lunes, 9 de septiembre de 2013

Acabando con la mentalidad colonial

Estoy sorprendido porque algunos de nuestros conciudadanos están descontentos con el movimiento patriota que nuestro presidente Hifikepunye Pohamba ha iniciado para renombrar las antiguas Lüderitz y Caprivi. Ambos términos tienen connotaciones coloniales y los males coloniales aún están demasiado frescos en nuestras mentes, la mayoría antiguamente oprimidos.
Los alemanes vinieron a este nuestro país como si no hubiera gente viviendo aquí y renombraron algunos lugares para satisfacer sus ambiciones coloniales.
 
Lema (en alemán): cantar, jugar, aprender e investigar.
 
De acuerdo con los jefes coloniales blancos, el país donde no había blancos fue visto como una tierra virgen o un lugar donde, aparentemente, no había gente. Por eso, semejante país fue dado a los colonos blancos de acuerdo con la infame Conferencia de Berlín de 1884-1885 que es conocida como la “Escapada hacia África” por los poderes imperialistas y colonialistas occidentales.
En 1883 nuestra área costera fue adquirida por Adolf Lüderitz como si no hubiera gente viviendo aquí. Sin embargo, esa zona tenía sus propios nombres en lengua local y gente viviendo en ella Adolf Lüderitz, sin embargo, tuvo la audacia colonial de renombrarla como Lüderitz Bay. El 24 de abril de 1884, el canciller alemán Otto von Bismark declaró a nuestro país protectorado.
Los Nama, que vivían en el sur, lucharon heroicamente contra la ocupación de sus tierras. Hendrik Witbooi fue uno de los primeros jefes Nama que luchó contra los ocupantes alemanes. Por eso nunca hubo un tiempo en que la gente de este país estuviera de acuerdo en que Adolf Lüderitz nombrara ese lugar.
Es por ello lógico y apropiado que la gente de Namibia renombre el lugar y le de su denominación original para que podamos hacer justicia, esa es no obstante la política de reconciliación nacional.
Incluso tenemos una montaña y un río que llevan el nombre del canciller Bismark. Eso es, de hecho, molesto e inaceptable. Nosotros tenemos nuestros héroes coloniales como Hendrik Witbooi, Samuel Maharero, Nehale Lja Mbingana, etc. que lucharon heroicamente contra el poder colonial alemán pero no hay siquiera una pequeña calle en Alemania en honor a alguno de estos héroes. ¿Por qué deberíamos conservar en la independiente, libre y democrática Namibia áreas que llevan el nombre de gente que nos mató y nos convirtió en esclavos? Es por eso justo para la Namibia independiente que se cambien esos nombres. Algunas personas han tenido incluso la osadía de quejarse cuando lo que estamos haciendo es corregir las injusticias y los males del colonialismo al renombrar los lugares que nos fueron arrebatados por la fuerza por los asesinos coloniales. Eso es llevar la reconciliación nacional demasiado lejos.
Esos lugares deben tener los nombres que tenían antes de que las terribles reglas del colonialismo fueran impuestas en nuestro país. Si no, podemos darles nombres cuyo uso no sea ofensivo para la gente libre.
El presidente Hifikepunye Pohamba debe ser reconocido y bendecido por renombrar algunos de esos lugares para que no se nos recuerden constantemente los males del colonialismo que fue perpetrado en nuestro país.
¿Por qué debemos recordar a los asesinos coloniales cada vez que oímos los nombres de los lugares que ellos mismos denominaron?
Algunos de nuestros compatriotas blancos se sorprenden cuando la gente negra no habla sus idiomas a pesar de que ellos mismos ni siquiera hablan alguno de los idiomas africanos. ¿Por qué piensan que la gente negra es la única que debe aprender sus idiomas y ellos no intentan hablar idiomas africanos?
En Tanzania, tanto si quieren como si no, esa gente blanca tiene que hablar hoy kiswahili.
Ha llegado el momento de acabar con la mentalidad colonial en nuestro país. Como gente oprimida nunca nos vengaremos pero nos reservamos el derecho de corregir las injusticias del colonialismo que nos fue impuesto. También tenemos que cambiar cosas en interés de la gente del país por respeto a su pasado y a su origen étnico o tribal.
El esfuerzo liberador que luchamos tan heroicamente no solo fue para permitirnos colgar banderas y mantener el status quo.
El esfuerzo fue para traer un cambio a todas las esferas de la vida de nuestro país  y nuestra gente y para eliminar los restos del colonialismo en esta sociedad.
Me pregunto si esos “algunos residentes” de la antigua Lüderitz realmente prefieren el nombre colonial de la ciudad en lugar del nombre original del pueblo Nama, que fueron los primeros en asentarse en aquel lugar.
Uno no puede evitar sentirse forzado a concluir que esos “algunos residentes” se oponen a la total y significativa independencia de este país y anhelan los viejos días coloniales. Es una desgracia que esos “algunos residentes” se inclinen a apoyar al notable colono Adolf Lüderitz antes que a los Nama que se convirtieron en víctimas del genocidio alemán y de la guerra que destruyó a nuestro país y a nuestra gente.
Swapo liberó a este país de la ley colonial, por eso, es justo que el gobierno Swapo no escuche a esos “algunos residentes” que anhelan y apoyan los nombres coloniales que nos recuerdan las atrocidades cometidas por Alemania contra nuestro país y su gente.
*Dr Ngarikutuke Tjiriange es antiguo secretario general de Swapo y asesor del actual ministro de Interior e Inmigración de Namibia.
(Publicado el 16/08 en el periódico New Era)  

sábado, 7 de septiembre de 2013

Vivir en Namibia: cosas del día a día

Mapa de Walvis Bay
Aunque en muchos aspectos vivir aquí es como vivir en Europa, o al menos no es tan primitivo como solemos asociar a lo africano, lo cierto es que Namibia tiene grandes diferencias con respecto a la vida en España.
El capítulo de la conducción merece un post independiente y, además, no me he estrenado todavía con lo que mis impresiones son más de peatón desorientado que otra cosa. Esperaré a tener la visión completa cuando me ponga al volante y hablaré sobre ello.
Comenzaré por una pregunta que ya he contestado un par de veces: sí, es cierto que el agua gira al revés cuando se cuela por el sumidero. Así que, aunque sólo sea por eso, soy consciente de que estoy en el hemisferio sur del planeta. El país es realmente curioso porque conserva muchas cosas de sus distintos colonizadores y, lamentablemente, eso le ha costado perder parte de su identidad por el camino. De los británicos, tiempo ha, les quedó la conducción por la izquierda, con su consiguiente giro a la izquierda para todo (el cierre de las cerraduras y pestillos, los numeritos de la encimera y el horno, el encendido de los enchufes….); los enchufes con tres patas en forma de triángulo y el sistema de pago por recarga de la electricidad. Todos los enchufes de la casa cuentan con un pequeño interruptor que corta por completo la electricidad para no consumir ni un watio de más. Es extraño y un tanto estresante porque ahora me paso el día dándole al interruptor para que no haya ni un pilotito encendido pero, por otro lado, y visto como nos timan las compañías eléctricas en España, está muy bien. Recargas lo que quieres, con lo que controlas el consumo. Si bajas el automático porque te vas de vacaciones, no pagas ni un céntimo hasta que vuelvas y reconectes tu vida y la de tus electrodomésticos. Y si, aún así te pasas con el consumo, puedes hacer un mejor ejercicio de economía doméstica y un uso más racional de la energía.

Walvis Bay, ayer a las 18.30 horas.
Los horarios aquí nada tienen que ver con los nuestros y creo que esto es copia de los alemanes. En primaria, los niños van al cole de 7.00 am a 12.00 am y no vuelven por la tarde. En realidad, no hay mucha gente por la calle, en general. La gente trabaja de 8.00 am a 5.00 pm y luego se va a su casa. Para ir al súper, en coche. Al cole, en coche. Al trabajo, en coche. Al banco, en coche. A la cafetería… Nadie va por ahí a tomar café. La comida es de 1.00 a 2.00 pm. Los restaurantes se llenan y se vacían puntualmente por lo que hacer horarios a la española tiene sus ventajas. A las cinco de la tarde se acaba la vida por aquí, excepto los supermercados que sí hacen horarios patrios y abren incluso los domingos todo el día. Para lo demás, tienes que utilizar tu hora de comer para hacer gestiones o tener un jefe majo que te deje ir al banco, alquilar casa o ir al médico y, además, comer.
 A la hora de buscar casa, he notado diferencias sustanciales con España. Para empezar, los agentes inmobiliarios te llevan y te traen en coche (¡desde el hotel o tu trabajo!) para enseñarte las casas. No te piden un mes de comisión sino que ésta va incluida en el precio del alquiler mensual por lo que su ganancia está más repartida aunque, eso sí, también los hay que intentan pasarse de listos. Las casas, por muy pequeñas que sean, tienen mínimo dos habitaciones, cada una con su propio baño. Si hay más habitaciones, la principal tiene baño propio y las demás comparten uno que está en el pasillo. Les va mucho el rollo cocina americana y salón aunque los espacios son muy amplios, nada de micro pisos. La oferta de pisos amueblados no es tan amplia como la de pisos vacíos pero cuando se dice amueblado quiere decir que tienes desde hervidor de agua hasta sábanas, toallas y mantas. Nada de racanearte electrodomésticos. Muchas de ellas incluyen en el precio los gastos, incluida la tele por cable y la limpieza de la casa una vez por semana, aunque no es nuestro caso.

Cartel informativo de la policía local.
Otra cosa diferente es que aquí aunque no tengas jardín, las casas tienen un montón de puertas exteriores que no siempre se conectan entre sí. Una para salir a la calle y dejar el cubo de la basura desde la cocina; la puerta principal; otra puerta que conecta con el garaje donde está también la lavadora; una cristalera corredera en la habitación que da a un pseudo jardín… Las opciones son variadas pero la verdad es que es poco funcional y te deja muy expuesto porque aquí lo de las persianas es algo que no existe. La intimidad de las casas suele cubrirse con estores de metal más que con cortinas. Los suelos de azulejo, casi imposible encontrar de madera o enmoquetado y aunque no estemos en el Polo, el frescor del invierno y la humedad de la costa te hacen pasar frío en cuanto cae el sol. La puerta principal suele ser de cristal o de madera tan fina como si fuera la puerta de un establo lo que me haría sentir insegura si viviera sola. Afortunadamente, éste es un país con una tasa de delincuencia inapreciable.
 
Cosas curiosas: en el banco tienes que firmar un registro de entrada y el guarda de seguridad se encarga de que nadie pierda su turno ni se olvide de sus objetos personales; te cobran por sacar dinero incluso en efectivo ¡y por ingresarlo aunque sea tu propio banco! Sólo hay cuatro entidades bancarias y cada una tiene una única sucursal por lo que las colas son gloriosas. Hay muy pocos cajeros automáticos pero todos ellos tienen a un vigilante sentadito en una silla cuidando de la máquina las 24 h del día. No quiero ni pensar lo que cobrarán por ello. Los taxistas se pasan la vida pitando a cada persona que ven caminando por la acera para ofrecerles su servicio. Es raro que alguien camine más de cien metros: ni por deporte ni por necesidad. La moneda local es el dólar namibio, por un euro, en un buen día de cambio, te pueden dar trece de ellos. Pero aunque Namibia es independiente desde hace más de 20 años, el rand sudafricano también es moneda de curso legal aquí y tiene la misma equivalencia y es que los vecinos del sur fueron los últimos ocupantes extranjeros del país. De hecho, Walvis Bay, que se está convirtiendo en el puerto de mercancías más importante de esta zona del continente, aún estuvo bajo dominio surafricano dos años después de la independencia, hasta que el nuevo gobierno exigió la devolución íntegra de todo su territorio.
 
La comunidad blanca de aquí no se mezcla demasiado entre sí, afrikáans, por un lado; alemanes por otro e ingleses por otro. Es como la vida de cualquier pueblo, todos se conocen y son como una pequeña mafia que puede colocarte entre los terratenientes o condenarte a la plantación eterna de lechugas. Aunque incluso en este último caso, tendrías a una cuadrilla de negritos trabajando casi gratis mientras oteas el horizonte desde tus tres carros de tierra.