miércoles, 23 de junio de 2010

Los efectos balsámicos de la música

Era una lluviosa noche de mayo. Me disponía a ir a casa después de mi clase de catalán cuando los encontré. Casi una treintena de adolescentes, acompañados de chelos, contrabajos, clarinetes y flautas, ensayaban en mitad del vestíbulo del instituto en el que se impartían mis clases. A su alrededor, transcurría la vida del centro, bedeles que recorren los pasillos, alumnos que salen de clase, mujeres de la limpieza... y, sin embargo, ninguno parecía afectado por el espectáculo que se desarrollaba ante sus ojos. Me detuve sorprendida y maravillada y me quedé apoyada en la pared, escuchándoles, algunos me miraron, creo que extrañados, pero pronto siguieron con su tarea. Sólo una chica, supongo que animada porque yo me había detenido, optó por pararse a escucharlos. Nadie más. Todos salían cabizbajos, con prisa, como si a las diez de la noche empezara un día en el que no era posible detenerse siquiera a tomar aliento. Fue la única vez que los vi, lástima, porque no me hubiera importado disfrutar de aquel espectáculo cada tarde. He recordado este hecho al leer la iniciativa de un artista británico que ha decidido aportar su granito de arena para cambiar el mundo instalando pianos en las calles de varias ciudades con la esperanza de que no pasemos de largo, de que recordemos que somos personas, que no hay prisa, que hay que disfrutar de la vida y que comportándonos como si la gente que nos rodea no existiera no lo estamos haciendo bien. Me ha parecido una utopía tan maravillosa que, por un instante, me he olvidado de que cada día hay más indicios de que el mundo está herido de muerte, de que lo único que nos importa es el poder y el dinero, de que las personas no son más que números, obstáculos a los que deshumanizamos para poder obtener cada vez más y, a la vez, seguir sintiéndonos igual de vacíos e insatisfechos. Ojalá supiera tocar el piano.

lunes, 21 de junio de 2010

Oxígeno televisivo

No soy una gran seguidora de Pablo Motos, de hecho me parecía infinitamente más gracioso cuando colaboraba con Julia Otero en la radio, allá por mi prehistoria, que ahora con 'El Hormiguero'. Sin embargo, debo reconocer que él es, junto con Eduardo Punset y algún que otro programa de La 2 como por ejemplo Página 2, uno de los pocos en la televisión española que ofrece un producto de calidad al traer a entrevistados extranjeros que ofrecen una alternativa a la pobre televisión que tenemos. No es sólo porque sean extranjeros es porque en sus programas aparecen rostros que ni están tan quemados como nuestros productos nacionales de telebasura ni tienen una única neurona haciendo eco en el interior de sus cabezas. Traen a actores, directores, científicos, filósofos, escritores, gente que, en sus respectivas áreas, tiene algo que decir y, además, lo hacen de una forma elegante, divertida e inteligente. Sólo gracias a ellos encender la tele tiene una razón de ser porque si no sólo merecería la pena ver las competiciones deportivas. Gracias a ellos creo que aún hay esperanza, que puede que 'la princesa del pueblo' pierda su trono en favor de otros que verdaderamente tiene algo que decir y a los que merece la pena escuchar. Si las cosas no cambian, siempre nos quedará la posibilidad de fundir la TDT y disfrutar más del aire libre y de un ocio que no nos atrofie y nos aliene.

sábado, 19 de junio de 2010

Arte de autor

No sé por qué pero siempre me ha disgustado bastante todo aquello que lleva la etiqueta de "de autor". Supongo que porque, a mi juicio, detrás de ella se esconden genios pero también auténticos sinsentidos que nadie alcanza a comprender porque responden a una locura tan personal de sus creadores que resulta por tanto imposible captar la totalidad del mensaje que pretenden transmitir por mucho que traten de explicártelo. Me sucede con el arte de vanguardia, esas obras tan abstractas y, en ocasiones, escatológicas que no encajan en los parámetros que yo tengo en mi cabeza para considerar que estoy ante algo artístico, ante una genialidad que es, por definición, única e irrepetible. Con el cine es algo parecido. Hay directores que logran captar la atención de crítica y público y que a mí se me antojan auténticos tostones que me dejan con una enorme interrogación en la cabeza al concluir la cinta, esperando la llegada de unos minutos extra que resuelvan todas las incógnitas. Este friki finde que apenas acaba de comenzar me ha dejado esa sensación con dos títulos que nada tienen que ver entre sí: "Caótica Ana", de Julio Medem, y "Quemar después de leer", de los hermanos Cohen. Aunque en ambos casos he llegado hasta los créditos finales, me he quedado con la sensación de que estaba ante dos películas absurdas, caóticas e intrascendentes que ni siquiera me han resultado entretenidas. Sé que muchos no estarán de acuerdo conmigo porque se trata de directores con gran éxito pero, para mí, ninguna de las dos cintas merece ser vista. Pero no se trata de echar por tierra todo el rollito de autor, de aquel que va por unos derroteros al margen, cual niño pijo que se hace okupa, porque también hay autores de calidad que incluso yo soy capaz de reconocer. Uno de ellos murió hace apenas dos días: el gran José Saramago. Un escritor de extraordinaria calidad que me dejó totalmente boquiabierta con su "Ensayo sobre la ceguera", con esa formidable historia en la que, ante la ausencia total de normas por hallarnos en estado de excepción por una epidemia de ceguera súbita, el ser humano se presenta como un animal violento capaz de las mayores atrocidades cuando se ve amenazado y el miedo se convierte en su única guía para la supervivencia. Supongo que lo más dramático es el hecho de saber que no se trata tanto de una ficción como de una posibilidad. Lo que para Saramago tampoco debía ser ficción era la unión en un sólo estado de España y Portugal, la recuperación de Iberia. Está claro que ya nunca lo verá pero son bastantes los que piensan que también es una posibilidad. O tal vez sea sólo una utopía, una utopía de autor.

viernes, 18 de junio de 2010

El mundo al revés

En medio del lío que tengo hoy en el curro, sólo podía ser viernes, echo un vistazo al periódico. Alemania ha perdido contra Serbia y EEUU y Eslovenia han empatado. Este Mundial de Sudáfrica 2010 no deja de sorprenderme. Tengo el pálpito de que va a ganarlo Corea del Norte, a pesar de que semejante dictadura irrespetuosa con los derechos humanos haya contratado a actores chinos para hacerse pasar por una hinchada aislada en su propio país. Ni la furia de ‘La Roja’ ni gaitas y la culpa será sólo de Sara Carbonero. ¿Quién le dio a los futbolistas permiso para enamorarse y más si lo hacen de una periodista? ¿Cómo osa ‘San Iker’ despistarse de esa manera? Bueno, tonterías aparte, estoy convencida de que éste va a ser el Mundial de las sorpresas; si todo va bien Francia quedará apeada en octavos con la anfitriona y ¡quién sabe si Portugal no terminará pinchando para dejar la plaza a Costa de Marfil! Por lo pronto espero que Argelia ofrezca esta tarde un partido de altura ante Inglaterra, aunque lo gane con trampas como hizo México ayer ante nuestros vecinos del norte. Vale que haya sorpresas pero no acabaría de entender que Eslovenia o EEUU pasasen de ronda, aunque este Mundial no habla de poder económico sino de potencias deportivas y en esto Occidente, la OTAN y la Alianza de Civilizaciones somos el Tercer Mundo. Tal vez, por fin, ésta sea la hora de África. ¡¡¡Adoro el fútbol!!!

jueves, 17 de junio de 2010

Perdidos en el limbo

Vivir en la inopia tiene sus ventajas. Cuando todo el mundo ya conocía el final de 'Perdidos' yo me encontraba aún en la fase de contacto de una serie que he visto en plan yonki en poco más de un mes. Ayer vi los dos últimos capítulos, con una duración extra y una conclusión que ni sospechaba. El colofón me pareció tan sublime que aún hoy estoy digiriendo la forma en que los guionistas dieron forma al desenlace de los habitantes de ‘La Isla’. No es sólo que sus protagonistas estuvieran perdidos en un trozo de tierra emergente en mitad del Pacífico sino que sus almas también estaban perdidas en un limbo del que ni siquiera eran conscientes. La forma en que los supervivientes de la catástrofe, que habían creado una vida paralela y ficticia en ese limbo, van reencontrándose; la manera en que un leve contacto o unas palabras activan el recuerdo de la vida en común y las emociones que el montaje de esas imágenes suscitan en los personajes y en el propio espectador son tan auténticas que sus efectos aún perduran en mi. No es tanto por la historia en sí, sino por la forma en que ésta conecta con el espectador, con sus más íntimas inquietudes, con esos miedos que supongo que, en mayor o menor medida, tenemos todos los mortales. El reflejo perfecto de todo ello es el personaje de Jack Shepard. Al hablar con su padre muerto y ser consciente, por vez primera, de que todos están muertos, su mirada transmite tal desamparo que no puedes evitar sentirte identificado con él. Sin embargo, cuando asume su realidad avanza con los demás feliz, dejando atrás unos miedos que ya no tienen sentido porque está con los suyos, con aquellos con los que compartió los momentos más importantes de su existencia. Viéndolo así, creo que nunca más tendré miedo.

miércoles, 16 de junio de 2010

El opio del pueblo

Ayyyyyy ¡cómo somos! Basta que se encuentren unos pocos yacimientos de cobre, oro, hierro, cobalto y, sobre todo, litio para nuestros preciados teléfonos móviles para que Afganistán ya no sea ese enemigo a batir sino más bien ese aliado potencial a convencer para que los talibanes dejen de fastidiar y se unan a la causa común que según el portavoz de la presidencia afgana, Waheed Omar: "es una gran oportunidad de unir al pueblo de Afganistán en una causa que beneficiará a todo el mundo". Pues sí señores, ahí está el colonialismo del siglo XXI si antes era el opio, ahora también los minerales van a ser motivo de mejora del trato hacia el pueblo afgano. El problema está en convencer a los talibanes de que EEUU no quiere aprovecharse de la situación sino ayudar a su pueblo a salir de la miseria y a caminar por la senda de la democracia sin injerencias externas ni occidentales que atenten contra el islam. Vamos, que el objetivo ahora será convertir a Afganistán en una Arabia Saudí, un Kuwait o una Jordania, países amigos que reciben el apoyo de Occidente y pueden vivir según sus propias reglas, aunque éstas atenten contra la dignidad de las personas o contra los derechos humanos, siempre que nos pongan buena cara y nos permitan beneficiarnos de los negocios que allí puedan surgir, estableciendo a EEUU como socios prioritarios. Y es que así es el colonialismo de esta nueva era: ya no tenemos colonias lejanas que dependan de la vieja Europa como Canarias, Mauricio o Martinica sino que ahora alentamos a unos y otros para que se enfrenten entre sí, luego nos ofrecemos como mediadores y, finalmente, a cambio de llevarnos una parte, les ofrecemos nuestra protección. ¿Esto no es lo que sucede con las mafias? Si no me pagas te mato y si me pagas te defiendo de otros que quieran obtener también un beneficio de ti, porque todo lo tuyo es mío.

martes, 15 de junio de 2010

La amenaza fantasma

Este finde me fui de excursión a Figueras. A conocer un poco la región en la que ahora resido. Tropecientas horas de tren para visitar una pequeña ciudad que lo más singular que tiene es el Teatro Casa Museo de Dalí, que no es poco. Impresionante el edificio y los dibujos del pintor catalán si bien eché en falta muchas de sus obras más conocidas, aunque ya tuve ocasión de verlas en una exposición temporal que hubo en el Reina Sofía el año pasado. Me encanta éste: “La persistencia de la memoria”. En estos tiempos que corren, estos relojes que se reblandecen se me antojan una metáfora de nuestros propios cerebros. Es triste ver cómo en España la alienación ciudadana es el rasgo principal. Hoy los sindicatos han anunciado que tendremos una huelga general el 29 de septiembre, primero hay que ir de vacaciones, supongo, eso da buena cuenta de lo poco seria que es la situación, de que realmente no hay tal crisis. Otro de los temas candentes sigue siendo el burka. Una prenda que en España no existe pero cuyo uso nos empeñamos en regular, como si no hubiera cosas más importantes. Los impulsores de esta normativa dicen que velan por la dignidad de la mujer pero casi nadie que conozco tiene trato con musulmanes, ni con inmigrantes, así que ¿cómo sabemos que ellas están oprimidas? Y si lo están, ¿prohibir es la solución? ¿no será mejor hablar con ellas, conocer sus preocupaciones, formarlas y darles la oportunidad de trabajar y estudiar para que ellas mismas valoren si realmente están sometidas a maridos machistas? Tenemos cientos de prostitutas en las calles, trata de blancas, drogas al alcance de los adolescentes en zonas que para nada son marginales, personas en situación de dependencia que no pueden ser correctamente atendidas, saturación en la sanidad pública, adolecemos de un consumismo y un culto al cuerpo brutales, vivimos por encima de nuestras posibilidades, nuestro país está a la cola en I+D, Merkel quiere echarnos de Europa, Marruecos amenaza con recuperar las “ciudades ocupadas de Ceuta y Melilla”, los universitarios se matan a estudiar para ser mileuristas y ser político corrupto no sólo es una tendencia al alza sino que está socialmente aceptado. Sin embargo, nuestro problema es que nos invaden los moros y para proteger la identidad española regulamos el uso del burka en espacios públicos, no vaya a ser que el virus se extienda y nos de a todos por pensar que Dios existe y abracemos la religión de Mahoma. Definitivamente somos idiotas, superficiales y fácilmente manipulables. Tenemos todo lo que nos merecemos.

lunes, 14 de junio de 2010

Aquí no hay playa, vaya, vaya


Esta ciudad de paraíso no tiene nada. Está claro que quien hambre tiene con pan sueña pero lo cierto es que si Barcelona no tuviera playa no se notaría la diferencia. Para empezar, como consecuencia de los frecuentes ataques marítimos que sufrían las ciudades del Mediterráneo ya desde tiempos de los fenicios, éstas se fortificaban y crecían de espaldas a un mar que era fuente de constantes escaramuzas con los piratas e invasores que se acercaban a saquear lo que hallaban en tierra firme. Así que no se nota que aquí haya playa alguna porque ni se huele el salitre ni se atisba siquiera el mar. De este modo, una, mira con extrañeza a esos guiris colorados como cangrejos y con atuendos playeros que se encuentra a diario en pleno centro porque la mayor parte del tiempo no recuerda que vive en una ciudad costera. En segundo lugar, cuando uno se mentaliza de la caminata que tiene que darse para acercarse a la playa y se arma de valor para realizarla, se encuentra con una larga y estrecha mancha de arena pedregosa en la que las grúas de obra, los vendedores ambulantes y el olor a pies del vecino son las notas destacadas. Total, que aquellos inocentes que desde el interior del reino suspiran por cambiarse a estas latitudes no tienen motivos para hacerlo porque aquí la playa ni te la encuentras ni merece la pena encontrársela. Menos mal que a mí no me causa un dolor muy extremo pero realmente en estos días, cuando el calor amenaza con aparecer, echo de menos las verdes praderas de Cantabria donde encontrarse con el mar no es ni difícil ni una tortura y donde nadie sueña con el Caribe porque nuestras inmensas playas despobladas constituyen el mayor tesoro que un veraneante ávido de sol y arena podría encontrar.

miércoles, 9 de junio de 2010

Un judío contra Israel

Cuando cunde el desaliento y parece que estás sólo en el mundo, defendiendo unas ideas que a tu entorno le parecen absurdas. Cuando mi visión rosada de la vida encuentra una idea que apoya mi teoría de que hay que confiar en las personas, de que no hay que demonizar a los pueblos, de que no somos tan distintos aún a pesar de nuestra apariencia. Entonces, realmente, siento que puedo enfrentarme al mundo con mi constancia, con mis ideas, con mi propio coraje y conseguir todo aquello que me proponga aunque eso me relegue a la incomprensión más absoluta.
Gentes distintas conviviendo en espacios comunes, familias nuevas, nuevas razas, nuevas culturas, nuevos conceptos de nacionalidades. ¿Acaso eso es posible sin que el mundo se acabe, sin que llegue el Apocalipsis? Parece que sí. Norman Finkelstein es un judío atípico, uno de esos que los extremistas querrían exterminar por atentar contra el estado de Israel con ideas subversivas que criminalizan los esfuerzos del pueblo elegido por defender la Tierra Prometida. Este profesor universitario estadounidense, hijo de judíos que sufrieron en primera persona el genocidio nazi, se atreve a asegurar que Israel “se ha convertido en un estado satánico”. Critica la postura del gobierno de Netanyahu porque considera que “ha logrado la inmunidad internacional a fuerza de explotar el holocausto”. Para este profesor, cesado en su puesto de profesor en la Universidad estadounidense DePaul por comentar estas ideas entre el alumnado – a ver si les va a enseñar a pensar por sí mismos-, no hay vencedores ni vencidos más allá del sinsentido de una guerra que “ningún judío americano que no esté narcotizado apoya”. Sin embargo, los gobiernos de Occidente parecen hacer oídos sordos a una realidad que está en la calle, no escuchan a los ciudadanos que les votan y centran todos sus esfuerzos en presentar a los palestinos como un fiero enemigo. Brillante la explicación que el profesor facilita a este respecto: “cuando encierras en ghetos a la gente, les privas de comida, agua, medicinas, les matas y les incineras, no necesitas a Mickey Mouse para enseñarles a odiar a Israel”. Me pregunto si alguno de nuestros ineptos políticos tuvo alguna vez una reflexión tan acertada como ésta o si no perdieron los ideales por el camino porque nunca los tuvieron...

La cueva polaca

Necesito escapar pero no sé hacia dónde. No me gusta mi vida pero no puedo hacer nada para cambiarla. Nada me ata, nada me gusta, nada me place. Tengo la necesidad de conocer gente, de relacionarme, pero no quiero, en mi fuero interno no lo necesito, sólo que vivir en la fría Polonia me obliga circunstancialmente. Llego a casa, me encierro en la cueva, no veo la luz del sol y aguardo impaciente a que las cosas cambien, a que vuelva a tener ganas de vacilar a la gente, de ser borde. Ni siquiera me molesto en hablar con nadie, ya no me interesan las polémicas, el silencio se ha convertido en mi compañero inseparable junto a la pesada apatía. Sigo subida a esta montaña rusa que cada vez cae más en picado. Ojalá fuera todo diferente pero nada depende de mi. Nada. Y no lo soporto.

martes, 8 de junio de 2010

Incertidumbres futuras

Es curioso y reconfortante comprobar que todos, en el momento de cambiar de etapa en nuestras vidas estamos igual de perdidos, no importa cuál sea nuestro carácter ni lo elevada que esté nuestra autoestima ni tampoco la edad que tengamos. Supongo que a mi padre le pase igual aunque nunca me haya parado a pensar con detenimiento qué es lo que siente al mirarse en el espejo y ver que está más cerca de la jubilación que de la adolescencia. Ahora comprendo a mi abuela que, desde que tengo uso de razón, estaba agobiada no por su sobrepeso sino por el hecho de tener cada vez más arrugas y de hacerse vieja. A mi siempre me pareció que exageraba, al fin y al cabo, las abuelas son siempre mayores ¿no? Sin embargo, ahora que soy yo la que se encuentra en una fase de cambio, rodeada de amigos que dejaron atrás las salidas nocturnas para velar el sueño de sus hijos, comprendo lo que ella quería decir, sus temores, su miedo a no reconocerse en el espejo, a no valerse por si misma, a dejar de vivir en este mundo. No es éste el caso de los que comparten mi generación, claro, pero el hecho es que todos estamos igual de perdidos. Unos porque después de varios años trabajando descubren que siguen sin saber lo que quieren hacer con sus vidas; otros porque aún ven lejano el día en el que dejen de vivir de alquiler y tengan su propio hogar, su propia familia, y un tercer grupo porque están a las puertas del fin de su vida estudiantil y sienten el mismo vértigo que tuve yo hace más de ocho años. Para ellos es este post, para que dejen a un lado los nervios de los últimos exámenes, para que las fuerzas no les flaqueen, para que no pierdan la confianza en sí mismos y sean capaces de aplicar la energía necesaria para terminar el proyecto, la tesis y el Erasmus. Para que, sea como sea, seamos capaces de mirar hacia delante sin echarnos a temblar, sin desear quedarnos quietos, sin anhelar que otros con más experiencia decidan por nosotros en cuestiones importantes, vitales, trascendentales.

miércoles, 2 de junio de 2010

Los pacifistas piratas

Dice hoy Ramón Lobo en su blog que para Israel la paz no es rentable y que, por lo tanto, continuará actuando a su antojo en lo que a la opresión del pueblo palestino se refiere (http://www.ramonlobo.com/2010/06/02/israel-cuando-la-paz-no-es-rentable). La pena es que no le falta razón. Debido a oscuros lazos internacionales que ligan, de manera insospechada, a tierras remotas entre sí, los judíos se han convertido en los grandes amos del mundo aunque tengan diferentes nacionalidades y se cuiden muy bien de no captar la atención mediática, aunque ésta es la tarea más sencilla ya que no sólo poseen los principales bancos sino también los emporios mediáticos más poderosos de la escena internacional. Bendita ignorancia la de todos aquellos que nunca han oído hablar del Club Bilderberg y de cómo apenas un centenar de personas dominan este mundo que, para casi todos, es tan ancho, diverso e inabarcable. Muchos dirán que es imposible, que no existe el famoso contubernio judeomasónico pero lo cierto es que diariamente asistimos impasibles a los excesos de un micro estado que goza del beneplácito de los gobiernos de las principales potencias mundiales e, incluso, y esto es lo verdaderamente preocupante, de la ONU que pierde legitimidad vertiginosamente al permitir las injerencias, los abusos y las masacres que Israel comete en los territorios palestinos. Sin embargo, aquí estamos de nuevo, asistiendo estupefactos al teatrillo que Israel ha montado para justificar la muerte de una decena de pacifistas que, con la excusa de llevar ayuda humanitaria y –supongo- secuestrando a personalidades del mundo de la cultura y la política internacional, pretendieron atentar, cual piratas, contra el pueblo judío. Ya va siendo hora de que la paz en Oriente Medio sea una realidad, aunque no interese económica ni políticamente, pero, claro, entonces habría que buscar un nuevo demonio al que atacar para justificar la cruzada futurista contra el Islam.

martes, 1 de junio de 2010

El miedo a vivir

Una mañana más tiene miedo a seguir viviendo, a tomar decisiones que puedan hacerle fracasar. La espiral de infelicidad en la que está inmersa no le deja ver el sol, sabe que está ahí pero apenas lo percibe, no siente sus rayos, no siente su calor. Quizá sea porque estamos en pleno invierno boreal y siempre ha soñado con vivir en mundos diferentes que le permitan conocer y disfrutar de los placeres que guardan esos paraísos lejanos que tanto anuncian en televisión. Está harta de los renos y la nieve, de los meses de descanso que suceden al frenético periodo navideño, necesita darle un giro a su vida y perseguir ese sueño. Sin embargo, esas ansias comparten espacio con una extraña sensación: la de que jamás regrese a Laponia, ni vuelva a ver los renos, ni vuelva a sentir el frío polar en sus huesos. Es la eterna querencia de los niños: tenerlo todo. El sol y la lluvia, la playa y la nieve, el coche y el camión, la chica y los colegas, la tranquilidad y la fiesta, el día y la noche, el sol y la luna.