulmanes o que éstos sean los agredidos. En octubre pasado, la mezquita de Cold Lake, en Alberta (Canadá), fue vandalizada con pintadas islamófobas. Los vecinos del barrio, ayudaron a los musulmanes a limpiar las paredes de la mezquita y colgaron carteles diciendo "Estáis en casa" aludiendo a las previas en las que se les instaba a "Volver a sus países". Incluso el alcalde de la ciudad salió en defensa de los musulmanes diciendo que estaba muy orgulloso de todos los habitantes de Calgary y que los musulmanes formaban parte activa de la comunidad. Pero ¿a quién le importa? Al fin y al cabo, esto sólo es un hecho aislado en un país tan poco avanzado como Canadá en el que las puertas no se cierran con llave porque no hay ladrones y en el que el pluralismo religioso es una parte importante de la cultura política del país. Curiosamente, este hecho tuvo lugar al día siguiente del atentado contra el Parlamento canadiense pero supongo que ni El País ni El Mundo consideraron relevante que, al día siguiente del ataque, mientras nos lavaban el cerebro con lo malos que son los musulmanes, unos vecinos, unos que conviven día a día con ellos, les dieran su apoyo al ser insultados.



CBC es la cadena de radio-televisión pública canadiense.


Tampoco fue necesario mencionar un hecho significativo tras el inside job de Charlie Hebdo, en Aviñón, al sur de Francia, un ciudadano marroquí fue apuñalado hasta la muerte en presencia de su esposa y su hijo por un vecino que le gritaba "Yo soy tu Dios, soy tu Islam". De dicho vecino no ha trascendido origen ni confesión religiosa, ni tan siquiera iniciales porque al fin y al cabo, según las autoridades, "se trataba de un perturbado". Dicho vecino asaltó la casa del fallecido en plena noche con el único propósito de quitarle la vida, tal vez por eso la prensa española no haya considerado relevante sacar a la luz dicha noticia pues aún estuvieron una semana dando la lata con testimonios, manifestaciones, entierros, etc de los fallecidos y haciéndose eco de la increíble tirada que había preparado la revista para su próximo número que, aprovechando la colección de decesos, vendería un millón de ejemplares cuando nunca había tenido una tirada que rondase siquiera los 100.000 pero, ¿a quién le importa? Lo que tenemos que tener claro es que "Todos somos Charlie Hebdo" y que hay musulmanes por ahí sueltos dispuestos a quitarte la vida mientras vas tranquilamente por la calle, los locos que te despiertan en plena noche para apuñalarte no son más que eso, locos, casos aislados que no debemos temer....



lunes, 12 de enero de 2015

La falsa bandera de Charlie Hebdo


Que España se cree más de lo que es, a estas alturas no tiene discusión alguna. Es como el Deportivo, el Sporting, el Zaragoza, el Valladolid o el Racing, que porque jueguen o hayan jugado en primera la mayor parte de su historia, no son "de los grandes". A los modestos les gusta pensar que sí lo son pero lo cierto es que mirando sus vitrinas, uno se da cuenta de que están ahí porque son menos malos que otros pero no porque su nivel deportivo (debido a causas fundamentalmente económicas) esté a la altura de un Athletic, un Barça o un Real Madrid. Con nuestro país pasa exactamente lo mismo. Jugamos en la misma liga que Francia, Alemania y Reino Unido y nos consideramos por encima de Grecia, Italia o Portugal pero lo cierto es que somos uno de ellos a pesar de nuestra gloriosa historia. Historia que, no olvidemos, también deslumbra en el caso de los creadores del Partenón, el acueducto de Segovia o los antiguos colonos de Mozambique y Angola. Es duro reconocer que el esplendor de antaño apenas es un recuerdo borroso pero así es. Este "descenso a segunda división" se palpa en cada aspecto que queramos analizar: la educación, las ayudas sociales, la diversidad cultural y la tolerancia, la economía, los medios de comunicación.... Ay, los medios. ¡Cuán vergonzoso es el papel que cumplen en el "aborregamiento" de la ciudadanía! ¿Yo también soy Charlie Hebdo? Por favor. Charlie Hebdo es un semanario pro-israelí e islamófobo que apela a la libertad de expresión siempre que no se haga mofa de los judíos, que para algo Francia, junto a Bélgica y Alemania, posee una ley sobre la Shoah, el holocausto judío, en el que se condena a quienes nieguen la exterminación de los judíos durante la Segunda Guerra Mundial. Así que, ¿es posible decir que Mahoma era un terrorista y un pedófilo pero no es posible decir que el holocausto judío no fue tal? ¿Es eso la libertad de expresión? Todo esto no justifica en absoluto la barbarie ni el asesinato de otros por opinar o ensuciar el nombre de una persona, una cultura o una religión pero tampoco debe permitirse que la información que les llega a los lectores se manipule hasta el extremo de decir que se atenta contra la libertad de expresión cuando ellos mismos limitan cierto tipo de contenidos por considerarlos ofensivos contra los judíos.
Sin embargo, lo más grave de todo esto, es la instrumentalización que se hace de toda una religión (la musulmana) para tildarla de extremista, radical, intolerante y amenazante para la paz, la integridad y la cultura europeas. Si los medios españoles fueran menos serviles a sus intereses económicos, si los españoles supiéramos hablar algo más que el euskera, el gallego, el catalán, el aranés, el panocho y el bable, tal vez podríamos darnos cuenta de que son muchas las voces (musulmanas y no musulmanas; europeas, latinas, estadounidenses) que apuntan a una operación de falsa bandera llevada a cabo por el Mosad, el servicio de inteligencia israelí. ¿El motivo? El apoyo de Francia al reconocimiento de Palestina como miembro de la ONU.
Recordemos que, en el país vecino, los judíos sionistas tienen un poder mediático, político y económico más visible que en cualquier otro país de Occidente. La islamofobia es pues más fuerte allí que en ningún otro país. Alemania, Reino Unido, Estados Unidos.... estos países cuentan con una importantísima población musulmana que se sienta en el Parlamento, que da clases en la Universidad, que participa en la vida social del país y, sin embargo, es en Francia, donde sus cinco millones de musulmanes, tienen vetado el uso del hiyab en los colegios, la administración pública, etc...
Las razones que esgrimen los analistas para señalar al Mosad son variadas: la absurda aparición de la documentación de los presuntos terroristas (¿algún caco se lleva su documentación real para cometer un delito?); el hecho de que, estando en el centro de París, la policía tardase en aparecer veinte minutos; la presunta ejecución del policía que está en el suelo (que ni tiene compañero, ni sangra cuando le disparan en la cabeza, ni tan siquiera su cuerpo realiza ningún movimiento reflejo tras el balazo); la grabación del ataque a este policía (el cámara no pierde el plano, la mano no tiembla ni el que graba hace ni el más mínimo comentario al presenciar tal barbarie, como si lo esperase, como los vídeos que graban los misiles que derriban las casas en Palestina, que siempre comienzan un par de minutos antes del suceso, aguardando a que se produzca); la llamada de los presuntos terroristas a los medios de comunicación para decir que lo hacen en nombre de Al Qaeda en Yemen.... Es todo tan ridículamente absurdo que no hay por donde cogerlo, pero no todo el mundo tiene acceso a información variada, ni tiene la misma capacidad crítica y analítica. Por eso, los pensionistas siempre votan al PSOE, porque el PP quita las pensiones; por eso todos están contra Podemos, porque se le acabaría el chollo a toda esta panda de mangantes y vividores cuyo único mérito en la vida ha sido hacerle la pelota a la gente adecuada para vivir sin trabajar. Por eso en Grecia, Syriza tiene que luchar contra las amenazas de "nuestros socios europeos" de echar al país del euro; por eso nadie analiza con detenimiento el discurso de Rafael Correa y lo tilda poco menos que de ignorante de una república bananera, por si acaso nos damos cuenta de que lo público es primordial, de que nosotros somos los que mandamos aunque deleguemos en unos pocos, de que lo de los bancos es de juzgado de guardia. Por eso así nos luce el pelo. Esta semana la presidenta del Observatorio contra la Violencia de Género del Consejo General del Poder Judicial decía que lo de los piropos era sexista y era acoso aunque sea para decirnos lo guapas que somos. Menos mal que ella no es sospechosa de ser alguien con complejos o tonterías parecidas que se esgrimen cuando se alza la voz en este asunto. Pero no, el poder, no puede dejar que la razón entre por la puerta, porque entonces, el consumismo, las apariencias, lo efímero, saldrá por la ventana. 
Ataquemos a los musulmanes. ¿Por qué? Porque si todos lo fuéramos, no habría bares, ni discotecas, ni estancos, ni camellos, ni prostitutas, ni casas de apuestas, casinos o bingos. Y todo eso mueve mucho dinero. Porque si todos fuéramos musulmanes, los bancos tendrían que cambiar radicalmente y no dejarían a nadie en la calle, porque no se concederían créditos abusivos y éstos estarían para ayudar al ciudadano y no para enriquecerse a su costa. Porque si así fuera, no habría abusos contra los trabajadores, habría más ayudas sociales, el consumismo no sería tan brutal, las mujeres dejaríamos de ser objetos de decoración, cerrarían las clínicas estéticas, los solarium y desaparecerían los gurús de las dietas milagrosas, esas que nos dicen que si tenemos una arruga, una marca, una estría o un kilo de más, dejaremos de tener éxito en la vida, nuestro marido nos abandonará por una más joven y nuestros hijos nos querrán menos. Porque si así fuera, se acabarían los chats para casados, las líneas calientes, la publicidad sexualmente excitante y engañosa, la corrupción. Porque si la justicia islámica se aplicase, no habría corruptos forrándose a nuestra costa mientras conceden entrevistas en televisión ni tipos disfrutando de su libertad cuando deberían estar entre rejas. Pero claro, esto es una utopía, que atraería a cualquier ciudadano libre de prejuicios y con un poco de sentido común, pero es que se nos caería el chiringuito y como dijo José Mota en su especial de fin de año: "Vamos a trazar un plan para robar a la gente y vivir como reyes, no vamos a robar un banco, lo vamos a crear, así les crujiremos con las comisiones....".
Así que lo mejor es que demonicemos lo bueno, por si acaso. Así que digamos que los musulmanes no hacen más que rezar y adoctrinarse en la mezquita, que no se integran, que no se interesan por los problemas de los demás, que sus mujeres son gordas, feas e ignorantes y por eso se tapan, que no saben nada de ciencia ni de política, tergiversemos la Historia, la realidad cotidiana, hagamos que la gente les tenga miedo, que sea más fácil quemar una mezquita que preocuparse por saber qué es lo que realmente piensan. Demonicemos al musulmán aunque sea con los peores trucos, porque en la guerra no hay ética, y esto, ES LA GUERRA.